Cuando se le preguntó al presidente Andrés López Obrador respecto de la cantidad de homicidios que se suscitaron en el marco del proceso electoral que culminó el 6 de junio durante una de sus presentaciones mañaneras, y los cuales arrojaron una inquietante cantidad de políticos muertos, contestó, restando la importancia que el problema merece; “…es un asunto de la temporada.
Señaló además que: “los medios, no todos, con el afán de enrarecer el ambiente, antes se llamaba sensacionalismo, ahora es amarillismo, la nota roja adquiere un papel relevante. Entonces, como hay ahora una polarización política obvia, de que se agrupó todo el conservadurismo contra nuestro proyecto, los medios han tomado partido, todo esto se magnifica, es normal es un asunto de temporada”. De acuerdo a Animal Político, publicada el 27 de mayo de 2021.
Por increíble e inaceptable que puede parecer la declaración del mandatario, lo es más aún la aceptación de su apreciación, cada vez se asume con la mayor normalidad; pero la simpleza de sus palabras conllevan en el fondo un mensaje del que sí debería ponérsele atención.
La risa irónica con la que acostumbra responder a estas preguntas y su consabido ataque al conservadurismo permite avizorar la nota de que; si algo como lo comentado por las decenas de políticos muertos, no merecen su atención, más que para atacar a la prensa, entonces seguirá colocando absurdos, como la serie de montajes y ocurrencias que normalmente impone a los medios de comunicación como agenda del día.
El mandatario ha acostumbrado a los reporteros verdaderos que cubren la fuente a no preguntar "de más" so pena de ser sometidos a un encarnizado ataque por parte de las jaurías de bots, amlovers y grupos que se les parecen. Porque lo que importa es no incomodar al tabasqueño con preguntas del tipo de: ¿por qué no fue a visitar a los damnificados de la línea 12 del metro?, ¿ese no es su estilo? y ¿qué sí lo es? ¿ponerse panes y flores en la cabeza?, ¿crear simulacros? ¿defender gobiernos autoritarios? ¿cuál es su estilo?
Recién se dieron a conocer las cifras de la inseguridad, las que reflejan los pobres resultados que arrojan los “abrazos y no balazos”, con una impresionante cantidad de muertos que no pueden dejar de contarse. Las cifras que se ofrecen además cada vez se perciben más maquilladas, aunque al interior de la República se sienta otro país, diferente al que presume en sus múltiples apariciones el presidente.
Esas apariciones toman por costumbre anteponer las palabras a las acciones. Pero nunca las palabras podrán ser suficientes como para apaciguar a un pueblo que ve como poco a poco se le escapa lo poco con lo que pudo presumir de sentirse un poco seguro. Son comunidades enteras que dan cuenta de una realidad distante de un presidente empecinado en voltear para otro lado, junto con su impresentable e ineficiente secretaria de Seguridad.
Es precisamente ella, Rosa Icela Rodríguez Velázquez, la secretaria de Seguridad y Protección Ciudadana, un claro ejemplo de la improvisación, quien demuestra además, que no es suficiente el 90% de honestidad y el resto de conocimientos, menos aún, si se trata de un asunto tan importante.
La comparecencia que hizo ante el Senado la flamante secretaria, como parte de la glosa del Tercer Informe de Gobierno, sólo descubre la falta de conocimientos y su bajo alcance intelectual. Insuficientes para el cargo que hoy ostenta. Lo que se vio en ese encuentro debería poner las alertas encendidas. ¿En manos de quien se encuentra la seguridad y por ende, el futuro de la sociedad mexicana?
Son muchos los improvisados, carentes de especialidad, que cubren plazas para las que no están preparados, sumado a ello, el hecho de que existan múltiples sospechas y acusaciones de su comportamiento por ser nada honesto, todo queda en un promedio mediocre de resultados. Peor aún es el hecho de que no se corrige, como si el interés de los mexicanos dependiera de los humores de quien se cree perfecto.
Es completamente inmoral minimizar las cifras que, aunque oficiales, parecen no dar cuenta de lo que sucede en México, con sus verdaderos protagonistas, “el pueblo”. Aún con el manejo a modo de las cifras, éstas acusan un incremento natural de la cantidad de homicidios, feminicidios, sobornos, violaciones, masacres, etcétera. no es posible que eso se vea tan normal.
La supuesta defensa que hace la secretaria de Seguridad de su actuar, en su nefasta declaración de: “no venimos a ganar una guerra, venimos a ganar la paz”, magnifica la ineficiencia del gobierno para hacer frente a la delincuencia. ¿cómo se puede explicar que para el gobierno federal la seguridad pasa a segundo término?. Presume la secretaria que empiezan a trabajar con el presidente y el gabinete de seguridad todos los días desde muy temprano, pero ¿qué es lo que hacen? a ¿qué se dedica ese tiempo?
Nada. No hay resultados, no se ve estrategia, no hay una clara idea de qué hará el gobierno para resolver el problema más severo al que se enfrenta la comunidad. Se ha permitido el avance de la delincuencia sin ningún obstáculo. Ahora, hasta bombas son utilizadas como medio de intimidación, y ¿qué es lo que dice el gobierno al respecto?. Que es un incidente. No se le llama a las cosas por su nombre, porque conocen las consecuencias, pero pronto eso será inevitable.
Desde el momento en el que arribó al poder López Obrador se han sembrado dichos, palabras pegajosas que condicionan una forma de pensamiento bastante limitado y conservador. Lo que hoy sucede en México, es el resultado de que el crimen tiene las manos libres. Aunque habrá que aceptar que todo es por temporada. Sí, una temporada que contempla 6 años, por lo menos.