Hoy hablaremos de algunas anécdotas de un joven revolucionario, que antes de cumplir los 21 años es destinado gobernador del Estado de México; él es el doctor Gustavo Baz Prada.
“El doctor Baz no es un buen hombre; es todo lo contrario: Un hombre bueno. Siente la miseria y siente en sí mismo la obligación de remediarla. Por muy altos que sean sus méritos como organizador, como cirujano y como educador, tiene por encima de todos, no solo para nosotros sus amigos, sino para todo el mundo, la casualidad fundamental tan rara y preciosa de conmoverse con el dolor humano, de poner su inteligencia y su corazón al servicio de los otros hombres. Y esta bondad dinámica de Baz es la que ha iluminado su camino, y la que seguirá guiándola en su futuro”.
Antonio Caso.
Filosofo.
Gustavo Baz Prada nació el 31 de enero de 1894 en Tlalnepantla, Estado de México; fue el cuarto de seis hijos del matrimonio de Eduardo Baz y de Sara Prada de Baz y nieto de Rosendo de Prada y Josefina Thompson. F un médico, político y revolucionario mexicano, que ocupo los cargos de gobernador del Estado de México, senador, Rector de la Universidad Autónoma de México y secretario de Salubridad entre otros cargos.
Sus estudios primarios de Baz fueron en la ciudad de México, pero al morir su padre se vio obligado a mudarse a Zacatecas, donde continúo estudiando hasta el año de 1908, cuando se traslada a Guadalajara, concluyendo ahí sus estudios primarios en el colegio “Liceo de Varones”. En 1912 termino el siguiente nivel, en el Instituto Científico y Literario de Toluca. Para el año de 1913, con una beca del Colegio Médico Militar y con el grado de sargento, inicia la carrera de medicina en la Escuela Nacional de Medicina; titulándose como médico cirujano el 1 de mayo de 1920 en la Universidad Nacional de México.
Durante 1925, estudio técnicas quirúrgicas en diversas instituciones de los Estados Unidos; gracias a sus estudios y trayectoria, el 11 de octubre de 1935 fue nombrado director de la Escuela Nacional de Medicina y, al mismo tiempo, de la Escuela Medico Militar.
Por lo anterior ante el asesinato cruel de Francisco I. Madero y José María Pino Suárez, perpetrado por Victoriano Huerta, Gustavo Baz, entonces estudiante de medicina, decide incorporarse al movimiento revolucionario para curar a los heridos, perteneciendo a la brigada del general Francisco V. Pacheco. Posteriormente en una reunión el 14 de diciembre de 1914, con unos oficiales pertenecientes a la mencionada brigada, es electo gobernador provisional del Estado de México contando con tan solo 20 años. Ejerció el cargo casi durante un año, reorganizando la administración regularizando los cursos escolares, restructurando el Instituto Científico y Literario. Con la misión de resolver problemas agrarios, de agua y económicos, también mando imprimir billetes durante su gobierno.
Años más tarde, en 1940, el presidente Manuel Ávila Camacho designo a Gustavo Baz secretario de Salubridad y Asistencia. Durante su gestión se construyeron diversos hospitales en el país, entre ellos, el Centro Médico Nacional y los principales institutos científicos médicos, como el de Cardiología, Nutrición y el Hospital Infantil. El 2 de diciembre de 1940, el Consejo Universitario de la Universidad Autónoma de México lo nombro doctor Honoris Causa.
Después de haber desempeñado cargos como servidor público y como político, entre ellos el de gobernador del Estado del 15 de diciembre de 1914 al 14 de octubre de 1915 a la edad de 20 años, teniendo como predecesor a Rafael M. Hidalgo y como sucesor a Pascual Morales y Molina; rector de la UNAM, Universidad Nacional Autónoma de México del 21 de junio de 1938 al 3 de diciembre de 1940; Secretario de Salubridad y Asistencia del 1° de diciembre del año de 1940 al 30 de noviembre de 1946; senador de la República del 1° de diciembre de 1976 al 31 de agosto de 1982 teniendo como predecesor a Francisco Pérez Ríos y como sucesor a la licenciada Yolanda Sentíes Echeverría; y, fue electo Gobernador Constitucional del Estado de México (1957-1963), teniendo como predecesor a el Ingeniero Salvador Sánchez Colín y sucesor al licenciado Juan Fernández Albarrán. Dentro de los compromisos de su gobierno considero: el mejoramiento del campesino, el desarrollo de vías de comunicación, renovación de la ciudad de Toluca e impulso a la educación básica, media y superior.
