El Estado de México es un espacio fecundo de creación, un periplo de oportunidades donde se han gestado muchas de las mentes más preclaras de la Patria. Entidad mexicana que, por su privilegiada y estratégica ubicación geográfica presenta uno de los desafíos más importantes de nuestro país en materia de seguridad.
Me permito dirigirme con profundo respeto y ánimo de colaboración y apoyo quien llegue a ocupar el cargo de titular de la Fiscalía General de Justicia del Estado de México, institución erigida, desde su creación, como la más grande de las posibilidades para la paz, el respeto a la dignidad y la protección de las personas, con una fuerza avasallante, transformadora, teniendo como fin principal y último a la sociedad.
Esa ha sido su genética y ese debe seguir siendo su principio fundamental porque, ante todo y respondiendo a su esencia, debe ser justa y pertinente, buscando y encontrando la verdad como la describía José Vasconcelos: “no puede ser serena, debe ser agitada como la tempestad y luminosa como el relámpago, firme como el rayo que derriba las torres de la soberbia del mundo”.
La o el próximo físcal debe tener, como seguramente será, el respaldo unánime de todos los órdenes de gobierno, así como del Ejecutivo estatal, cuyo titular ha sido un político sensible, responsable y comprometido, al fortalecer la procuración de justicia en la entidad, articulando todas las políticas públicas que emanan de la agenda gubernamental para que la Fiscalía revitalice su existencia y sea una institución actual, adecuada y de vanguardia.
Creo en los derechos humanos y en la resignificación de la persecución del delito, por lo que considero que este es el eje fundamental al que debiera ceñirse el próximo titular de la Fiscalía, abrazando los postulados que sugieren una vocación democratica, liberal, científica y progresista, pero sobre todo humanista, que sin denostación ni arrebatos estériles logre abatir la indolencia, la indiferencia y la burocracia; una vocación que mejore la percepción y el trabajo de la institución sin dejarse amedrentar por el ímpetu y la pasión de juicios injustos, erróneos, carentes de fundamento, malintencionados y que, sin duda, la institución encargada de la procuración de justicia en el Estado de México no merece.
La Fiscalía es parte del patrimonio social de las y los mexiquenses y como tal debe servir a la sociedad, a ella se debe porque de ella emana. El ser y deber ser de la procuracion de justicia exige de quienes trabajan en ella, el esfuerzo cotidiano de ir más allá de la sola obtención de sentencias condenatorias y completar su función constitucional con acciones de orden preventivo, antes que de corte remedial o sancionador.
La institución debe adecuar su actuación y enfocarse en la formación de cuadros, así como en el desarrollo de investigación básica y especializada aplicada al cumplimiento de sus tareas con profesionalismo, prontitud y eficacia.
Ademas, debe impulsar su cercanía con la población mediante un amplia gama de acciones de difusión, para que la sociedad la valore, comprenda su labor y la perciba como una institución que está de su lado, sensible y, ante todo, humana. Al mismo tiempo, estructurar una política interinstitucional que cumplimente las recomendaciones emanadas de organismos autónomos y que coadyuve con todas las dependencias y órdenes de gobierno encargados de la procuración e impartición de justicia como seguimiento al trabajo que desarrolla la propia Fiscalía, contribuyendo en la aplicación de la Ley de Amnistía para que ninguna persona inocente deba compurgar penas impuestas injustamente.
En suma, la identificación de los derechos humanos es la idea matriz en la recuperación de la credibilidad y confianza en la FGJEM. Deposito toda mi voluntad y ánimo de colaboración en la o el próximo fiscal para que se pronuncie por una Fiscalía fuerte, garante de los derechos de todas las personas involucradas en el fenómeno delictivo.
Para su servidor, que ha tenido la fortuna y el alto honor de encabezar en algun momento primordiales esfuerzos institucionales en favor de la sociedad mexiquense, el desafío en materia de seguridad no es responsabilidad exclusiva de la Fiscalía, sino un deber y una responsabilidad que nos compremete a todos.
Solo fortaleciendo las tareas fundamentales del Estado constitucional en el esfuerzo compartido, construiremos enormes y poderosas columnas que sostengan y consoliden el progreso incluyente y participativo de la sociedad; respetando nuestra idiosincracia, las diferencias que compartimos y anteponiendo la convicción de crear oportunidades para privilegiar el diálogo franco, abierto, respetuoso, responsable, que provoque sinergias y que nos dé, en suma, acuerdos para el desarrollo de una procuracion de justicia efectiva, dinámica y acorde a las circunstancias de la sociedad actual. Una fiscalía fuerte no debe ser sinónimo de un organismo represor.