El VIH y el SIDA en México y en el mundo han dejado en su todavía corto camino una contribución que seguramente suman millones de páginas. Por lo que toca a nuestro país, el movimiento homosexual y enseguida el de las lesbianas, había cobrado cierta relevancia política en la antesala de lo que sería el SIDA. Ambos movimientos sociales, con distintas fuerzas y tramos de avance, habían pugnado por el cese a las redadas, golpizas y extorsiones que padecían frecuentemente por parte de la policía; reclamaban su derecho a expresarse públicamente en lo político, en lo personal, recreativo y por ende en lo cultural.
La Ciudad de México y otras capitales como Guadalajara, Jalapa, Monterrey y Acapulco (Toluca brilló por su candorosa ausencia) eran centros de resonancia en torno a los derechos cívicos de homosexuales y lesbianas que clara o furtivamente buscaban recuperar su propia condición humana. Mientras estas fuerzas estaban en esa lucha, cual tsunami, la letal infección se constituyó en un parteaguas no solo de tipo epidemiológico sino también social. El padecimiento --a rajatabla y sin la menor consideración-- comenzó a sacar del clóset a propios y extraños durante la década de los 80 y todavía durante gran parte de los años 90.
En el año 1984 Robert Hudson, el famoso y atractivo actor que filmaría más de 45 películas, un ícono del cine de Hollywood, tuvo el primer hueco en la historia de esta pandemia cuando se dio a conocer que padecía esa letal enfermedad, mientras rodaba la serie Dinastía y, se llevaba la mar de bien nada menos que con los Reagan de aquellos ayeres. A partir de ahí, algunos teóricos han considerado que dio inicio la era de los post-homosexuales. En otras palabras, no sin complejos bretes el VIH y el sida, al paso del tiempo, han proporcionado mayor fuerza al tema de la sexualidad y su libre ejercicio; al derecho humano que tenemos las personas adultas para definir cómo queremos ser felices; con quién queremos vivir nuestra capacidad sexo-erótico-genérica y cómo deseamos ejercer libremente nuestra orientación sexual.
Somos parte de los países que reportan una epidemia de tipo concentrado; es decir, no generalizada. Actualmente se estima que existen 225 mil personas que viven con este virus. Prácticamente 30 % de ese universo desconoce que es portador(a). Cuatro de cada diez casos tienen entre15 y 49 años de edad. Ocho de cada diez son de sexo masculino. En orden decreciente, la mayor parte de los casos están agrupados en: Mujeres Transgénero (MT), Hombres que tienen sexo con Hombres (HSH), Hombres Trabajadores Sexuales (HTS), Mujeres Trabajadoras Sexuales (MTS) y Personas Usuarias de Drogas Inyectables. Seguiré…
Red Internacional FAMECOM