Cuando Gustavo Baz Prada fue gobernador 1914-1915:
La Convención de Aguascalientes se había trasladado a la ciudad de México en plan hostil a Venustiano Carranza. Francisco Murguía, que tan buenos recuerdos dejara en esta querida ciudad de Toluca, la había evacuado yéndose por Ixtlahuaca hacia el interior del país para dar la batalla a Francisco Villa en el Bajío, tal como lo habían planeado los generales carrancistas. Nuestra ciudad se entregó sin resistir a las fuerzas zapatistas que habían estado peleando en los aledaños sin que hubieran logrado apoderarse de plaza sin importancia, con excepción de Tenancingo y Valle de Bravo, donde establecieron sus cuarteles el general Luciano Solís y el coronel Juan N. Alcántara, morelenses ambos.
Es sabido comprender, que desde el año de 1911 Genovevo de la O era muy temido, avanzando hasta el Real de Arriba e instalando sus cuarteles en San Andrés de los Gama. Genovevo, que hasta su ingreso a Toluca no se había puesto ni un pantalón ni chaqueta, era temido por su gran fama de ferocidad, alimentada por los diaristas amantes del sensacionalismo. Además, en sus huestes (conjunto de los seguidores o partidarios de una persona o causa) figuraba Francisco Pacheco, con el grado de general de brigada y muchos otros de los más renombrados jefes que entraron a Toluca en el mes de diciembre de 1914 para instalar un simulacro de gobierno, que de todos modos extendía su jurisdicción por casi todo el Estado de México.
Baz, el medico que hoy mismo será proclamado candidato del partido oficial, se había ido de la escuela de medicina junto con otros muchachos, para auxiliar a las tropas surianas en las tareas de practicante médico. No pensaba sin duda, en combatir; pero en una guerra total como la que ensangrentaba los campos de la Revolución Mexicana, ser pacifico o pretender una neutralidad es absurdo y tonto. Gustavo Baz fue, como otros letrados, nombrado coronel en la brigada Pacheco y con tal grado aparece retratado en la fotografía que el semanario ilustrado Arte y Letras difundió antes que Casasola publicara su notable colección de estampas revolucionarias.
Era un jovencito de 20 años; “un charrito” le llamarían quienes le vieron vestido con su traje ajustado y su camisa de aquella tela que llamaban “nipis” y su enorme sombrero de palma en forma de hongo. Tanto porque en Toluca había estado cuando el gobernador porfirista Fernando González (sustituto de José Vicente Villada) ejerció el poder, y, existen testimonios de que muchos de los vecinos de aquellos años lo recordaban; los jefes de la brigada Pacheco, cuya discreción es menester ponderar y aun admirar, convinieron en poner al jovencito de casi 21 años al frente del gobierno del Estado de México. Ni Linares, ni Quintanilla, ni Rosa Bobadilla de Casas se atrevían a sentarse en una silla como la del gobernador, que ciertamente les era más incomoda que una silla de montar. De ahí que Gustavo Baz, con su figura magra y desmedrada, fuera nombrado con un gran sentido práctico y justiciero, para ejercer el poder más alto en el Estado.
Baz tuvo a su corta edad una misión difícil. El hambre empujaba a los zapatistas a robar; la anarquía hacía imposible el menor orden y, sobre todo, carecía del concurso desinteresado de las gentes de orden que, ignorantes de los fenómenos que determinaban aquel desbarajuste, murmuraban y se ocultaban, deseando en el fondo que se murieran todos aquellos desarrapados, incluyendo al estudiantillo gobernador.
