Llegamos al Día Internacional de la Mujer de 2021 con más violencia intrafamiliar padecida por las mujeres y las niñas, más feminicidios, más desapariciones, y víctimas de la burla política de sostener a un violador en la candidatura al gobierno de Guerrero, además del centro de la Ciudad de México amurallado.
Hoy, las mujeres ya no somos las mismas: no somos más tímidas violetas que se arredran ante cualquier grito, golpe, acoso, tocamientos o amenazas de pérdida de los hijos o del exiguo apoyo económico que reciben. Ya no somos las mismas, no más a la doble jornada y a la indiferencia de la autoridad, a las circunstancias de injusticia e inequidad. Ya no somos las mismas, dejamos de callar. Ya no somos las mismas, seguimos luchando.
Ciertas de la misoginia y desinterés de la autoridad a nuestras causas, y de la falta de reconocimiento de los derechos humanos de las mujeres, hemos tomado conciencia que estamos por nuestra cuenta, que tenemos que estar unidas para alcanzar las reivindicaciones por las que se ha venido luchando. Hemos de visibilizar, de gritar, de exhibir y estar por las que ya no tienen voz para lograr el ejercicio pleno de nuestros derechos.
Las mujeres nos estamos convirtiendo en el contrapeso del poder, en el grupo mayoritario que cambiará y decidirá el rumbo del nuevo tiempo que está naciendo.
El 8 de Marzo de 2021 se recordará a la CDMX como una ciudad amurallada convertida en una fortaleza militar que comunica la distancia entre la autoridad y las mujeres (el 52 por ciento de la población) a las que se les niega la interlocución.
La Ciudad de México llena de vallas fue tomada por el Movimiento Feminista y convertida, la noche del 7 de marzo, en un memorial de las muertas y desaparecidas, cuyos nombres se pintaron y se velaron, además de proyectarse en el frente de Palacio Nacional las causas del Movimiento, a pesar de la estrategia militar montada.
En el hogar, en la calle y en los centros de trabajo se sigue enfrentando abuso, violencia, discriminación, marginación, violación, feminicidio ¿Hasta cuándo?
Somos la voz de las hijas, de las madres, de las niñas, de las amigas, de las maestras muertas o desaparecidas. No olvidemos Ecatepec ni Ciudad Juárez.
