Las elecciones desde la barrera

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Publicado en Opinión

Las elecciones desde la barrera

Jueves, 09 Junio 2022 00:51 Escrito por 
Juan Carlos Núñez Armas Juan Carlos Núñez Armas Palabras al viento

El domingo 5 de junio se celebraron elecciones en seis estados: Aguascalientes, Durango (gubernatura y 39 ayuntamientos), Hidalgo, Oaxaca, Quintana Roo (25 diputaciones, 15 de ellas por mayoría), y Tamaulipas. Durante la campaña nos enteramos de grabaciones que, legales o no, empañaron el proceso por acusaciones, desde la oposición, de elección de Estado. Además, la alianza “Va por México” tenía el reto de demostrar que la unión de opositores podría funcionar en el futuro inmediato. Por el lado de Morena y sus aliados, el discurso de sus dirigentes era no sólo de que ganarían si no que arrasaría, que aniquilarían a sus adversarios.

Un tema que no puede pasarse por alto es la presencia, nuevamente, de la violencia electoral. Según la “Consultora Etellekt” se registraron 85 agresiones violentas contra personas políticas. Sólo 11 tuvieron como objetivo precandidatas/os y candidatas/os, sin víctimas mortales. El detalle del registro también muestra, entre otros, 21 amenazas, 14 hackeos, 10 privaciones de la libertad, 8 atentados contra familiares. El 69% de las agresiones se presentó en el ámbito municipal y el 79% en contra opositores a los gobiernos en turno, situación preocupante, pero que poco se menciona.

No voy a comentar los resultados en sí mismos que son conocidos desde inicio de semana y bastante analizados. Me interesa revisar otros aspectos significativos de la jornada electoral. Por ejemplo, que capacidad de movilización mostrada por Morena es menor de la que ellos mismos suponían. En los seis estados en cuestión hay casi 5 millones de beneficiarios de programas sociales federales, pero el total de votos depositados en favor de Morena, o sus aliados, llegó a poco más de 3.14 millones. De lo cual podríamos deducir que el argumento de quitar los programas sociales y obligar a esos potenciales votantes cautivos a depositar un voto para “pagar amor con amor”, no resultó tan fuerte como esperaban los interesados.

En este mismo tenor de ideas, es claro que la figura de Andrés Manuel es el símbolo de mayor peso en la propaganda morenista y se utiliza como argumento para convencer. A partir de los resultados del domingo, Morena está a punto de convertirse en partido hegemónico, es decir, con el apoyo del Estado, dominar los órganos electorales (según pretende la reforma electoral presentada por el presidente), los espacios de la prensa (a partir del aparato de propaganda que son las mañaneras), a los sindicatos más grandes (de origen corporativo) y a los grandes empresarios (todos hechos al abrigo del PRI y el capitalismo de cuates).

Morena deja ver su ADN priista en todos los aspectos, pues sus candidatos tienen su origen, la mayoría, en el otrora partidazo (aunque no faltan expanistas y experredistas), convirtiéndose así en partido catch all (cacha todo, como paraguas).

La alianza declara que “hay tiro para el 24” que Morena no se llevó todo y que “Va por México” tiene futuro para el 2023 y 2024. Ahora las miradas apuntan a Coahuila y Estado de México, como la semifinal antes de la presidencial. La pregunta fundamental, para el PAN y el PRD es ¿con que PRI te alías? ¿Con el de la cúpula que como en Oaxaca e Hidalgo que se alejó de sus compañeros de partido, o con los líderes de base que según hacia dónde se inclinen hacen ganar candidatos como Durango y Aguascalientes? Otras preguntas serían: ¿qué une a la alianza, un candidato carismático o la idea de vencer al presidente?

Varias serían mis conclusiones. El domingo observamos de todo. Prevalece el rechazo a los gobernantes en turno, por ejemplo, en los municipios de Durango gobernados por un partido los decepcionados electores quisieron cambiar. Mientras en Aguascalientes confirmamos que cuando las estructuras locales deciden jugar son determinantes para hacer ganar a sus candidatos, situación que habíamos visto en Querétaro y Chihuahua. Estamos ante la incógnita sobre el funcionamiento de los nuevos gobiernos. Las alianzas futuras tendrían que dar formal legalidad a los gobiernos de coalición, figura que daría certeza y estabilidad a los acuerdos partidistas (electorales) e incentivaría a los activistas para contender y ser incluidos en un posible gobierno.

Queda en el tintero revisar la democracia interna de cada partido, que el INE supervise que los derechos de militantes sean respetados y las decisiones sean consultadas antes de tener candidatos. No estaría mal instrumentar mecanismos de elecciones primarias y de segunda vuelta electoral, revisar el financiamiento que ejercen los candidatos y que en ocasiones parece más hacerse bajo el agua para no rendir cuentas.

Escuché a un personaje decir que estaba viendo el funeral del PRI, pero el PRI ha tenido muchos funerales y luego ha resucitado en varios procesos. Lejos estamos aun de tener procesos plenamente democráticos en los que prevalezcan las propuestas por encima de las descalificaciones y guerra sucia; en los que los ganadores acepten la victoria con humildad y quienes pierdan acepten los resultados con madurez. Nos hacen falta candidatas/os que nos convenzan, que nos den la confianza para salir a la contienda, que nos llenen de ilusiones realistas. A quienes las/os ciudadanas/os queramos escuchar y que estén dispuestos a escucharnos. La situación nacional nos pone ante elecciones que son decisivas para la vida del país. Por ejemplo, se está destruyendo la selva y los quintanaroenses votan por los destructores y en Oaxaca un huracán devasta colonias enteras, pero sus habitantes votan por quienes les quitaron los fondos para la reconstrucción. Algo no está conectando entre electoras/res y candidatas/os, tenemos que averiguar pronto qué está fallando.

*El autor es Maestro en Administración Pública y Política Pública por ITESM y Máster en Comunicación y Marketing Político por la UNIR.
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Juan Carlos Núñez

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