Al iniciar el día, antes de irme a descansar, vi el tuit de Maru Rojas -la gran reportera de Grupo Fórmula- donde se observa un video: un grupo de diputados toman la tribuna, otros los contienen, unos más aplauden y se burlan, otros verdaderamente frustrados.
Empujones, groserías, brabuconadas; desorden, risas y hasta lágrimas; unos denotan miedo, y otros franca tranquilidad; unos se llevan las manos a la cara en señal de temor, y otros corren para entrarle a los trancazos. Es la fiel representación de un México dividido. Es la imagen clara de cómo está el país.
Se escucha una voz nerviosa que decreta receso en la sesión, y toca una campanita en medio del caos. Algunos representantes populares filman con sus teléfonos inteligentes que lograron reventar al parlamento, y otros quieren el testimonio digital de que los mayoritearon.
¿Y qué esperábamos, si así estamos en los grupos de WhatsApp? ¿Qué acaso la Cámara Baja no es una representación fiel de la sociedad? ¿Qué no aprendimos que ahí estamos representados por los partidos -que cada uno de ellos, es una parte del pensamiento nacional?
Si en la fábrica alguien se atreve a opinar sobre el Tren Maya o el aeropuerto se arma el debate. Un grupo de obreros serán ofendidos con epítetos de salinistas, traidores y hasta fifís, aunque ganen lo mismo que su contraparte. El otro bando, será mandado a Venezuela, Cuba o Rusia. Los señalarán de pejebots y se les advertirá que en unos meses no habrá ni arroz para comer, porque vamos directo al precipicio.
Enojados los segundos, advierten que es el mejor gobierno de la historia, y que las relaciones México-Estados Unidos están mejor que nunca; que mejor se vayan a Miami, Chicago o Nueva York los que no están con este gobierno, con su respectivo, malditos prianistas.
Contestan con mentadas de madres y con una pregunta burlona. ¿Díganme una sola área donde estemos mejor que con Peña? Ruegan por un solo rubro donde con Morena estamos mejor que el pasado.
Se gritan, ofenden, burlan, y terminan la charla enojados. Al otro día, continúan el debate. Pero en casa, por la noche con la familia, cada trabajador platica su versión, se despresuriza viendo memes de uno y otro bando, y hasta los comparte en las redes sociales. Pero también van a la cama “encabronados” porque en casa también los contradicen.
Así como los humildes obreros, nuestros diputados. Así como el patrón de un gran negocio, los taxistas, meseros, amas de casa y abuelos. Hasta los niños repiten lo que escuchan en casa, y los jóvenes de 15 se apasionan en las discusiones y hasta reviven el 68, 71 y recuerdan la desaparición de los 43.
La fiel representación de un México dividido el video que posteó a los 3 minutos de iniciado este miércoles la querida Maru. Ella como reportera de la fuente legislativa también sintetizó bien su material: se armaron los cocolazos. Como nos agarramos todos los días entre vecinos, amigos, familiares y conocidos.
Ya nos tenemos hartos unos y otros; ya no escuchamos a quien piensa diferente, porque creemos que son idiotas, vende patrias y hasta retrasados mentales.
En San Lázaro, en la tiendita de la esquina, en Facebook, en las cantinas y hasta en el vagón del metro pasa lo mismo. Ya algunos de plano evitan hablar de política, economía y hasta de contaminación, porque para bien o para mal, sale el Peje a la escena.
Perdimos la capacidad de escuchar, y nuestro recurso más utilizado es levantar el brazo, doblar el codo, y recordarle a su madre a nuestro querido interlocutor.
Los opositores señalan la violencia de Morena. El grupo mayoritario se pitorrea diciendo que intentan romper el debate, porque están moralmente derrotados. ¿Quién empezó con las ofensas? ¿Quién faltó al respeto primero? Eso ya no importa, los argumentos están agotados, porque les gana -nos gana- la pasión de defender lo indefendible, y de aplaudir lo absurdo.
Es la sin razón, el grito y el manotazo, la grosería por encima de los datos; es el ejemplo de hace 120 años, o el pronóstico de lo que pasará en 2087. El zafarrancho entre los 500 representantes populares es la muestra fiel del ring nacional.
Mientras señalamos y acusamos quien tuvo la culpa, México sigue girando como un balón: ya tenemos Miscelánea Fiscal para el 2022, y pronto habrá más jaloneos por la distribución del dinero.
Después veremos un capítulo más de la tragicomedia mexicana con la contrarreforma energética, y en un abrir y cerrar de ojos, estaremos en las elecciones donde se escogerán 6 gobernadores (Oaxaca, Durango, Aguascalientes, Hidalgo, Quintana Roo y Tamaulipas).
Lo estamos haciendo muy mal los representados (gobernados) y los representantes populares. Lo estamos haciendo muy mal los que aman y odian a AMLO: lo estamos haciendo todos, terriblemente mal.
*Periodista, editor y radiodifusor
@GustavoRenteria
www.GustavoRenteria.mx