El Peligroso Juego Irracional de la Bolsa en Estados Unidos
Las grandes caídas de la Bolsa de Valores de Estados Unidos (medidas por el índice Dow Jones) han sido la Gran Depresión de 1929 (disminución del -89%), el Lunes Negro de 1987 (-31%), la Recesión del 2000 (-34%) y la Gran Recesión de 2008-2009 (-49%).
La Gran Depresión de 1929-1932 causó la crisis bursátil más severa hasta la fecha. La disminución se produjo durante un período de aproximadamente 34 meses, pero los mercados tardaron casi 30 años en recuperar su mismo nivel en el índice Dow Jones de la Bolsa de Valores, desde 1932 en que tocó fondo hasta recuperar en 1961 su pico anterior a la crisis.
La crisis bursátil de 1987 tardó 2 años en que el Dow Jones regresara a su nivel. La Gran Recesión de 2008 vio caer los mercados en un 49% durante un período de 16 meses y tardó 4 años en recuperar su nivel anterior a la crisis.
En comparación, en la pasada crisis impulsada por la pandemia del Coronavirus y las turbulencias en los mercados del petróleo crudo, el índice del Dow Jones cayó 28% entre el 11 de febrero y el 12 de marzo de 2020, una fuerte caída pero de muy corta duración y para fines de noviembre del año pasado ya había recuperado lo perdido y empezaba a rebasar el pico anterior a la crisis.
Evidentemente, la enorme inyección monetaria y de crédito barato impulsada por las autoridades e instituciones americanas pertinentes propiciaron esta rápida recuperación y amortiguaron la recesión (el producto de Estados Unidos cayó 3.5% en 2020).
En noviembre la Bolsa americana recibió con entusiasmo el resultado de las elecciones presidenciales y subió un extraordinario 11.8%, el mejor incremento en un mes de noviembre en su historia. En diciembre creció otro 3.3% y pudo cerrar el año con una ganancia de 7.25% a pesar de la fuerte caída al inicio del año. Al empezar 2021 el índice Dow Jones tuvo una ganancia de otro 2%, pues los inversionistas institucionales reafirmaron su confianza en la nueva Administración.
Un hecho curioso sucedió en enero con el caso de los vendedores en corto de las acciones de la empresa Gamestop, que ha estado en mala situación desde antes de la crisis por el desplazamiento de su producto debido a la competencia del servicio digital, pero que por una loca especulación han subido exorbitantemente.
Los vendedores en corto son inversores aficionados especialistas que investigan acciones que podrían bajar de precio. Cuando los vendedores en corto identifican un caso similar, piden prestado y venden las acciones, con la esperanza de volver a comprarlas a un precio más bajo más adelante. Los mercados financieros suelen ser estabilizados por inversores racionales: si los locos llevan a las acciones a un nivel absurdo, la gente reflexiva toma el otro lado de la operación hasta que los precios se reconectan con la realidad.
Esta vez es diferente. Los especuladores de GameStop no están simplemente frenéticos por esa acción. Su objetivo es destruir a los corredores que vinculan los precios de las acciones con el valor razonable, a la élite de Wall Street con sus fondos de cobertura y veteranos vendedores en corto.
Se calcula que ya una quinta parte de los inversionistas en bolsa comercian directamente por su cuenta pero no lo hacen aisladamente sino al usar internet sus compras son como un flash mob -una multitud relámpago- financiera, agrupada en Reddit que compraron un montón de opciones de GameStop y los vendedores en corto tuvieron que comprar acciones para cubrir sus ofertas perdedoras.
Este enfoque en una acción demandándola la hace subir de precio. La acción de GameStop había bajado de 57 a 4 dólares en los últimos 7 años al ser desplazado su producto adquirido en supermercados y tiendas fijas por el servicio digital en internet, y en unos días de enero subió a más de 1700% gracias al supuestamente ¨concertado espontáneamente¨ ataque relámpago; todavía está por verse si atrás de este fenómeno no están conspirando unos cuantos ¨tiburones¨financieros.
El fenómeno alcista se está dando en otras acciones en similar situación, lo que hace muy peligrosa la inversión en Bolsa que igual de rápido puede contagiarse al alza, como a la baja. Y luego la mayoría que entró tarde al juego, acabará frustrada y furiosa muy rápidamente cuando paradójicamente el juego de esas acciones se pare (GameStop).
La Razonablemente Pesimista Bolsa Mexicana
La Bolsa Mexicana de Valores ha seguido un comportamiento negativo propio. En junio de 2017 alcanzó su máximo histórico hasta ahora, con 51,713 puntos y desde entonces empezó a descender hasta mediados de 2019 en que registró 37,716 puntos, una caída gradual en año y medio de casi 27%.