El 15 de diciembre de 1914, Baz tomo formalmente posesión del cargo, varios son los actos que se recuerdan; entre otros la instalación del linotipo que por muchos años manejo el linotipista Mauro Padilla, en los talleres de la que fuera Escuela de Artes.
La temida Rosa Bobadilla de Casas, mujer aguerrida y fuerte carácter, lleno de terror a los pueblos del Valle de Toluca, en su momento ordeno fusilaran a un crecido número de indígenas por el hecho de que habían linchado a un soldado de las fuerzas al mando de la cruel coronela; Rosa perdió la vida en manos del español Manolo Villaverde.
Los fiscales encabezados por el indígena llamado Vidal Flores, lloraban la perdida de los mejores y queridos vecinos. Las pobres indígenas vinieron a Toluca en tropel junto con los más esforzados parientes de los candidatos al paredón y con lágrimas en los ojos, se entrevistaron con el gobernador Gustavo Baz, pidiéndole perdón para los sentenciados a muerte. Baz escucho a los otomíes. Los soldados de Rosa Bobadilla habían robado algunos ornamentos eclesiásticos que para los indígenas significa algo de los más sagrado, y esta era la razón por el cual el pueblo se había amotinado sin saber lo que pasaba, sin saber lo que pasaba en el resto del Estado y sin tener porque respetar a un miserable que no tenía ningún distintivo que lo hiciera aparecer como un “señor”. Como los ladrones sacrílegos eran jefes de la baja graduación en las huestes zapatistas, Rosa la coronela, montada en su caballo se presentó para capturar al grupo de indígenas importantes de San Andrés Cuexcontitlán, y para escarmiento, ordeno fueran fusilados.
La sentencia no se llevó a cabo, Baz perdono a los condenados a muerte, y, con disgusto Rosa Bobadilla de Casas se encaró al joven gobernador. Otros jefes como Linares y Quintanilla también habían sido reprimidos por Baz y todo creaba un gran malestar entre los zapatistas contra aquel jovencito al que habían exaltado.
Un hecho insólito se produjo en torno a Gustavo Baz, que pretendiendo imponer su autoridad, tropezaba con el hecho de que siendo coronel no podía ser obedecido por los generales. La solución fue obvia; en una junta de jefes de la Brigada Pacheco que guarnecía en Toluca, se acordó otorgar a Baz el grado de general brigadier para que así tuviera más autoridad sobre los jefes menores de las huestes zapatistas.
¡El pueblo siempre construye obras dignas de aprecio! Linares, Quintanilla, Rosa Bobadilla de Casas y los otros jefes zapatistas no eran tan orgullosos para sentirse capaces de ostentar la gubernatura del estado, aunque peleaban con un gran denuedo (valor, energía y decisión con que se ejecuta una acción).
Cuando dejaban sin efecto los cheques de Baz:
Un semanario de Tlalnepantla, donde proliferan ahora editores de periódicos, ha reproducido algunos datos biográficos de Baz, pero nada comentaron de los ataques que le lanzaban los constitucionalistas; por ejemplo el general Carlos Tejada, que interinamente gobernó después de que el licenciado Pascual Morales y Molina y el licenciado Rafael Cepeda habían dejado el cargo decía lo siguiente: “Setenta y seis cheques con valor de $ 56,000.00 fueron girados en contra del Banco del estado de México, depositario de dichos fondos; pero al ser ocupada esta ciudad por el señor general y licenciado Pascual Morales y Molina, dio orden el día 20 de octubre de 1915 al gerente del propio Banco, con domicilio en la ciudad de México, para qué quedaran sin efecto dos cheques firmados por el llamado general y gobernador convencionista Gustavo Baz, por valor de $5,000.00 pesos cada uno, salvándose así dicha suma.
Cuando Baz salió de Toluca:
El 25 de octubre de 1915 concluida la aventura revolucionaria del joven estudiante de médico, Gustavo Baz. El general Juan de la Luz Romero, de la división comandada por Pablo González, espero al exgobernador Zapatista, que así daba fin a una etapa brillante de su juventud, convencido de que los huestes de miserables peones insurrectos nunca triunfarían.
