Un mal jugador

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Un mal jugador

Miércoles, 09 Septiembre 2020 00:08 Escrito por 
Un mal jugador Lo bueno, lo malo y lo serio

“Cuando viene la soberbia, viene también la deshonra; más con los humildes está la sabiduría.” Proverbios 11:2.

En la época universitaria se acomoda la idea de empezar el largo camino de independencia paterna para enfrentar la vida tal y como se presentará en adelante. Las herramientas con dedicación y compromiso ofrecidas por los padres cumplen en gran parte su objetivo para formar hombres y mujeres de bien. Preparados para enfrentar el futuro con el deber de terminar la obra encaminada, con un título merecido más para quienes ofrecieron su apoyo incondicional.

La educación académica no forja por sí sola a una persona con integridad, con solvencia moral. Gran parte se aprende en casa y otra, fuera de ella.

Para muchos, encontrar ese extra que le da un enfoque a la forma en la que se debe vivir con responsabilidad, la encuentra en el deporte, cualquiera que sea la actividad preferida, porque necesariamente representa dedicación, entrega, lucha y conquista; además de aprender a lidiar con la victoria, y con la derrota desde luego, porque serán sus compañeras a lo largo del camino, y definirán a quienes son conscientes de ese necesario aprendizaje.

En el futbol americano, como seguramente en otros, son las frases inspiradoras las que como cimientos generan una forma de ser y sentir. Frases de grandes leyendas como Vince Lombardi, quien fue coach de los Empacadores de Green Bay, reconocido por cualquier jugador de este deporte.

En el deporte de las tecleadas como en la vida, la lucha que se emprende por tratar de ganar una yarda a la vez, no es tan diferente, aplica para fines prácticos materialmente en todo lo que se aprendió en el ejercicio, saber manejar con humildad la victoria y la grandeza en la derrota.

“Dame, Señor, un hijo que sea lo bastante fuerte para saber cuándo es débil, y lo bastante valiente para sobreponerse cuando tenga miedo; que se muestre orgulloso y firme ante la derrota justa, y humilde y gentil en la victoria.” Douglas MacArthur.

Lo anterior viene a colación en razón de la forma de ser del Presidente de México, debe reconocerse que ha sido y ha logrado lo que se ha empeñado en conseguir, pero igual de importante es aceptar que le ha faltado adoptar muchas cosas importantes: no reconoce sus errores, no rectifica, no escucha, divide, entre muchas otros, entre ellos, destaca uno que por su encargo resulta elemental; no ha sabido ser un verdadero líder para su pueblo.

Presume López que le encanta el juego del beisbol, tanto que al parecer fue uno de los temas más considerables que tocó con su homólogo estadounidense Donald Trump en su visita al vecino país, más que el de la migración, las condiciones de los migrantes mexicanos, tráfico de armas, entre muchos otros que se antojaban de mayor relevancia para la relación bilateral, incluyendo el muro fronterizo. Pero no, fueron muchas las cosas que se dejaron de lado y al final, la visita fue explotada por Trump para su campaña, quien en agradecimiento ofreció grandes trofeos al de Macuspana.

De beisbol López tiene mucho qué platicar, incluso presume que pudo haber sido seleccionado para jugar en las grandes ligas, sea o no verdad su humilde comentario, sin embargo; no sabe lidiar con la derrota, parte básica para cualquier contienda deportiva. La historia dice que fue un juego de pelota que le hizo golpear a su amigo de infancia que al final perdió la vida.

Esa misma intolerancia que trae consigo, la lleva a todos los aspectos de su vida, incluyendo desde luego a la política. La toma de pozos petroleros, carreteras, vialidades importantes como la de Reforma en la Ciudad de México, de la cual provocó una gran cantidad de pérdidas económicas, y la declaración como presidente legítimo, deben dejarlo claro, es un jugador que no sabe perder.

Las cosas no pueden ser de otro modo. El Instituto Nacional Electoral (INE) fue atacado y señalado por López Obrador cuando el resultado de las elecciones no le favorecían y cuando han sido al revés, lo reconoce y defiende. A pesar de las sospechas de las actuaciones de Ciro Murayama Rendón y Lorenzo Córdova Vianello por el revés sorpresivo a México Libre.

Por cierto, López Obrador muestra esa fase que pretende ocultar y nomás no puede, habla del partido de Felipe Calderón y nunca de Margarita Zavala, como si ella no existiera, no es tanto el coraje que le tiene al primero, siempre ha sido así su menosprecio porque naturalmente le da lugar a Calderón y nunca a Margarita Zavala, no es la única prueba, su manera de expresarse de las marchas feministas lo dejan de manifiesto.

Bien, pues el mensaje que dio desde su rancho “La Chingada” lo muestra de cuerpo entero; soberbio, burlón, se deja dominar por el rencor y se aleja de cualquier atisbo de estadista al celebrar desde su posición la cancelación de cualquier manifestación democrática. Como la de México Libre.

El presidente, lo es porque así lo decidió la mayoría que acudió a votar en 2018, pero en las acciones no lo ha sido, no es un elemento de unidad, como tampoco es su deseo el de representar a todos los mexicanos, sólo a los que él elige. Llegó al poder para cobrar venganzas y someter a todo contrario que se le pare enfrente. Con el control de poderes y de Instituciones, no puede hablar de democracia y sin embargo; la enuncia cada vez que quiere, sin sentir siquiera un poco de pena con ello.

A López Obrador no le gusta que nadie le contradiga, desea ganarlo todo, materialmente sin oponente o con uno a modo, Felipe Calderón ha sido su costal de box, le ayuda a distraer al pueblo, Genaro García Luna es prueba de ello, no es el ex titular de la Secretaría de Seguridad Pública, es Calderón el objetivo mediático.

Pero en la contienda política, como en el juego, López no sabe lidiar con la derrota, y desde ahora se asegura una victoria importante, colonizando al árbitro para no correr riesgo en pos de su Cuarta Transformación. Está decidido a lograrlo y en el horizonte no se ve quien en este momento se lo impida. 

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Alfredo Albíter González

Lo bueno, lo malo y lo serio