Hoy hablaremos de un personaje en Toluca, que se dedicó en vida, a la docencia, servicio público y a litigar, llegando a ser uno de los abogados más prestigiado de nuestra ciudad: Juan Nava Arellano.
Empezaremos a comentar que Nava Arellano fue uno de los primeros licenciados egresados de la Facultad de Derecho de la UAEMéx, catedrático por más de 40 años; quien comentó en su momento, como se ejerció esta actividad y cómo cambió la forma de impartir la justicia en Toluca. Señala que en los últimos 55 años se dio un cambio radical en la forma en que se ejercía el derecho en nuestra ciudad, debido a la explosión demográfica en la región, así como el crecimiento de los propios juzgados y al número de juicios, ya que el conflicto entre los ciudadanos cada vez era mayor. La Toluca provinciana pagó su costo de convertirse en metrópoli con un fuerte aumento en el número de ilícitos.
En el año de 1955 el licenciado Nava Arellano comienza a trabajar en el Ministerio Público, entró como meritorio, así los llamaban, pero eran esclavos porque no les pagaban y hacían de todo, aunque era poca la población en esa época. Existía un solo turno de 24 a 48 horas. No había servicio en Metepec ni en Zinacantepec; en Toluca se atendía a todos los municipios que conformaban el distrito regional. Si había un muerto en Jilotepec, se iba hasta allá a recoger el cadáver. A medida que la población crece, se hace necesario que también lo haga la Procuraduría General de Justicia (hoy Fiscalía General) y se hacen más agencias del Ministerio Público, quienes fungen como tal eran mal pagados, de ahí arranca todo el problema, por la mala recompensa que se le daban a los que laboran en el MP. Estaban mal preparados y ahora se ha implementado un nuevo sistema que se copia del norteamericano. Pero volviendo a esta época, había sólo dos juzgados penales que se encontraban en la esquina de Juárez y Constituyentes (hoy Instituto Literario), donde se ubicaba la cárcel central. La entrada era por avenida Juárez, como estaban los presos atrás, de ahí los sacaban a las rejas. Los juzgados civiles se encontraban donde ahora es el Palacio de Justicia, y un poco antes estuvieron en Villada, también con el número dos de juzgados civiles para atender a toda la población.
Los juzgados tenían un escritorio, un mecanógrafo, el juez metido por allá en el juzgado estudiando los expedientes para dictar las sentencias y el secretario por el otro lado, tenía que estar a cargo de todo lo que se suscitaba; mientras que el detenido o procesado estaba dentro de las galeras. Entonces eran los mecanógrafos quienes llevaban los asuntos y mal, pero no porque la Ley no fuera la adecuada, sino que no había recursos suficientes para incrementar el número de juzgadores, por lo que la insuficiencia de personal hacía que se alargaran los asuntos, pero no era una deficiencia de la Ley Procesal. Durante la administración del gobernador Juan Fernández Albarrán (1963-1969), trajo como encargado de la prisión de Toluca al doctor en derecho Sergio García Ramírez. Esto generó un cambio, un trato más humano a los presos, porque sinceramente la cárcel que estaba en la esquina de avenida Juárez tenía condiciones deplorables, casi de la edad media, por el infrahumano.
Gracias a Sergio García Ramírez, se tuvo en el Valle de Toluca el primer penal modelo a nivel país, que por muchos años la gente conoció como “La Peni” y que hoy en día es conocido como el penal de “Santiaguito”. vale la pena recordar que fue en el año de 1966 cuando se publicó en la entidad la Ley de Ejecución de Penas Privativas y Restrictivas de la Libertad y se inauguró el Centro Penitenciario del Estado de México, el primero a nivel mundial en su tipo, con lo cual se implantó el sistema de tratamiento progresivo técnico. En ese entonces, se introdujo el periodo preliberacional y la remisión parcial de la pena privativa de la libertad, que dio buenos resultados a finales de los 60’s y durante la década de los 70’s. Ante este hecho, se derribó la cárcel que estaba en avenida Juárez y se llevaron los juzgados penales al municipio de Almoloya.
En cuanto a los juzgados civiles y familiares, después de Villada estuvieron en el Palacio de Justicia (otrora Palacio de Gobierno), pero al haber edificado Fernández Albarrán el Palacio de Gobierno actual, se pensó tener en ese inmueble al Poder Judicial. En el aspecto federal, había solo un juzgado de distrito, nos tocaba en las revisiones del amparo ir hasta Puebla, ya después se estableció un colegiado y un unitario, que son los juzgados federales de mayor jerarquía. Se tenía ya la posibilidad de no trasladarse porque se establecieron en la calle de Sor Juana, donde se encontraba la oficina de correo, después se pasaron más al sur, en esa misma calle, más adelante pasando Morelos. En esa época, la vida en Toluca era tranquila, los delitos que se registraban por lo regular eran robos y lesiones. Los robos eran por carteristas que tenían una habilidad para sacar la cartera, ahora lo hacen con golpes, te amagan con la pistola, hasta en eso eran más decentes los delincuentes. El índice delictivo era relativamente bajo. Casi no existían homicidios y si se daban era en la periferia de Toluca en Tlacotepec y San Juan Tilapa y en otros municipios como Villa Victoria y San Felipe del Progreso, desde luego el sur del estado.
