- Buen día.
- Qué tienen de buenos, ¿podría decirme, Caballero...?
- Andante o Caballero de los Leones, como guste, para servir a usted y a mi Bella Dama,
- ¿Y podría saberse el nombre de tan fermosa Dama?
- Doña Dulcinea del Toboso, noble Dama si es que hay alguna por estos lares.
- Por lo triste de vuestra figura supongo, caballero, que habéis perdido su compañía.
- En efecto, pero sólo temporalmente. Por culpa de la pandemia se nos ha recomendado la sana distancia y se nos ha destinado a este nosocomio para la sanación, aunque ella, como corresponde a su condición de dama, está en otro pabellón.
- Bienvenido pues a este manicomio, que por escasez de hospitales se ha habilitado temporalmente para recibir contagiados o sospechosos de serlo sin saberlo.
- !A qué extremos hemos llegado! ¿Y usted es?
— El Doctor Chéjov, para servir al Estado y a usted, estoy temporalmente a cargo, debido a la escasez de personal médico, por la misma epidemia, como usted comprenderá.
- Esto se está pareciendo al viejo cuento ruso de Chéjov, El Pabellón no. 6.
- Se nota que es usted una persona ilustrada, señor Caballero Andante, pues reconoció de inmediato que mi antecesor fue el famoso escritor ruso Anton Chéjov. Pero no se preocupe, el Pabellón 6 está dedicado específicamente a los afectados por el Co-Vid 19...o que son sospechosos. Si gusta, lo podemos acomodar en un cuarto ahí.
- Me imagino que tendré que estar aislado, Doctor.
- En efecto, lo más posible, por eso de la sana distancia ya no hay pacientes viviendo juntos ni actividades en común y tuvimos que cerrar el salón de juegos, la alberca, etc.
- Qué lástima, porque ya me estoy volviendo loco nada más de estar como león enjaulado.
- Ah, por eso le dicen el Caballero de los Leones...
- Nada de eso, más bien porque valientemente me he enfrentado a un par de esas fieras en tiempos pasados.
- Bueno, en realidad, debo decirle, Caballero, que nuestro actual manicomio - hasta antes del Co-Vid 19-, era de primera, muy bien equipado y en ratos hasta divertido, como el de Charenton, en Francia, ¿recuerda?, que de asilo se convirtió en un lugar clandestino donde recluían a enemigos del régimen y prisioneros famosos como el Marqués de Sade...y que lo dejaban probar sus terapias de psicodramas sexuales...muy divertido.
- Muy interesante, Doctor, sepa usted que aquí en México también tuvimos nuestro Charentoncito, que Porfirio Díaz copió y mandó hacer en 1910 (de hecho su hijo estuvo encargado del proyecto, dizque como símbolo de progreso para celebrar el centenario de la Independencia de México en 1910). Bajo la apariencia de asilo y hospital, lo hizo construir para adornarse, pero no le duró el gusto al estallar la Revolución Mexicana y tener que huir del país.
- Claro, Caballero, el dictador Porfirio Díaz quería encubrir esa horripilante cárcel llamada Palacio de Lecumberri, construido en 1900 para los presos políticos que no quería enviar a las Islas Marías. Después de un tiempo, La Castañeda se fue convirtiendo en lo que la gente conoció como “El Palacio de la Locura¨, ¨de los locos” o simplemente “Locópolis”.
- Entiendo, Caballero, que el Palacio Negro de Lecumberri fue construido bajo el tipo de arquitectura carcelaria panóptica, patentada por el inglés Jeremías Bentham. Ese estilo consiste en construir una serie de pasillos que culminan todos en un punto y con una sola torre de vigilancia al centro, la cual era suficiente para estar al tanto del movimiento de cada interno.
- Sí, Doctor, con ello los prisioneros de Lecumberri (que en un inicio eran sólo 996) estaban sometidos a una fuerte presión psicológica que los llevaba a la locura, puesto que nunca tenían privacidad, ninguno sabía si estaban siendo observados por el vigía.
