¿La Gran Transformación o la Gran Decepción?

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¿La Gran Transformación o la Gran Decepción?

Domingo, 06 Diciembre 2020 00:10 Escrito por 
¿La Gran Transformación o la Gran Decepción? ¿La Gran Transformación o la Gran Decepción?

MORENA, el Movimiento-Partido con que llegó a la Presidencia de la República Andrés Manuel López Obrador hace dos años, hoy está en busca de su definición en el difícil momento en que se encuentra nuestro país debido a la pandemia y el consecuente decrecimiento económico nacional y mundial por las drásticas y extraordinarias medidas para combatirla.

La ciudadanía que apoya actualmente a MORENA es una singular mezcla de ¨Izquierdistas¨, compuestos de nuevos liberales moderados o radicales (y algunos tecnócratas y neoliberales reconvertidos, entre ellos algunos empresarios y efímeros compañeros de ruta), socialcristianos, socialdemócratas, nacionalistas ex priistas, ex perredistas, Petistas, verde, evangélicos, además del ¨Pueblo Bueno¨ que por diversas razones o emociones han puesto su esperanza en MORENA y su líder (tras el triunfo de AMLO se sumaron los verde ecologistas, maestros del PANAL y el siempre reticente apoyo de la CNTE y otros sectores chapulines siempre dispuestos a saltar a la cargada).

Al tomar el Poder Ejecutivo el nuevo equipo inició la transición del viejo al nuevo régimen mediante una serie de cambios en vistas a lo que se denomina la Cuarta Transformación de la Vida Pública Nacional. Como señala la Guía Ética para la Transformación de México, el Gobierno actual se ha propuesto un cambio en el acuerdo general sobre los principios de convivencia para erradicar la corrupción, y construir un Estado democrático de bienestar y de derecho.

En ese cambio, mediante 20 sucintos consejos se sugiere recuperar normas tradicionales y un avance hacia nuevas nociones morales que permitan resolver dilemas éticos de nuestro tiempo. Para cumplir tales propósitos se propone impulsar una revolución de las conciencias, esto es, construir una nueva ética humanista y solidaria, en la que la política se oriente por el principio del servicio a los demás y el desarrollo no deje fuera a nadie.

Esta transición hacia la Cuarta Transformación se ubica dentro de un difícil contexto internacional y nacional, donde interactúan factores internos y externos. En los años recientes se ha comenzado a reconocer la emergencia de un mundo multipolar con múltiples crisis en todos los aspectos: social, económico, militar, geopolítico, cultural, etc.

La Cuarta Transformación de la Vida Pública Nacional no se puede comprender desconectada de esos grandes cambios internacionales. Por ello, si la primera transformación del país fue la Independencia; la segunda, la Reforma; la tercera, la Revolución, la cuarta transformación de México la entiende el Gobierno actual como una Regeneración Moral y Ética. Un cambio profundo, pero sin violencia. Una Transformación pacífica en vez de un cambio violento, como sí aconteció en los anteriores.

Toda transformación tiene dos aspectos: uno destructivo y otro constructivo. El resultado, si es bueno, significa una destrucción más creadora, de la que surge algo nuevo, mejor. De lo contrario, sólo es una mera destrucción. Una regeneración moral tiene que ser profunda, no endeble. En este caso se está hablando de destruir o al menos disminuir sustancialmente la corrupción que afecta el desarrollo del país desde sus orígenes.

Corrupción e impunidad son fenómenos indisolubles; causa y efecto en reciprocidad, que contribuyen a un aparato gubernamental, empresarial y social nocivos que nutre la corrupta incultura (no cultura, como pensaba un reciente ex presidente), que nos asedia.

La corrupción ha ido extendiéndose tanto que prácticamente acabó contaminando todos los segmentos del gobierno y de la sociedad. De ahí la noción de una “transformación social” profunda, definida como “regeneración nacional” en todos los ámbitos de la vida del país, la base misma de la filosofía del Movimiento que encabezó el Presidente Andrés Manuel López Obrador. A esto se refiere el Presidente al hablar de una “revolución de las conciencias” que toca la ética y la moral no sólo en el ejercicio del poder y de la administración sino en la sociedad en general.

La regeneración se entiende como “un proceso por medio del cual se restablece algo dañado”, lo que se aplica desde un tejido orgánico hasta el plano moral de la persona cuando deja “las malas prácticas, recuperando salud, libertad e integridad…”. Como señala el filósofo mexicano Guillermo Hurtado, cuando se habla de la necesidad de una regeneración social, se asume que la sociedad se encuentra en un estado de decadencia, corrupción, abatimiento.

