Las condiciones políticas del país cada vez se complican más, derivado del talante centralista del gobierno que encabeza el presidente Andrés López Obrador.
La actitud del mandatario desde el inicio de su gestión ha sido de la misma forma, dictatorial, no permite que nadie le diga qué hacer, o cómo manejar la administración federal.
Es por esta razón que los miembros del Gabinete legal y ampliado deben cumplir con características muy particulares, las que deben estar alineadas a un único esquema, “lealtad ciega”.
Lo anterior se desenmascara luego de la renuncia que presentó Jaime Cárdenas Gracia, a la dirección del Instituto para Devolverle al Pueblo lo Robado, al afirmar durante una entrevista que concedió a Ricardo Rocha, que una de las razones que le motivó dejar la dirección es que al presidente no le gustaba su carácter formalista porque pide una lealtad a ciegas.
Durante una de sus mañaneras, al respecto López confirmó lo que declaró Cárdenas, señalando que tiene razón, sólo que trató de suavizar el contexto de su afirmación, al señalar que: “… pedimos lealtad a ciegas al proyecto de transformación, porque la gente nos eligió para eso, para acabar con la corrupción, las injusticias. Es lealtad al pueblo, no a mi persona. La lealtad a las personas se convierte en servilismo”.
¿Cuál será la diferencia de la que habla, entre lealtad a ciegas al pueblo y no a su persona?
El juego de palabras únicamente confirma la vocación que exige el habitante del Palacio Nacional para todos, que se le conceda todo lo que pide, sin objetar de ninguna manera.
Recién vimos cómo las secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, reculó al comentario respecto de la misoginia que dijo; impera dentro del Gabinete, señaló incluso: “hoy en día hay temas de misoginia muy considerables, una participación mía podría incluso no ser tomada en consideración en ese momento, aunque yo tuviera la razón y aunque estuviera aportando algo importante”. Pero después corrigió, y terminó por culparse, pues declaró que sólo fue su percepción, justificando que tal vez es por su hipersensibilidad en temas de género.
Como quiera que haya sido, lo que deja en claro la secretaria de Gobernación es que algo sucede en las reuniones de Gabinete. Nadie puede poner en duda la capacidad de Sánchez Cordero, pero tampoco nadie se puede arriesgar en asegurar que se le toma en cuenta para aportar en los temas importantes en los que debe intervenir.
Y no es la única del gobierno federal que termina por retractarse de lo que dijo. O que sea incluso el propio López que corrige la plana, como lo ha hecho en innumerables ocasiones con Arturo Herrera, encargado de Hacienda, porque el verdadero titular de esa secretaría es el tabasqueño.
Alrededor de lo que pretende imponer López Obrador en la construcción de lo que el llama cuarta transformación, deben estar los que obedecen, el único que puede mandar, es él. En este tenor, los gobernadores de los estados han visto serios problemas para administrar sus demarcaciones
El control que el titular del ejecutivo federal ejerce sobre los mandatarios estatales es con los recursos, principalmente, porque también se vale del apoyo que por obligación les debe dar en el tema de la seguridad, o de salud, que limita a condiciones muy subjetivas.
La intención es una, conservar lo que ha ganado en poder por encima de las necesidades que le han expresado los titulares de las entidades federativas. Es por lo que 10 gobernadores anunciaron su salida de la Conago, para darle lugar a la Alianza Federalista, la que integran lo estados de Aguascalientes, Chihuahua, Coahuila, Colima, Durango, Guanajuato, Jalisco, Michoacán, Nuevo León y Tamaulipas.
El argumento es que la Conago ya no cumplía la función por la que fue creada, pues ya ni siquiera funcionaba como mecanismo de diálogo, y lo que buscan es encaminar una auténtica colaboración con los demás gobernadores y los niveles de gobierno, que hoy se ha perdido, pero este tema se calienta, existen amenazas separatistas de la federación.
Por otro lado, el gobernador del Estado de México, Alfredo del Mazo Maza, se encuentra muy lejos de esos propósitos. De acuerdo a la política que ha sostenido con el gobierno federal, que robusteció durante el mensaje que ofreció con motivo de su tercer informe de gobierno, se encuentra muy conforme con el trato que ha recibido, dejando ver que seguirá por ese camino.
Olga Sánchez Cordero en representación del presidente, fue testigo de los elogios que el mandatario mexiquense dedicó al gobierno de López Obrador, y puede que se deba en parte, al agradecimiento por el interés de continuar con obras importantes de infraestructura que favorecen a la entidad.
Pero fuera de eso, no hay más. Del Mazo es un político de cepa, los conocimientos que adquirió desde la cuna muestran la preparación que adquirió, pero nadie podría imaginarse siquiera el panorama que se le presentó desde el arribo de su gestión con un terremoto y posteriormente una pandemia.
Los datos que proporcionó en su mensaje al pueblo mexiquense son con respecto de tres años de gestión, pero poco trató en específico de lo que éste dejará por la invasión del COVID-19.
Lo más cercano a la realidad del 2020 que mencionó Del Mazo, fue que: “el confinamiento global provocó una caída histórica en el empleo, un cierre masivo de empresas y un desplome económico que puede representar un retroceso de décadas en el combate a la pobreza, poniendo en riesgo el bienestar de millones de familias”.
Las cosas no se arreglarán sólo con deseos, que es en lo que siempre apoya sus conjeturas López Obrador, la pandemia aún no cede, el resquebrajo económico, político y social aún no manifiestan su real alcance. La pregunta sería: ¿estará en lo correcto Alfredo del Mazo con su posición ante el gobierno unipersonal de López Obrador? El tiempo lo dirá.
