La dinámica social en la que nos vemos involucrados diariamente nos ha obligado a consumir cada vez más energía eléctrica. El uso de las nuevas tecnologías, las exigencias de nuestros trabajos para realizar actividades laborales desde casa o desde una oficina, las necesidades de refrigerar los alimentos en nuestros hogares, la calefacción o el aire acondicionado, demandan cada vez más del suministro del servicio de energía eléctrica. Sin embargo, no todos los hogares cuentan con el servicio de energía eléctrica o con el servicio suficiente para cubrir todas las necesidades que se demandan actualmente.
Un estudio recientemente publicado por el Doctor en Estudios Urbanos y Ambientales, Rigoberto García Ochoa, en colaboración con el investigador Boris Graizbord, titulado “Caracterización espacial de la pobreza energética en México. Un análisis a escala subnacional”, afirma que aproximadamente 11,093,000 hogares, los cuales representan 36.7% del total nacional, viven en pobreza energética en México.
Pero ¿qué es la pobreza energética? y ¿qué alternativas de solución existen? La pobreza energética o pobreza de combustible, es un término de investigación que surge desde principio de los años 80´s en Europa, donde se abordaban temas de salud relacionados con la falta de confort térmico dentro de los hogares, sobre todo en las áreas donde los climas son extremos. Surgió como consecuencia de la primer crisis del petróleo en 1973, donde a raíz de los elevados precios de combustibles, sobre todo el gas natural y el gas licuado de petróleo, combustibles muy usados para la calefacción, las familias no tenían la posibilidad de pagar por ellos y así para mantener temperaturas adecuadas al interior de sus hogares. Lo que dio como consecuencia numerosos casos de enfermedades respiratorias e incluso muertes por los climas invernales.
Trasladando esta situación a nuestro país, la pobreza energética varía según la zona geográfica donde vivimos intensificándose más en las zonas de climas cálidos o muy fríos, ya que los hogares que están situados en esas regiones requieren como un bien económico esencial de calefacción.
La desigualdad es un factor que intensifica a la pobreza energética, ya que mientras hay hogares donde se cuenta con todos los servicios o aparatos eléctricos que a veces resultan innecesarios, también en nuestro país hay familias que todavía siguen utilizando combustibles como la leña para poder cocinar, bañarse o satisfacer sus necesidades más básicas.
Una alternativa para coadyuvar y apoyar a los hogares ubicados en las regiones que viven climas extremos, son las energías renovables.
México tiene el potencial para poder generar energía a través de los recursos solares y eólicos. Organizaciones como GreenPeace, afirman que nuestro país y sus diversas áreas geográficas cuentan con el potencial para generar suficiente energía para cubrir el 100% de la demanda energética e incluso consideran un excedente que podía ser exportado.
Lo cierto es que las políticas energéticas del actual gobierno federal no tienen en el mapa a las energías renovables, le han apostado a las energías fósiles basadas en el petróleo y sus derivados, lo cual resulta contaminante, costoso, obsoleto y fuera del marco de los compromisos internacionales que México ha adquirido en cuanto a las reducciones de emisiones de carbono y Gases Efecto Invernadero.
Mientras no se haga un planteamiento serio en el que se incluyan a las energías renovables como una opción energética para nuestro país, seguiremos teniendo altos porcentajes de pobreza energética, aunado a los consumos excesivos e innecesarios que de manera individual requerimos para desarrollar nuestras actividades diarias.
