Y por qué no decirlo... Los propósitos del año

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Y por qué no decirlo... Los propósitos del año

Miércoles, 03 Enero 2018 00:06 Escrito por 

La semana pasada les compartí en la columna el recuento del año que terminó y hoy, acorde a las festividades y comenzando un nuevo año, qué mejor que tener claros los propósitos que ya evocamos el pasado treinta y uno de diciembre en punto de las doce, al sonar las campanadas que dan entrada al año recién iniciado.

En la fiesta anual de año nuevo, quizá con una copa de vino o de agua, los propósitos siempre están presentes en el año que se inicia, yo diría que como el pastel en el cumpleaños. Los propósitos son muchos y variados; van desde cambiar el coche, pintar la casa, sacar mejores calificaciones, tener un mejor empleo, pedir un aumento, abrazar a la compañera que no nos agrada, visitar a la tía enferma, hacer las paces con el compadre, aprender algo nuevo, viajar, ahorrar y desde luego hacer ejercicio, ponerse a dieta y bajar de peso, obvio con la inscripción pagada del gym, entre otros tantos.

Todo comienza a ir de maravilla en el mes de enero, tienes en tu agenda vistas, organizas abrazos, comes saludable al grado que la rosca de reyes termina siendo migajas para verificar que no nos tocó “el muñequito” que, dicho sea de paso, sí es un muñequito de plástico pero en realidad simboliza al niño Dios que hay que levantar del pesebre el dos de febrero, día de la candelaria, y no de los tamales, pero de eso escribiré en su momento.

Hoy, los protagonistas son los propósitos tan comentados, tan meditados, incluso muchos son sometidos a encuesta familiar. Esos propósitos que son el motor para iniciar nuevas cosas; el curso de pintura; de otro idioma; de una nueva carrera; de otro oficio.

Los propósitos que nos dan la oportunidad de comprar la ropa que nos gusta y cuya talla no es la nuestra, pero no importa porque ya pagué el gym y seguro bajaré de peso para el cumple de mi hermana, que es en febrero, y donde el mini vestido me quedará a la perfección.

La realidad es otra cuando llega abril y sólo fuimos al gym a pagar, cuando están por llegar los primeros exámenes del curso al que asistimos dos veces pretextando miles de cosas, cuando nos avisan que la tía falleció y nunca nos dimos el tiempo de pasar por su casa o el hospital, cuando ascendieron a la compañera a la que nunca le hablé y hoy es mi jefe.

Y así, los propósitos se quedaron en una noche maravillosa de fiesta y de sueños. ¿Sabes por qué? ahora te lo diré: Primero, déjame recordarte que los propósitos son intenciones de lograr objetivos que nos planteamos alcanzar y eso es correcto, lo incorrecto es que no le pones a cada propósito un ¿para qué plantearlo? y un ¿para qué lograrlo?; por consiguiente, no contamos con el segundo elemento para logarlo: la determinación, que es la fuerza de levantarse e ir tras ese objetivo, desde luego hace falta no desviarse del camino que te lleve a cumplir el propósito.

Así que mi querido lector aún es tiempo de tener a la mano tus propósitos para este año, señala ¿para qué quieres perder peso?, por ejemplo, para qué el vestido te quede, para ser la madrina de la boda de tu amiga y encontrarte con una pareja ideal para ti, por salud, etc. y ya que lo tengas levántate, ten voluntad, fuerza, determinación y ve con paso seguro hasta el mismo.

Y seguiré con el ejemplo del vestido, levántate con determinación a hacer ejercicio y no pierdas de vista tu ¿para qué?, eso evita que se debilite, si vas a hacer ejercicio para perder peso, ¡eso haz! no te distraigas, así que ve a un parque a caminar y no seas como muchos que responden -yo camino mucho en mi oficina o voy el fin de semana al centro comercial- eso mi querido lector no es caminar rumbo a tu objetivo; al contrario, te desvía de tu propósito.

Cambia la esencia del propósito y segura estoy que a mediados de año después de ver lo que has logrado, estarás comprando más uvas por que tendrá más propósitos con un para qué.

¡Feliz año!

Y por qué no decirlo… la obligación de cuidarnos, es de todos.

¡Los abrazo de corazón!

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Patricia Velázquez Alva

Y por qué no decirlo