Violencia, fútbol y comunicación

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Publicado en Opinión

Violencia, fútbol y comunicación

Miércoles, 09 Marzo 2022 00:24 Escrito por 
Jorge Olvera García Jorge Olvera García Inventario

“Todo cuanto sé con mayor certeza sobre la moral

y las obligaciones de los hombres se lo debo al fútbol.

Que el balón siga rodando a nuestro favor”: Nemesio Díez

Mucho se ha escrito y reflexionado acerca de la violencia ocurrida entre las barras de aficionados de los equipos Atlas y Querétaro. Las expresiones de indignación, de asombro y la reprobación ante tales hechos fueron unánimes, como también fue generalizado el mal uso de las redes sociales: la terrible comunicación a través del libertino y erróneo uso de estas herramientas tecnológicas puso de manifiesto -más allá de los lamentables hechos-, la peligrosidad de la llamada “legión de los idiotas” a la que se refirió Umberto Eco, reportando y comentando a diestra y siniestra hechos inciertos, tergiversados, hablando de personas fallecidas con la velocidad y la multiplicación que dan estos artefactos para difundir y extender imágenes dantescas donde aparecían niños, niñas, jóvenes y familias enteras, con una total falta de respeto y descuido de la protección al interés superior de la niñez, a la salud mental de la sociedad.

Se presentó sin límites la incontinencia verbal que adjetivaba con toda ignorancia “la descomposición social”, “el resentimiento de la sociedad”, “el resquebrajamiento del Estado de Derecho” y una amplia serie de frases que convendría analizar con calma y, sobre todo, exigir a comentaristas y reporteros de Deportes, que tengan protocolos para la emisión de información en este tipo de crisis, a fin de evitar apreciaciones ligeras y al mismo alarmistas, que podrían poner en riesgo mayor a las víctimas y las investigaciones que corresponden a las autoridades.

Desafortunadamente, estos hechos no son nuevos, el fútbol forma parte de la cultura popular en todas las latitudes del mundo; estas reacciones han ocurrido tanto en México (1985), como en Argentina que en un evento similar registró 71 decesos e innumerables actos de barbarie; no se diga en Europa, donde las justas internacionales estuvieron por mucho tiempo marcadas por la aparición de los “hooligans” en Inglaterra; los “tifosi”, en Italia, e incontables barras de porras en todo el planeta; México no es la excepción, ya lo vimos: la “Perra brava” en Toluca, la “rebel” de los Pumas, entre otras, son expresiones que emanan de un sentido de pertenencia a un equipo, a una institución o a determinado territorio. El ambiente en los encuentros de fútbol, sin lugar a duda, replica la cultura de las sociedades.

La violencia exacerbada no es nueva en este deporte, el más popular del mundo, ya que “la pasión” y el fanatismo son generadores de sentimientos y emociones que se conjugan con un ánimo de competencia y defensa que ha venido pasando de generación a generación.

El tema relevante radica en la posibilidad de aprovechar la amplia experiencia que se tiene para generar acciones preventivas, más aún cuando sabemos que los torneos de futbol profesional son una industria, un negocio, en el que la cadena de producción debe ser cuidada de principio a fin, advirtiendo que es un deporte que mueve masas y, por tanto, a las sociedades, de ahí que el Estado deba involucrarse y vigilar su desarrollo y su preservación.

Respecto a lo ocurrido en el estadio Corregidora y la forma en que se difundieron los hechos, también causa extrañeza la forma en que comentaristas, reporteros y conductores, dieron rápido la vuelta a la página y se olvidaron de las imágenes terroríficas de Ucrania para concentrarse en hacer comentarios de ocasión sobre las barbaridades que una caterva de inconscientes cometió en un campo de fútbol; era tanta su “indignación” que se olvidaron de confirmar datos, de proteger la identidad de las víctimas, de guardar la calma e informar con pulcritud.

Tal como suelen hacerlo frente a otros asuntos graves, mostrando indolencia e ignorancia ante al grito de “puto” que ofende y minimiza la diversidad, o ante los cientos de mujeres que son agredidas diariamente en todas las pistas, gimnasios y demás terrenos de juego, tanto por el público como por sus propios entrenadores, o ante la inequidad que sigue afectando al fútbol femenil.

Repito, la violencia ocurrida en Querétaro es muy grave, forma parte de un problema social estructural, no solo de una federación o de un equipo, sino de todo el Estado y de la sociedad civil; tampoco es un hecho aislado ni nuevo y creo que es momento de asumir responsablemente que el futbol profesional debe ser abrazado como un hecho cultural que nos une, cuidado como elemento recreativo que genera cohesión familiar y comunitaria, y vigilado como una de las actividades que mueven la economía de las naciones.

Quienes nos hemos dedicado a la práctica recreativa de este deporte y como dirigente que fui en el fútbol profesional con los Potros de la verde y oro, subrayo que esta es una gran oportunidad para poner orden, aplicar la ley y fortalecer el ejercicio de talento y arte que es el fútbol soccer; hoy en día es una herramienta inigualable para, como lo dijo Albert Camus, seguir formando hombres buenos.

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