Varios días antes habían ocupado la ciudad de Toluca las fuerzas de Alejo González, en las que venía, como guía, el capitán retirado Manuel Ruiz Carrillo, que fuera hijo del general Ruiz Meza, el mismo que se atribuye la hazaña de Ixtapan de la Sal, recordada con encono (animadversión o rencor hacia una persona especialmente en la forma de enfrentarse a alguien).
Los soldados del general Desiderio García, que formaba parte de la tropa de Alejo González, avanzaban con muchas precauciones en virtud de que temían la resistencia de los zapatistas. Precisamente a la altura de Lerma, el general Guajardo al frente de su magnífica caballería, se desprendió para atacar a los zapatistas en Metepec, donde hubo un combate cuya esquitera, como lo comentaba en su lenguaje expresivo el capitán Ruiz, se oía hasta la ciudad de Toluca.
Las calles estaban desoladas, ni una persona se asomaba en los balcones, fuera del rostro conocido de la maestra Leonor Sámano Vda. de López Fuentes que el capitán Manuel Ruiz comentaba habérsela encontrado al pasar por el panteón de La Soledad de Toluca, no recuerda haber visto a ninguna otra persona, a pesar de que conocía a muchos, ya que en su niñez Toluca le era familiar.
Los zapatistas habían abandonado todo; pero también habían creado en los días anteriores un gobierno que, en cierto grado, mantenía el orden en la ciudad. El Cuartel Viejo, que muchos conocieron en la calle de Independencia, estaba solo y hasta el llegaron las fuerzas carrancistas de Alejo González, con precauciones no exentas de temor.
La vanguardia carrancista, que avanzaba con el arma lista y el ojo alerta, tropezó con un zapatista, que a la altura del Banco Nacional de México tiraba de un caballo robado; esta vanguardia, integrada casi exclusivamente con oficiales de mucha calidad, hizo blanco en el infeliz zapatista, que cayó en medio de un charco de su propia sangre precisamente a la puerta del Banco en la calle actual de Morelos.
Al llegar a palacio de gobierno, encontraron todo en abandono; pero en orden. Un hombre desconocido se arrojó por uno de los balcones hasta el suelo y su cuerpo quedo tirado mientras los oficiales carrancistas seguían recorriendo todos los lugares donde pudieran encontrarse zapatistas rezagados. Ni uno solo había quedado.
Al preguntar por el gobernador, muchos de los vecinos afirmaron haber sido el último en abandonar la ciudad, ya que había dado muestras de una gran entereza, no obstante, su juventud y el, medio en que actuaba. En efecto, lanzándose a matacaballo por la calle de Villada, los oficiales carrancistas, junto con el general Desiderio García a la cabeza, salieron por el rumbo de la ex hacienda de La Garcesa (hoy en día el Seminario Conciliar, crónica ya descrita) y pudieron ver a lo lejos el polvo que levantaban los caballos de los soldados zapatistas que formaban la escolta del efímero gobernador Gustavo Baz.
Todos se admiraban de la entereza juvenil del estudiante Baz, que, en medio del peligro, sabiendo que en la guerra la vida valía poco, no la escatimo. Con valor espero hasta que todos los soldados evacuaran la plaza y, así, con responsabilidad, hasta que sintió la presencia de la Vanguardia de Alejo González, marcho hacia Temascaltepec, de donde vino más tarde a Ixtlahuaca.
Todo acontecía en el mes de octubre de 1915. Diez meses antes, el 15 de diciembre de 1914, los zapatistas habían entrado a Toluca, también sin resistencia, porque las tropas de Murguía habían recibido orden de salir a combatir a los Villistas en el Bajío, donde perdieron después la batalla de Celaya.
Baz, realizo grandes esfuerzos por mantener el orden en medio de la anarquía propia de los campesinos, que no son diferentes en México de otras partes del mundo. Su labor, entonces, como gobernador, ha sido aquilatada como buena.
Fuente: Gustavo G. Velázquez.