Durante más de medio año, hemos convivido con las consecuencias de una compleja pandemia que demanda unión, solidaridad y acción de toda la sociedad en su conjunto. Nos ha llevado a reflexionar y aprender, para poder aplicar las conclusiones en la vida cotidiana y en la aspiración de vencer otros rivales de la sociedad como la pobreza, la desigualdad y los daños ambientales. Tenemos que exigirnos y aprovechar para replantearnos las formas bajo las cuales nos desenvolvemos pues, si algo ha quedado claro, es que un país más justo, inclusivo y libre es sólo posible con el trabajo, la conciencia y la lucha constante de todos los mexicanos.
La primera lección es sobre la importancia de la colectividad, vencer este enemigo requiere de un esfuerzo social, en el cual somos capaces de cuidarnos para ayudar a los más vulnerables. Ha sido una lección de humildad, en la que cualquiera está expuesto y depende de los cuidados de los demás, es decir, todos somos parte de la misma lucha y no podemos ser indiferentes, ya que la indiferencia de uno sólo puede costarle a su entorno. Aprendamos, a partir de lo ocurrido, la importancia de las acciones positivas y negativas en lo individual, para afrontar la pandemia y los otros males de la nación. El individualismo, la inconciencia y la falta de solidaridad son los grandes obstáculos para progresar y mejorar nuestro encontró.
Este aprendizaje de lucha colectiva debe llevarnos a aplicarlo en más causas, empezando por la desigualdad. El tejido social continuará su descomposición si los mexicanos con más oportunidades y recursos siguen ignorando a todos aquellos que han padecido las carencias de un Estado que no garantiza educación, empleo, salud y seguridad de calidad.
También dejaremos un peor contexto a las próximas generaciones si juntos no encontramos soluciones al deterioro ambiental y el desgaste propiciado por la inercia de consumo que agrede directamente nuestros ecosistemas. Finalmente, seguiremos teniendo individualistas al frente de las débiles instituciones de la patria, si no nos juntamos para exigir reformas al poder político para fortalecer el Estado de derecho y que pague todo aquél que viole la ley.
Es igual de importante plantearnos cambios culturales e ideológicos, es insostenible la tendencia individualista de nuestra sociedad.
Con tal de acumular una mayoría es capaz de pasar por encima de cualquier persona y cualquier noción ética, acumulando consecuentemente un saldo de 50 millones de pobres, al llegar el mismo egoísmo a las cúpulas gubernamentales donde la clase dirigente manipula las instituciones para obtener beneficios particulares. Es momento de aprender a trabajar como sociedad, desterrando viejas nociones, y así plantear un camino para edificar un sistema de solidaridad, de un bienestar mínimo para todos, conseguido por la mayoría de los mexicanos, garantizando igualdad de oportunidades en cualquier contexto y latitud.
Aprovechemos esta experiencia para aprender de la solidaridad, de la unión, de la importancia de construir en conjunto. Con lo transcurrido este año tenemos ante nosotros la oportunidad de desechar el individualismo para comenzar a pensar en como solucionar nuestros problemas sociales más apremiantes. Venceremos las dificultades del presente, pero para ganarle a las demás, estamos obligados a absorber nociones que nos empoderen para vencer la pobreza, el daño ambiental, la exclusión y la injusticia.