Tal cual lo ha expresado infinidad de veces López Obrador y lo ha plasmado recientemente el Gobierno actual al presentar la Guía Ética para la Transformación de México.

El Ejecutivo estima que en estos sus primeros dos años de gobierno ya se sentaron las bases para la regeneración nacional, lo que supone permitirá que las fuerzas positivas de nuestra sociedad puedan resurgir. En teoría, la respuesta estaría en seguir esos pasos fundamentales que están esbozados en la Guía Ética que ha presentado el Gobierno. Aunque no todos le dan el beneficio de la duda.

¿Regeneración, Restauración, Reconstrucción Nacional? ¿O Recomposición del poder para la regresión autoritaria al Hiperpresidencialismo?

Sin embargo, cabe reflexionar si en estricto sentido es aplicable a una nación la definición de la “regeneración” como “la reconstrucción que hace un organismo vivo por sí mismo de sus partes perdidas o dañadas”. Como analogía biológica puede pasar pues la Regeneración moral y ética supone un tránsito de la ¨enfermedad¨ a un estado sano y romper con las malas (insanas) prácticas del pasado; en términos de una nación significaría recuperar el rumbo perdido por la corrupción y la impunidad y las oportunidades perdidas por esas malas prácticas.

Restaurar el tejido social a través de la práctica de los valores humanos y culturales es reconstruir sobre nuevas bases para eliminar las enfermedades espirituales que carcomen a la sociedad mexicana: corrupción, crimen organizado, impunidad y disfuncionalidad de las leyes y de la aplicación de la justicia.

Lo anterior implica una recomposición prácticamente total de la sociedad mexicana y de sus relaciones con el mundo, en especial, con Estados Unidos. Más fácil decirlo que llevarlo a cabo. ¿Puede hacerse con una izquierda social, pero unido el país comercialmente a Estados Unidos y Canadá? Y sobre todo económicamente en el grado en que lo está con Estados Unidos.

En la interesante entrevista que recientemente le hizo la revista Proceso al Doctor Lorenzo Meyer, en el contexto del segundo año de gobierno, éste destacado historiador aboga por la restauración de un Presidencialismo fuerte para lograr llevar a cabo el cambio de régimen político que López Obrador pretende. Muchos, pero no todos estarían de acuerdo con el Dr. Meyer.

De hecho, es público y sabido que hoy la oposición cuestiona abiertamente el estilo de gobernar del actual Presidente, como no se hacía ni en tiempos de Echeverría (se cuestionaba al Ejecutivo en reuniones clandestinas, de extrema izquierda y de derecha). El mundo actual de la academia está igualmente dividido y no escapa a la polarización de opiniones en cuanto a su evaluación del Presidente López Obrador. Por ejemplo, en una mesa virtual con motivo de la cuestionada Feria Internacional del Libro en Guadalajara el académico de la UNAM, José Woldenberg, ex titular del IFE, señala que López Obrador “quisiera reconstruir un hiperpresidencialismo” y la socióloga Jacqueline Peschard expresó su temor de una regresión autoritaria. Aunque AMLO les reprochó que invitan a un ¨bloque de conservadores que están en contra nuestra¨, este año la FIL ha invitado a varios intelectuales representativos de la 4T que, por supuesto, la defiende.

Y con ellos todo un mundo polarizado de comunicadores e intelectuales orgánicos (a la defensa) e inorgánicos (al ataque), como en una partida de ajedrez, solamente que utilizando a las pantallas de los medios de comunicación, viejos y nuevos, con internet como tablero.

En el mundo actual en que predomina la ideología de la comunicación es de esperarse que el poder político y el poder económico estén en estado de guerra virtual por la percepción de su imagen, por imponer su narrativa y su interpretación de los hechos y el pensamiento único de cada quien.

Hoy las polémicas preguntas están en el aire. ¿Puede hacer la sociedad mexicana la recomposición deseada por sí misma, sin recurrir ni depender de un Presidencialismo ¨fuerte¨? ¿Puede un Presidente ser fuerte, sin el respaldo mayoritario de la ciudadanía?

¿Puede hacerse la transformación con un gobierno de Izquierda sólo en lo social y Conservador en lo económico, muestra de la polarización real de la sociedad?

¿Se mantendrá el respaldo electoral de la población para MORENA y sobre todo para el Presidente en la votación para refrendar su mandato? ¿Y qué camino seguirá el país en la segunda parte del sexenio?

La moneda está en el aire.

Diciembre 2020

 

 

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Javier Ortiz de Montellano

Articulista invitado