Durante décadas Toluca fue una ciudad tranquila, una dama podía salir y transitar por la noche y no pasaba nada. No había tanto movimiento, eso se reflejaba en el número de juicios civiles, mercantiles y laborales; hasta el índice de divorcios era bajo y ahora, es de las ciudades que más registra estos. No se puede olvidar que, a partir del terremoto de 1985, es cuando se vinieron los capitalinos, porque creció la ciudad y también los problemas sociales. Las calles de Toluca eran tranquilas, ya que no existía mucho tráfico, había dos líneas de camiones los Colón Nacional y los Transportes Urbanos; las líneas foráneas tenían sus terminales en diferentes lugares, no las dejaban entrar al centro. Ahora, se meten los de San Pablo y son procesiones de camiones. Todo era muy sencillo, no había muchos taxis, pero a raíz de la administración del licenciado Pichardo Pagaza nos llenaron de ellos. Se perdió la tranquilidad, era una ciudad bonita y muy tranquila, agradable, aunque la gente era fría como su clima.
Por otro lado, respecto a la Facultad de Derecho era caótico porque al Nava Arellano le tocó estudiar por años, 5 años, lo dividen en semestres, mal, y eso viene de una política divisionista del gobierno, para que se formen líderes. Cuando se hizo por semestre, había los 10, cuando también Nava estuvo en el Consejo de Gobierno de la Facultad el mismo propugnar porque se pusieron los meses nones y pares cuando deben estar. Eso generó un poco la matrícula, se tenía una población anual de 3,000 personas que entraban, y se tenían grupos de 90 y 100 alumnos. Después se dio el sistema abierto y solo se asistía los sábados eso propició una explosión de personas que se decían abogados, también Nava Arellano propugno porque se quitara ya que era un fraude. Después, se logró que se terminara con el sistema abierto que no funcionaba en el medio, se quitaron los 10 semestres y se dejaron los pares y los nones, abatiéndose el número a 300 alumnos. No debemos olvidar, que la Facultad de Derecho es de las más antiguas casi surge junto con el Instituto Literario. Cuando Nava Arellano estudió, estaban ubicados en el edificio central, en ese entonces no era Facultad, era Escuela de Derecho, hasta que se pusieron estudios de posgrado se nombró Facultad. La visión del licenciado Adolfo López Mateos y del gobernador Gustavo Baz Prada, quien gobernó de 1957-1963, ocasionó el regalo del cerro de Coatepec para ser destinado para la construcción de la Ciudad Universitaria, misma que se inauguró en el año de 1964. Hay que reconocer la iniciativa de los licenciados Josafat Pichardo y de Enrique González Vargas, quienes empezaron a ser crítica que se tenía una gran fuga de cerebros de Toluca para el Distrito Federal (hoy CDMX).
Juan Nava Arellano empezó estudiando la carrera de Ingeniería en la UNAM, pero no pudo sostener la carrera, ya que sus padres murieron. Fue hasta que abrieron la escuela de Ingeniería aquí en Toluca cuando se inscribe, siendo uno de los iniciadores, cursando hasta el tercer año, encontrándose también dicha escuela en el edificio central y contando cada grupo con una matrícula de 60 en primer año disminuyendo conforme se iba cursando el año siguiente quedando aproximadamente 35 alumnos. Por azares del destino Nava Arellano, llegó a la Procuraduría que se encontraba enfrente del Poder Judicial, estando ahí Enrique Carbajal quien había sido secretario de una huelga que se había realizado en el Instituto, proponiéndole a Nava Arellano un trabajo, tiempo después lo ascendieron a agente de Ministerio Público, siendo estudiante del 3er grado de ingeniería, pero, así como el, existían a estudiantes que ocupaban diversos cargos.
Guillermo Colín Sánchez, restructuro la Procuraduría, dándole un excelente impulso, era un hombre positivo. En sus inicios Toluca no tenía muchos abogados por mucho eran como 10 en los años 50´s y ya en los 60´s aumento como a unos 40. siendo todavía pocos. Juan Nava termino la carrera, llega el licenciado Juan Fernández Albarrán, se queda sin trabajo, cuando lo despiden estaba cursando el 4º grado de la carrera de Derecho; como no había mucha competencia, don Juan sacó su cédula de pasante para poder laborar. Su tesis la elaboro solo, ya que no había nadie quien lo guiara o asesorara, haciéndola acerca del Juicio de Amparo, eso le ayudó para comenzar a dar la cátedra de Amparo, colocándolo tiempo después en el panal como profesor, donde llegó a dar por más de 40 años, siendo un trabajo que le gustó mucho.
Don Juan Nava Arellano; gran jurista, abogado y maestro, falleció en el mes de mayo del año del 2021.