No es motivo de sorpresa que el Partido Revolucionario Institucional haya alargado lo más posible, el dictamen de procedencias e improcedencias, correspondientes al proceso interno y de interés supremo para los aspirantes a ocupar algún cargo de elección popular en las siguientes elecciones del seis de junio.
No es sorpresa por dos razones fundamentales; la primera, que, ante el embate de Morena y sus aliados, es imprescindible tener el tacto bien medido sobre las acciones a realizar, pensando en cómo arrebatar los puntos clave del empoderado grupo de izquierda; por otro lado, para el tricolor, resulta elemental tener el control sobre sus huestes, grupos que por aquí y por allá, no pierden el tiempo en afilar su armadura, para poder contender en las urnas.
Sin embargo, este segundo motivo es también una preocupación máxima. En municipios de vital importancia, la coalición cayó bastante mal, truncando las aspiraciones de grupos de poder que fincaban sus ilusiones en la próxima contienda y que, sin duda, en gran número, han decidido migrar esas aspiraciones a la oposición; lamentables decisiones que dejan al descubierto que aún hay políticos que privilegian el interés personal, por encima de los intereses colectivos. También los hay quienes, a pesar de gobernar municipios priistas, han tomado decisiones que a los grupos internos no sientan bien, y es que, a pesar de tener como bandera el discurso de la unidad, han cerrado filas, que se asumen más como el pago de compromisos, que la legitima oportunidad de formar parte de una planilla.
Ciertamente, el desencanto de las decisiones es una avalancha de emociones para todos aquellos que en su momento decidieron formar parte de la democracia interna, debido a que parece ser una más de esas anécdotas donde los de convicciones se quedan en el intento, los compromisos con el puesto, y los enviados como relleno. No es de sorprenderse, pero sí de preocuparse, puesto que recuperar lo antes perdido o mantener el poder, debería ser el objetivo primordial, basado en la transparencia de los procesos. Antes decían, trabajo mata grilla; ahora distantes del contacto con la gente y a través una pantalla, repostería y fitness, matan grilla y trabajo.
En fin, siempre he dicho que cómo elijan los partidos a sus candidatos es una cuestión de política contenciosa interna, que corresponde a sus principios y ambiciones, y que no siempre representan a toda la militancia. Lo que no hay que perder de vista es que, siendo la bandera de un partido, debemos asumirlos con mayor seriedad, pues serán los futuros gobernantes, cosa que sí debe de importarnos, porque la legitimidad interna debe ser reflejo de la legalidad popular.
