Legisladores de uno de los países más proteccionistas en materia económica, como son los Estados Unidos, piden que la “reforma energética” aprobada durante el sexenio neoliberal de Enrique Peña -mediante sobornos, según versiones difundidas del ex titular de Petróleos Mexicanos- prevalezca para que puedan tener “certeza y certidumbre” de millones de dólares de inversiones (así el saqueo recibe un nuevo nombre) en el sector, “amenazadas” por el gobierno encabezado por Andrés Manuel López Obrador.
Unos 43 legisladores del Partido Demócrata y del Partido Republicano (que igual podrían ser accionistas de algunas petroleras del paso vecino) fueron claros: "México es el principal mercado para los productos energéticos estadounidenses”, pero las acciones del gobierno de la “4T” por rescatar a Pemex y la Comisión Federal de Electricidad (CFE) “van en contra del Tratado México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC)”.
Aseguran que “no sólo socava el espíritu, sino la letra de tal acuerdo comercial “que busca promover el crecimiento entre los países participantes”.
La queja es porque el gobierno brinda un trato regulatorio de preferencia a Pemex al cancelar o retrasar los permisos para las empresas de energéticos de los Estados Unidos (varias de las cuales están entre las más contaminantes del mundo, pero aquí los seudoecologistas las defienden con el cuento de promover el crecimiento).
Y porque en la mira del gobierno federal y el Congreso de la Unión, en poder del partido al que pertenece el Poder Ejecutivo, está promover cambios a lo que fue la coronación del asalto neoliberal sobre la ”Joya de la corona” (los recursos energéticos) mediante la “sobornada" reforma energética.
Pues bien, primero hay que resaltar que, de acuerdo con varios estudios, la artillería de aranceles y bloqueos que han impuesto demócratas y republicanos a nuestro país, y a otros más, ha aumentado de manera notable en los últimos cinco años.
Los aranceles de importación han aumentado de 5.4 por ciento a 12.5 por ciento en los Estados Unidos, es decir, los supuestos campeones del libre comercio le han puesto zancadillas al espíritu de la letra que invocan, aunque no es el único caso pues en todo el mundo no hay un mito más acabado que ese del “libre mercado”, uno de esos cuentos que convenencieramente (por sobornos, en este caso) y por dogma se han tragado nuestros neoliberales.
“Embargos atuneros, aguacateros, tomateros”, de impuestos al acero y al aluminio y etc., etc, etc, están en una lista abundante de medidas proteccionistas de los gobiernos estadounidenses para afectar a los productores mexicanos.
Lo que hay que agradecer a los inversionistas energéticos del vecino país es su sinceridad (o cinismo, como se quiera ver) cuando piden ayuda de su gobierno porque sus millonarias inversiones pueden frustrar sus también muy millonarias ganancias.
Por lo demás, eso de que Estados Unidos y México van a crecer económicamente con esas inversiones no se los cree ni su abuela; justo ese ha sido el cuento de hadas neoliberal para la devastación de las economías nacionales, la depredación y el saqueo de los recursos naturales.
Ahora bien, nadie pone en duda que gracias a todos esos sobornos y la porquería que se hizo de Pemex durante el último sexenio, dejándolo casi en calidad de difunto, la paraestatal requiere inversiones, pero no hay que confundir eso con el agandalle que se perpetró con la “reforma energética”: la demolición de las instituciones propiedad de la nación para abrir la puerta a la entrega a los depredadores locales y foráneos.