Muy pocos pueden presumir, al encontrarnos a unos días de finalizar el fatídico 2020, que el año que fenece algo bueno ha dejado, al menos no para la mayoría y no sólo de mexicanos, sino para los ciudadanos de todo el mundo.
Todo el 2020 fue dominado por la pandemia que provoca el SARS-CoV-2. Obligó, de entrada, a que los diferentes gobiernos urgieran medidas para contener el avance de la enfermedad que a inicios del año aún se desconocía su verdadero potencial.
Tomó por sorpresa a todos, empezando por el continente asiático, para regarse después por todo el mundo. Fue inevitable porque en la actualidad, la movilidad de millones de personas por todos los rincones de la tierra facilitaron su propagación.
Las consecuencias de no tomarse en serio lo que se alertó desde el país en el que surgió, Wuhan, China, pronto se dejaron ver, especialmente en el continente Europeo. La información y testimonios en los medios de comunicación empezaron a dar cuenta de lo terrible que se mostraba el nuevo Coronavirus cuando no se tomaban las medidas correctas.
Sufrieron Italia, España, Inglaterra, ente otros, por haber minimizado el impacto que arrojaría a la población la poca o nula preparación para amortiguar el golpe que representaba el arribo a sus países del COVID-19.
Peor aún; el continente americano fue testigo de lo que venia ocurriendo, hubo tiempo para prepararse de mejor manera, pero no se hizo, y el microscópico enemigo pegó con fuerza en donde los líderes subestimaron su impacto, como Estados Unidos, Brasil y México.
Los estudios científicos dieron resultados al haber desarrollado vacunas en contra del coronavirus, lo que celebró la Organización Mundial de la Salud y en general, el mundo entero.
Todas las naciones se preparan para esparcir las vacunas a sus ciudadanos y ajustan la logística para que llegue a todos ellos. En México, bueno, en México en donde todo se politiza, se ha emprendido una discusión sobre quién y cómo debe realizarse la vacunación.
Ridículo cuando se trata de millones de familias, de las cuales, miles sufren hoy mismo por la pérdida de un ser querido. El dolor, la angustia y el miedo se han apoderado de gran parte de la población por esta causa, aunque desafortunadamente no es compartida por otros tantos que hacen caso omiso a las advertencias de las autoridades.
Y así está cerrando el 2020 con un diagnostico reservado por la cantidad de muertos que aún faltan, las autoridades del sector salud han dado un preocupante grito de auxilio, los hospitales, personal y equipo se encuentra al punto del colapso, y el número de contagios no cede.
Además, increíblemente a 9 meses del arribo al país del virus, las autoridades se han dado cuenta de que la pandemia no representaba un simple catarro, hasta más leve que la influenza, sino que se trata de un enemigo bastante peligroso, las consecuencias de esa indiferencia saltan a la vista.
Y bien, la pandemia también dejará estragos profundos en la economía, el desempleo, el crimen, la violencia intrafamiliar. El encierro obligado ha sacado lo más obscuro de muchos y la convivencia se ha convertido en un martirio para miles de familias.
No puede dejarse a un lado el hecho de que en el país del norte habrá cambio de presidente, y las condiciones que se han presentado hasta el momento no son las mejores para construir una relación bilateral que genere confianza y con ella, desarrollo, principalmente en beneficio para México.
Aunque no es únicamente la relación con los Estados Unidos, con el resto del mundo no es mejor. El desprecio por las energías limpias de parte del gobierno lopezobradorista ha distanciado al país de los demás.
El final del 2020 deja una estela de dolor, de angustia y de tristeza, mucha tristeza. Pero el 2021 no presenta la mejor cara para guardar la esperanza de que sea un feliz año. Como resultado de las fiestas navideñas y el mal manejo de la pandemia, ésta continuará con su terrible marcha fúnebre.
Además, el golpe por la caída de la economía empezará a dejarse sentir con todo su peso, especialmente porque al aumentarse el salario mínimo unilateralmente por parte del gobierno federal, sin ser consensuado con el sector empresarial, dejará un cementerio de pequeñas y medianas empresas que se sumarán a las que han fenecido en este año.
Por esta razón, será muy difícil la recuperación de fuentes de empleo, sobre todo, bien remunerados. Al desempleo que llegó junto con el arribo de la pandemia, se deben sumar los miles de burócratas despedidos del gobierno federal, en donde pasaron por la guillotina a trabajadores calificados y que habían hecho del servicio civil de carrera su sostén.
Ahora bien, la esperanza para muchos, que se guardaron en sus domicilios y obedecieron las indicaciones para protegerse del coronavirus; es la vacuna, pero tendrán que esperar aún más hasta que las autoridades se pongan de acuerdo, debido al pleito increíble que se traen entre gobernadores y ejecutivo federal.
¿No debería ser prioridad el interés del pueblo?. Será también y para acabarla, un año de elecciones, habrá que tomar respiro para todavía tener que soportar las campañas.
No hay mucho qué festejar. Pero sí se debe valorar el aprendizaje que el encierro nos ha traído. De q