Hace unos meses, antes de la locura de las elecciones, le hicieron una entrevista al titular de la Secretaría de Seguridad (SS) del Estado de México, Rodrigo Martínez-Celis Wogau, quien aseguró que el único método para erradicar los feminicidios es la policía de género, integrada por 113 elementos, quienes siempre están listos para atender a las personas que vean vulnerada su integridad, dándoles acompañamiento, pláticas, órdenes de protección, atención psicológica, etc.
No es el único programa, también tenemos Spotlight, iniciativa que promueven la Organización de las Naciones Unidas y la Unión Europea. Esta iniciativa es un programa que pone énfasis en el acceso a la justicia, la lucha contra la impunidad y el fortalecimiento del monitoreo institucional y de los sistemas de información.
También se han instalado 42 Unidades de Género en dependencias gubernamentales y organismos autónomos, en las cuales se implementa el Protocolo para la Prevención, Atención y Sanción del Hostigamiento Sexual y Acoso Sexual.
Es decir, lo que nos sobran son programas y acciones, lo que nos faltan son resultados.
Le explico, el Sistema Nacional de Seguridad Pública precisó que en enero se perpetraron 11 feminicidios; en febrero, 14; en marzo, 10; en abril 14, y en mayo, 11. Repuntaron los casos de violación y se considera a mayo el mes más violento por el número de asesinatos.
Debido a esto, el gobierno federal desplegará una estrategia de combate para reforzar los programas sociales y movilizar elementos de la Guardia Nacional. Eso conlleva a militarizar algunos lugares, como Ecatepec, Nezahualcóyotl, algunos lugares de Guerrero, etc.
Y empieza la preocupación obvia de la militarización. No es secreto que ante la entrada de los militares siempre existe el temor de las violaciones a los derechos humanos, al abuso de poder y la corrupción de la milicia por tratos con el narco.
Pareciera que esto no tendría por qué influir en absoluto en la violencia contra las mujeres, pero sí. La trata de personas es una de las fuentes económicas más fuertes del narcotráfico. Al tener tanta demanda, el rapto, violación y explotación de mujeres es una práctica normal, por lo cual es necesaria la ayuda de distintos poderes, entre ellos cuerpos policíacos o militares para poder pasar retenes y camuflajear lugares de prostitución.
Como ven, hay más incertidumbre que certeza ante la lucha contra la violencia de género, sobre todo cuando en lugar de aminorar la violencia, crece y crece. Estas elecciones fuimos testigos de hechos bochornosos como el asesinato de Alma Rosa Barragán quien fue asesinada durante un acto de campaña.
De acuerdo con los lineamientos de la #3de3VsViolencia, que surgió como un exhorto a los partidos políticos y candidatos a transparentar y abstenerse de incurrir en violencia familiar, sexual y de género.
Resultado: 105 denuncias por alguna de estas faltas en candidatos. Además del uso excesivo de lenguaje sexista, racismo, discriminación de género, denostaciones, etc.
¿Los partidos políticos respetaron esto? Como dicen, el chiste se cuenta solo. El más claro ejemplo de la burla a estos lineamientos fue Salgado Macedonio, que, después de ser acusado de abuso, fue destituido e incluso amenazó a los consejeros y consejeras del INE.
No fue todo, después pusieron de candidata a su hija Evelyn Salgado y ganó la gubernatura de Guerrero.
No hay peor violencia que la ejercida en contubernio con las propias mujeres.
En fin, mucha promesa, poca acción y la violencia hace gala en todos lados.
Noemí Muñoz Cantú
Directora de la Revista Ganando Espacios
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