En la segunda mitad de 2019 iba rumbo a la recuperación cerrando el año el índice con 44,261 puntos, recobrando 17%. Pero se atravesó la pandemia y el Índice pasó de un máximo de 45,338 el 12 de febrero de 2020 a 32,964 el 23 de marzo, otra caída de 27% en 39 días. De ahí empezó gradual y erráticamente a remontar hasta cerrar 2020 con 44,066 puntos, una recuperación de casi 34% en nueve meses, pero apenas suficiente para cerrar al mismo nivel que antes de la crisis del coronavirus, sin pérdidas pero sin ganancias.
Sin embargo, en enero de 2021 cerró el índice en 42,985 puntos, una pérdida de 2.5% en el primer mes del año y todavía 17% abajo de su punto más alto en junio de 2017.
La caída de la economía mexicana en 2020 fue de 8.5%, con fuerte desempleo, a pesar de los apoyos gubernamentales y los créditos del Banco de México a las empresas. Aunque con relativa estabilidad en la inflación y el tipo de cambio.
Algo puede ayudar a la economía mexicana si se da pronto la recuperación en Estados Unidos, pero con las complicaciones de la pandemia y la lenta vacunación no se ve una rápida salida y siempre hay el riesgo de una recaída tanto en la Bolsa como en la economía en general, tanto allá en Estados Unidos como acá en México.
Con el agravante para México que por acá no hay más dinero extra para impulsar la economía, sólo en créditos, con el turismo detenido y las exportaciones debilitadas, salvo las remesas de los mexicanos de allá que han aumentado a pesar de la pandémica recesión gracias a que los arriesgados paisanos están dispuestos para los trabajos en persona (de los que la irrespetuosa chachalaca Fox decía que ¨no quieren ni los negros¨) y a veces hasta algo les toca a los migrantes de las extraordinarias ayudas en efectivo que ha repartido el gobierno de allá y a lo mejor hasta vacunas más pronto que si estuvieran acá.
Oro
Si hay algo irracional es el comportamiento del oro, aunque su compra a la larga resulta razonablemente redituable. Pero para considerar el Oro como inversión se necesita tener bastante efectivo y mucha paciencia. En lo que va del siglo 21 el precio del oro ha ido de 400 dólares la onza en el año 2000 a un máximo de 2,067 dólares el 7 de agosto de 2020. El año pasado el precio de la onza de oro ganó 25%.
Plata
La plata tiene un componente más racional que el oro en cuanto a su comportamiento, por ser de uso industrial y no sólo tener valor como bien refugio ante la incertidumbre. Además, su precio es más accesible. La onza cerró con valor de 26.40 dólares con un incremento de 44% en el año. En el año 2000 su precio era de 4.95 dólares la onza.
En fin, no hay pronóstico más razonable que el de la incertidumbre. Después del Coronavirus cualquier cosa puede pasar. El consejo más razonable es de diversificar sus inversiones y estudiar bien las opciones. Los instrumentos de renta fija apenas cubren la inflación y eso para los grandes ahorradores que pueden invertir en Bonos del Gobierno. Pero sí bajan demasiado las tasas de interés que pagan los bancos, el dinero puede canalizarse a la Bolsa, con todos sus riesgos, a los inestables en el corto plazo metales preciosos como el oro y la plata, a las especulativas divisas u otros bienes refugio como los también muy vulnerables bienes raíces, sobre todo fiscalmente.
Mientras lo piensa, le recomiendo un viejo pero vigente libro del destacado economista Charles P. Kindleberger: Manías, pánicos y cracs: historia de las crisis financieras. Con más de seis reediciones actualizadas por Robert Aliber para la Editorial Ariel, este clásico fue originalmente publicado en 1978.
El economista Kindleberger echa un vistazo desde la burbuja de la Compañía de los Mares del Sur y la manía de los tulipanes, hasta los esquemas de Ponzi (pirámides financieras fraudulentas), las crisis bancarias y otras distorsiones como las más recientes crisis financieras hasta la brutal caída de la banca Lehman en 2008 y la bancarrota de Europa, que se han producido en unos mercados supuestamente eficientes.
Faltaría incorporar el análisis de la crisis en curso y sus consecuencias en una futura edición. Mientras tanto esta lectura puede si no hacerle rico, sí al menos ilustrarlo y tal vez evitarle que se empobrezca más rápidamente de lo que ya lo ha estado haciendo el virus, tan contagioso o más como el contagio especulativo que caracteriza al Capitalismo, como era en el principio, con todas sus variaciones y variables en el Neoliberalismo y sus variantes y tragicómicas variedades en el Postneoliberalismo el espectáculo financiero debe continuar, ahora y siempre, por todos los siglos de los siglos, amén.