Se ha anunciado, con bombo y platillo, el inicio de la aplicación de la vacuna contra el COVID-19 en el mundo y especialmente en nuestro país. Este anuncio da esperanza y fe en el futuro de los ciudadanos que hasta ahora han cumplido con las estrictas medidas de cuidado recomendadas por las autoridades. Sin embargo, el número de infectados y de fallecimientos sigue creciendo y cada vez está más cerca de quienes vemos con asombro los estragos de la pandemia.
Esta situación no es gratuita.
La irresponsabilidad es notable. Por un lado, quienes sentían que la enfermedad era inventada o que se veía muy lejos de ellos y continuaron con las fiestas, reuniones familiares masivas, bailes populares, marchas y manifestaciones o simplemente sin usar el cubre bocas o lavarse las manos constantemente y por el otro, autoridades de todos los niveles que consideraron que era mejor proteger la economía que la salud y nunca pusieron en una balanza el bien común que es lo más importante, verdaderamente.
Los cálculos indican que la vacunación deberá concluir el año siguiente y la pandemia podría ser controlada, sin embargo, se piensa que podrá terminar hasta que se tomen otras medidas, y lo más triste es que se perdieron muchas vidas, murió gente muy cercana, familiares, amigos y conocidos y esa huella será permanente en nuestras almas y nuestros corazones, gente de todas las edades, con futuro prometedor, con muchos sueños e ideales que fueron coartados, en muchas ocasiones, por la irresponsabilidad de otros, por lo menos yo tengo datos muy ciertos, de dos familias que se han infectado, por realizar reuniones que podían haberse evitado y cullas consecuencias han sido fatales y la responsabilidad de esto, la llevarán en hombros los organizadores y quienes no entendieron lo peligroso de la enfermedad.
Se menciona en los medios que el mes de noviembre fue clave en el repunte de la pandemia y si regresamos el tiempo podemos ver cómo causa las festividades de muertos que, aún con las prohibiciones, en muchos lugares se realizaron.
La pandemia podría concluir en el siguiente año, pero como lo mencioné, estimados lectores, la huella será permanente y dolorosa, ya falta menos tiempo, pero los cuidados y precauciones deben ser mayores, no debemos confiarnos y si somos precavidos podremos evitar la enfermedad.
Por cierto: otro factor que debe preocuparnos es el frío que en este momento se percibe en todo el país; recordemos que este puede causarnos otras enfermedades que también son mortales, debemos cuidarnos, verdaderamente.