- Cierto, mi estimado Caballero de los Leones. Aquello fue el inicio de una serie de situaciones que hicieron de Lecumberri la prisión más inhumana del país (Las Islas Marías eran un deleite comparado con Lecumberri). La cifra de prisioneros pasó a 3 mil 800 en pocos años, lo que derivó en que las celdas individuales fueron ocupadas por tres o más personas.
- Efectivamente, Doctor, con estas pésimas condiciones el Palacio de Lecumberri fustigó injustamente a los jóvenes capturados tras las protestas de 1968.
- Dos de octubre no se olvida.
- Pero además de Lecumberri entiendo, Doctor Chéjov, que La Castañeda funcionó también como Manicomio-Cárcel hasta 1968, en que el loco del otro Díaz lo mandó cerrar porque era un bochornoso signo de la ineficiencia gubernamental y de la masacre de Tlaltelolco.
- Así fue, Caballero. Y paradójicamente años después, la fuga del narcotraficante Falcón, recluido en Lecumberri, propulsó el cierre de esa horrible cárcel. Resulta que el narco mandó a hacer un túnel de esa prisión que desembocara a la cercana avenida Héroes de Nacozari, dándose a la fuga en 1976. Tras el escape el gobierno de Echeverría quedó en ridículo, por lo que el presidente ordenó el cierre del penal ese mismo año y el edificio fue convertido en el Archivo General de la Nación.
- !Qué locura de país!
- Además, ¿sabía usted, mi estimado Caballero, que la fachada del manicomio La Castañeda fue adquirida por el fundador de la empresa AQ Industrial, quien la trasladó piedra por piedra a un terreno de su propiedad en Amecameca, Edo. de México, donde hizo su casa de descanso y que años después su viuda legó a los Legionarios de Cristo para sus ¨retiros espirituales¨? ¿Cómo ve?
- De locura, Doctor. Mejor regresemos al presente, que ya es bastante loco.
- Bien, lo llevo a su cuarto. Lo va a atender un enfermero que se llama Sancho, aunque a mí me gusta decirle Nikita, usted sabe, aunque él no entiende que es por lo del cuento del Pabellón no. 6 de mi ancestro.- Sí, así se llamaba el guardia del manicomio.
- Ya estamos aquí, le presento al enfermero. Nikita... este es el Caballero Andante. Yo me retiro porque tengo que atender muchos pendientes, no sin antes reiterarle que es un placer recibirlo aquí y que espero continuar este diálogo, presiento que este es el comienzo de una hermosa amistad... Nikita , te encargo servir a nuestro amigo el Caballero como lo merece por su fama y reputación de ser un ser extraordinario...
- A las órdenes, Caballero. Soy Sancho Panza, a su servicio, Caballero Andante, aunque aquí le voy a llamar el Caballero Sedentario, porque no va a andar mucho sino que tiene que quedarse en su habitación, guardando la sana distancia todo el tiempo. Nada de andar yendo a otros pabellones, como el de mujeres ni nada de eso. Si quiere wifi para comunicarse, tiene que entrarle con una lana aquí con su Sancho. El bar -que aquí le nombran cafetería- está cerrado, pero si se le antoja algo, siempre se puede platicar, porque al buen pagador no le duelen prendas y a Dios rogando y con el mazo dando...
- Encomiéndalo tú a Dios, Sancho, que Él dará lo que más convenga.
- Lo haré y más teniendo tan principal paciente, que me sabrá dar todo aquello que me esté bien y yo pueda llevar, por traer.
- Sancho amigo, ¿me puedes confirmar si está la infanta Doña Dulcinea Del Toboso en un pabellón cercano dentro de este manicomio habilitado como nosocomio a causa del Co-Vid 19?
