En México, el lopezobradorismo actualmente en el poder es principalmente una mezcla izquierdista de Neocardenistas, Reformistas y Socialdemócratas, con añadidos de muy disímbolos compañeros de viaje´, que difícilmente comparten la misma ideología.
Para entender el lopezobradorismo debe distinguirse entre su equipo en el Gobierno, compuesto de ex funcionarios que trabajaron con él y personas de toda clase que lo acompañaron en su persistente proyecto; la dividida Nomenklatura en el Partido de Morena; las bases de militantes y los simpatizantes del Movimiento.
La Nomenklatura de Morena está actualmente dividida y en competencia por la jefatura del Partido, entre la burocracia que permanece con la ex presidenta Yeidckol Polenvsky y el grupo del Presidente interino Alfonso Ramírez Cuéllar, que aparentemente propone al ex ex ex Porfirio Muñoz Ledo (más conocido es el diablo por viejo...) y, entre muchos otros candidatos, el conocido diputado ex ITAM Mario Delgado -supuestamente apoyado por sus colegas congresistas- y su mentor de siempre, Marcelo Ebrard.
E intentando abrir brecha se ha lanzado a competir en la consulta por la presidencia de Morena el polémico joven politólogo Gibrán Ramírez, lo que se llamaría no despectiva sino elogiosamente un intelectual ´de retaguardia´.
A diferencia de los intelectuales de vanguardia, que abundan en las nóminas oficiales, un intelectual de retaguardia como Gibrán ha destacado no por pretender guiar desde la torre de marfil de la burocracia gubernamental o partidista, sino por tener los pies fuera de la torre de marfil y aprender marchando junto con el movimiento social, en este caso el lopezobradorista desde hace 15 años, lo cual es extraordinario dado que apenas cumple 30 años de edad.
Además, su participación frecuente en medios ha transparentado su pensamiento en defensa del proyecto de López Obrador, elaborado en diálogo crítico con sujetos de la oposición, no sin recibir fuego enemigo y hasta "amigo", de parte de personajes como el radical historiador Pedro Salmerón, el académico internacionalista Hernán Gómez Bruera y similares.
El gran reto para Morena hacia adentro es definirse como Partido, sin dejar de ser el movimiento exitoso que ha sido. Puede reafirmar su éxito si logra recomponer sus filas, sin caer en poder de una anquilosante Nomenklatura como la que ha llevado al fracaso y al simulacro a los anteriores partidos precursores de las izquierdas, como el desacreditado PRD y no se diga el desaparecido Partido Comunista y otros pretendidamente socialistas que la Historia no absolvió.
Y hacia afuera le queda a Morena y al Lopezobradorismo un doble reto: sostener sus bases y aumentar y no perder simpatizantes. De lo contrario, las derechas, hoy fragmentadas, regresarán a disputar el mando de la Nación, asolada por la pandemia, ofreciendo nuevamente salvación.