¿Cuándo sabemos que nuestros hijos tienen talento para algo?
¿Cuándo nos percatamos de que nuestro principal sueño es ver cumplir el sueño de los seres que más amamos?
Estos días me tocó vivir momentos sumamente emotivos, que me hicieron recordar otros tantos. Todos tienen algo en común: jóvenes talentosos que tuvieron la fortuna de que sus padres creyeran en sus sueños.
¿Les suena Oscar López Bustamante? ¿Juan Ignacio Reyes González? ¿Elisa Carrillo Cabrera? Oscar, abriéndose camino como director de orquesta; Juan Ignacio, atleta paralímpico, cerrando un ciclo deportivo, como ganador de múltiples medallas; Elisa, hoy es la primera bailarina del Ballet de la Ópera Berlín, considerada una de las mejores bailarinas de ballet de Europa.
Cuando Oscar tenía nueve años, pidió a sus papás que lo trasladaran desde Tultepec a la ciudad de Toluca, quería escuchar el concierto de German Brass que se daría en la Sala Felipe Villanueva. Hace tres años, Oscar se presentó por primera con un solo de trompeta en esa misma sala, tomó la palabra para decirle a su madre, que aquel viaje había valido la pena.
Juan Ignacio, después de sobrevivir a una enfermedad llamada púrpura fulminante, debió aprender a enfrentar la vida sin brazos y con una pierna. Aprendió a nadar con el único propósito de que su familia pudiera seguir disfrutando de ir a los parques acuáticos, aunque el destino quiso otra cosa: enfrentarlo de manera reiterada a la gloria paralímpica.
Elisa, desde siempre quería ser bailarina, así que nunca dudó cuando a sus 14 años le ofrecieron una beca para irse a Europa. No sabía hablar inglés, así que en ese momento su mayor fuente de comunicación era la danza, de alguna manera sabía que debía eliminar obstáculos para lograr lo que parecía inalcanzable.
Platicaba con Rosario, una amiga, y nos preguntábamos: ¿cómo se concretan los sueños?
Soñando, y dejándonos soñar, me respondió, teniendo cómplices de sueños y luchando por nunca dejar de soñar. Determinación, constancia y disciplina no pueden faltar, pero la fórmula mágica se amalgama, sin lugar a dudas, con amor.
En mi tierra, nos sentimos honrados de tener jóvenes talentosos que nos enseñan con el ejemplo que los mexicanos somos fuertes, que somos guerreros y que la fuerza de nuestra raza nos permite alcanzar las metas más altas.
Ser mexicanos no debe ser nunca un obstáculo para destacar en los escenarios; todo lo contrario, el orgullo y la pasión por nuestras raíces es lo que nos debe dar la fuerza para seguir adelante. La pasión, el esfuerzo, la disciplina son también necesarios, pero la fuerza para no decaer en momentos de tensión, esa fuerza emana del corazón.