Como zonas calientes son conocidos, en el argot policial, los lugares donde cimenta sus raíces la delincuencia, la común y la organizada.
Desde hace muchos años, el sur del Estado de México se ha considerado como una zona caliente, recuerdo muy bien, estimados lectores, los sembradíos de marihuana que se escondían en las cañadas de Nanchititla, las incursiones con el ejército mexicano para destruir esos sembradíos, operativos que en muchas ocasiones terminaban en enfrentamientos con armas de alto calibre y, afortunadamente, aquí seguimos.
El tráfico de estupefacientes de la zona sur del Estado de México, donde convergen también los Estados de Michoacán y Guerrero, no es historia nueva, la pérdida de vidas de policías tampoco, sin embargo, la aparición de los cárteles de la droga que buscan el dominio de esa zona, ha vuelto cruenta y sin cuartel la lucha en contra de esta lacra social.
El gobierno Federal lo sabe desde hace muchos años, no pueden decir lo contrario, las zonas están identificadas, los grupos y cárteles también y las cabezas son bien conocidas, desafortunadamente el problema se ha dejado crecer.
Con independencia de lo comentado, la zona es agreste y difícil de conocer y la circunstancia de tener los límites con dos estados más hace que la búsqueda y persecución de los delincuentes, que conocen perfectamente la zona, sea muy difícil.
Qué terrible y triste que se hayan perdido trece vidas, de servidores públicos en cumplimiento de su deber, y que terrible que mientras no se demuestre la fuerza del estado y la conciencia de la sociedad, se seguirán perdiendo vidas, porque si la autoridad no demuestra que puede con la delincuencia y la sociedad no coopera o sigue callada, el problema seguirá creciendo inevitablemente.
Mi sentido pésame a las familias de los compañeros que perdieron la vida, un recuerdo de honor para ellos, mi reclamo para quienes no denuncian, se esconden o apoyan a la delincuencia y mi respetuosa solicitud a la autoridad para que pronto se haga justicia a quienes murieron en cumplimiento del deber.
Nadie sabe el sentimiento de soledad y desesperación, ante el ataque cobarde que se da en una emboscada, solo quien lo vive puede decirlo y no se le desea a nadie.
Por cierto: Desafortunadamente el fin de semana largo que acabamos de pasar, puede ser una muestra de lo que nos espera la Semana Santa. Por favor, seamos conscientes y no permitamos un tercer repunte de la enfermedad, en casa se puede vacacionar.