La semana pasada, hablando de la declaración de “Alito”, presidente del comité ejecutivo nacional priísta, sobre la popularidad del Luis Donaldo Colosio Riojas, hijo del líder moral de este partido, cometí una imprecisión garrafal, el candidato presidencial del tricolor no fue asesinado en 1988, sino en 1994, tal vez me traicionó la mente y traigo muy presente un año relacionado con la persona que en radio pasillo es el principal sospechoso de la muerte de Colosio Murrieta, agradezco a quienes me hicieron la atinada observación.
Pareciera que algunos sectores nos estamos poniendo de acuerdo para hablar del tema; por un lado el ataque y crítica, hasta cierto punto con despecho, del líder nacional priísta contra el hijo de Colosio, quien prácticamente ha hecho su carrera política al margen del PRI; por otro la intención de la CNDH de reabrir la investigación del magnicidio, petición fincada en pruebas de tortura sobre Mario Aburto, el “asesino solitario”, para que se inculpara sin mayor detalle del homicidio y por último el error de su servidor.
En ese contexto las preguntas siguen siendo las mismas: ¿quién mató a Colosio?, ¿efectivamente fue fuego amigo? y si lo segunda pregunta es afirmativa, ¿qué tanto poder tiene aun el autor intelectual del homicidio contra Colosio dentro del PRI?.
Para poder intentar cuando menos responder la pregunta, hay que hacer una distinción entre quienes son jefes políticos y de proyecto, y aquellos que sólo han ocupado la presidencia de la república en carácter de dirigentes, bajo esta tónica y aunque no nos guste, Andrés Manuel López Obrador es claramente un jefe de grupo y de proyecto, mientras que personajes como Enrique Peña Nieto, Felipe Calderon y Vicente Fox han sido sólo administradores entregados a las directrices del modelo económico, sin ir y sin tener la capacidad de llegar más allá.
Con esta óptica, otra pregunta surge, en el momento justo del asesinato de Colosio, ¿quiénes eran los jefes de grupo y proyecto en disputa?, la primer posición es clara, Carlos Salinas de Gortari, a pesar de estar entregado al modelo económico, fue jefe de grupo y de proyecto, combino su visión administradora con su hambre de poder y de ser el motor de cambios en lo político y económico a favor de la clase social a la que representa, ¿quién podría ocupar la segunda posición contendiente?.
Poco hablamos de Ernesto Zedillo, un presidente gris, que también fue gris como candidato; para muchos fue alguien que le cayó la presidencia de la república del cielo, lo cierto es que Salinas de Gortari tenía a la mano una baraja algo amplia de posibles sustitutos de Colosio, de mayor cercanía y confianza, entonces, ¿por qué dejar a Zedillo la candidatura?.
Si revisamos con algo de cuidado, Zedillo no fue tan tonto como creemos, entre acelerar el proceso de privatización de paraestatales en el país, fue el artífice de la alternancia democrática en el país, ambos procesos benéficos para él al termino de su presidencia, por un lago actualmente es miembro de los consejos de administración de algunas empresas que tuvieron provecho de la privatización y por el otro reconocer el triunfo de una oposición idéntica a su gobierno, le garantizaría la mayor impunidad en cualquier investigación en torno al asesinado de su predecesor como candidato.
Zedillo fue cuando menos en ese momento jefe de grupo y proyecto, acotó los cuadros salinistas en la estructura gubernamental, sacrificó al candidato de su partido al dejarlo solo en la contienda electoral y con un silencio total, reconoció el triunfo de Vicente Fox, pasando a la historia como el mayor demócrata del país hasta ese momento.
Sin hacer ninguna afirmación, una hipótesis que planteo es que tal vez estamos buscando en el lugar equivocado, no es Salinas de Gortari el autor intelectual más lógico del asesinado, tal vez, solo tal vez, pudiera ser Ernesto Zedillo, a quien habría que poner bajo la lupa, parece que en realidad el beneficiado en todos los sentidos con la muerte del candidato priísta fue él, más allá de que ese hecho le permitió ocupar la presidencia de la república.
Otra reflexión interesante si la hipótesis tiene algo de razón: Salinas de Gortari no tenía tanto poder como incluso López Obrador nos ha hecho creer, era un presidente en decadencia, con muchos compromisos y sobre todo acorralado.
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*Abogado Postulante y Director de la Escuela para la Formación Política y Sindical A.C