- Creo que está en el Pabellón de Observación, donde residen los pacientes de primera vez, por periodos breves hasta que se les diagnostica y se les asigna un nuevo pabellón. Pero aquí está registrada como Aldonsa Lorenzo.
- Ésa es y es la que merece ser señora de todo el universo y debiera pasar al Pabellón de Pacientes Distinguidos.
- Ahí se alojan sólo a miembros de familias ricas que no hayan sido remitidos por conducta agresiva...
- Acabe norabuena donde pudiere y si yo pudiere ayudarla a estar mejor, no escatimaré esfuerzo alguno.
- Me voy a dormir, mi Caballero de la Triste Figura...
- Duerme tú, amigo Sancho, que naciste para dormir, o haz lo que quisieres, que yo haré lo que viere que más viene con mi pretensión de soñar con la hermosa Dulcinea. Pero antes de retirarte, dime, Sancho amigo, ¿cómo le hago para ver al Doctor Chéjov? Quiero ver si puede ayudar a Dulcinea a entrar al Pabellón de los Distinguidos, que es un lujo pero lo merece.
- ¿Cuál Doctor Chéjov? Ése Chéjov, ya no es Doctor.
- Cómo no, el que me presentó contigo, que me trajo a este Pabellón.
- ¿Ése? Ése era un doctor aquí, creo que se llama Andrei Yefimych, pero se hizo muy amigo de los locos del Pabellón 6 y acabó igual de loco y como nadie puede pronunciar su nombre le apodan el Doctor Chéjov.
¿Loco?
Sí, él se cree descendiente de un escritor ruso y siempre anda robando batas de doctor para escaparse del Pabellón y salir a recibir a nuevos pacientes, le encanta platicar. Y como por aquí andan escasos de personal por lo del Co-Vid 19, pues lo dejan que entretenga a los sospechosos porque la verdad no hay muchos cuartos ni camas para tantos.
- !Qué locos! Lo que hacen por salir del confinamiento y poder platicar.
- Bueno, Don Quijote, ya me retiro, tengo que pasar al establo a ver cómo está mi querido burrito.
- Ya que andas en eso, Sancho, ¿puedes ver que Rocinante tenga suficiente cebada, paja y agua para pasar la noche? Si necesitas pagar algo en estos días, puedes usar mi cuenta de Bitcoin para lo que se ofrezca. En cuanto salgan los resultados de la prueba del Coronavirus, que espero confirmen nuestra buena salud y mejor juicio, podremos salir cabalgando con Dulcinea hacia una nueva aventura por la Sierra Morena o en busca de la isla Barataria que te tengo prometida, donde serás gobernador sin necesidad de hacer campaña electoral por la 4T. No me cabe duda, Sancho, de que con mis consejos gobernarás mejor que cualquiera de los locos que lo han hecho hasta ahora.
- Mientras tanto, ¿no vamos a ir al Festival Cervantino en Guanajuato en octubre?
- No, Sancho, ¿que no te has enterado que por mi enemigo, el maldito coronavirus, lo han cancelado y será difundido sólo por vía digital?
- Dicen que eso es sólo una excusa y que la verdadera razón de la cancelación es que hay muchos malévolos gigantes por todo Guanajuato...
- Calla, amigo Sancho, que las cosas de la guerra más que otras están sujetas a continua mudanza; cuanto más, que yo pienso, y es así verdad, que estos supuestos gigantes no son más que malvados narcotraficantes, huachicoleros y delincuentes comunes pero tan bien organizados que ni la Guardia Civil se atreve con ellos.
- Pero vuestra merced tendrá a bien ir a enfrentarlos y tratar de deshacer esos entuertos...como pedía el sabio Maestro Volpi hace cuatro años cuando dirigió el Cervantino y solicitaba que ante una ¨realidad tan desasosegante y llorosa haría falta un Caballero Andante empeñado en enderezarla¨. Se refería a Usted, ¿iría a Guanajuato, Don Quijote?
- Ni loco que estuviera...
Julio 2020