Después de la fallida (para Morena) votación en la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, que, al no obtener la mayoría calificada que requería de 334 votos para la reforma constitucional de la Ley Eléctrica, mejor conocida como Ley Bartlett, no lograra el número anhelado; el presidente y su claque se fueron en contra de los diputados que votaron en sentido opuesto y que sumaron 223 votos, por los 275 del partido del presidente y aliados; alejando al gobierno de los que necesitaba, llamándolos “traidores a la patria”.
No solo eso, amenazaron con exhibir sus fotografías al pueblo para que fueran identificados con el calificativo que les impuso el mandatario. No causa sorpresa la reacción del titular del ejecutivo, menos el eco que le hacen sus incondicionales, impedidos de actuar y pensar con independencia. Lo grave es que el tabasqueño sigue alimentando el encono político y social.
Para el presidente, era muy importante la reforma eléctrica, a pesar de que representaba serios conflictos con los socios comerciales de México, lo que por supuesto deja en claro que no le genera ninguna preocupación. Lo que sí lo tiene ocupado, es todo aquello que tiene que ver con las elecciones, las de este año, las del próximo, y, sobre todo, las de la elección de presidente del 2024.
Sin embargo, las últimas dos semanas han sido de una actividad inusitada. Lo acepte o no López Obrador, recibió dos duros reveses que parecen difíciles de superar. La revocación de mandato dejó en evidencia que los 30 millones de votos que en cada oportunidad que tenían los de Morena se los echaban en cara a sus opositores, ya no existen, no eran propios, éstos (los votos) los recibió el partido marrón por un hartazgo a los anteriores gobiernos, no por una completa convicción a los ideales que manejan.
El originario de Macuspana lo dejó en claro desde el principio, gobierna exclusivamente para su gente, para sus simpatizantes, y eso no les ha gustado a los diferentes sectores de la sociedad, quienes una y otra vez han sido desconocidos, y tildados de conservadores cuando se atreven a levantar la voz o a exigir atención por parte del gobierno federal.
Pero, además, el gobierno no ha logrado nada que pueda reconocerse por parte de los opositores o por el grueso de la población en su beneficio; ¿qué ha hecho el gobierno para mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos?, ¿para mejorar la seguridad, la salud, la economía, de entre muchas otras cosas que prometió para llegar al poder? no hay salgo, cualquier cosa, que se erija imponente y que cierre bocas. Todo se le ha ido en hablar y en culpar a los anteriores gobiernos, en mentir, y en trabajar para las próximas elecciones. No hay más, no existe un estadista al frente de la administración nacional.
El fracaso de la reforma constitucional pretendida por López Obrador, no es obra de la oposición, es, en términos prácticos, porque principalmente no ha querido escuchar; quiere imponer, no ofrece algún espacio para poder mejorar o cambiar sus propuestas, de esa forma es muy complicado que obtenga lo que espera.
La amenaza de exhibir a quienes ejercieron su libertad de elegir, para no favorecer la Ley Bartlett, desafortunadamente se ve como una reacción “normal” del talante de López, quien se presume como un demócrata, pero que él mismo se desconoce como tal al contradecirse una y otra vez, los videos rescatados de su pasado reciente lo ponen en evidencia; su intolerancia lo ha llevado al lugar en el que hoy se encuentra, y hoy aparece desesperado, intentando recuperar la agenda pública.
Mario Delgado, presidente de Regeneración Nacional, como fiel siervo, al igual que la mayoría de sus incondicionales, solo atinan a repetir lo que les indican desde palacio nacional, no tienen ideas propias, porque tienen prohibido tenerlas, y mientras tanto; la oposición ha medido la fuerza con la que son capaces de enfrentar al gobierno y sus amenazas. Lo que pueden hacer, es aprovechar el momento para contrarrestar los ataques de Morena, desplegando en todo el territorio nacional comités informativos en los que expongan sus razones y expliquen lo que significaba la ley Bartlett, cuáles eran sus alcances y consecuencias.
La sociedad se encuentra cansada de ocurrencias, principalmente las del presidente. Exige resultados. La consulta de revocación de mandato debería ser muestra para los morenistas de su verdadero nivel de aceptación, y que, por cierto, no es tan voluntaria, sino que, de acuerdo a varios testimonios, obligada, obtenida bajo amenazas.
Es bien sabido que lo que dicta el presidente debe ser cumplido en sus términos, sin quitarle una coma, sólo que esta vez no le resultó, y sigue empecinado en no buscar acuerdos con los adversarios (como comúnmente los llama), pretende imponer, siempre imponer, y así será muy difícil llegar a acuerdos.
En este sentido, las cosas se pueden poner peor, pues ya anunció que enviará otras reformas al Congreso. Aunque, bajo las condiciones actuales ¿cómo pretende llevarlas a buen puerto? ¿Imponiendo, acusando, señalando, doblándoles la mano como lo hizo con la Suprema Corte de Justicia a propósito de la ley Bartlett?
Si es todo lo que puede ofrecer Morena y el tabasqueño para las próximas elecciones, hacen presumir que se les acabaron las ideas, y entonces ¿qué pasó con aquél increíble opositor, respetado y reconocido por muchos como una especie de “mago” para las elecciones? No todo lo que brilla es oro y no todo lo que parece, es.
El presidente fue desenmascarado por un periodista, y su respuesta no ha sido la correcta, como la que debería ser de un líder, sino de un político rencoroso, ávido de venganza y aferrado a conseguir a como dé lugar lo que quiere. Con el ejército como acompañante.
López Obrador y Morena están dejando ir una oportunidad de oro que les dio la sociedad, no la han sabido valorar, al contrario, la han desperdiciado como un mal jugador en las Vegas apostando a lo tonto, sin estrategia. Las amenazas de Morena suenan a patadas de ahogado, ¿será así? Pronto lo sabremos, las elecciones nos dirán la verdad.