Hoy daremos una pequeña remembranza de la década de los70´s, y comentaremos un poco lo que fue el tianguis de Toluca.
Empezamos a comentar sobre el aspecto social de esta grandiosa década, que me tocó vivir en mi adolescencia, y se caracterizó por sus grandes bailes, entre ellos la coronación de las reinas de los importantes clubes de servicio social de Toluca como el de los Leones y Rotarios, así como el de los Caballeros de Colón; pero hoy nos referimos en especial al “baile de debutantes” (donde se presentaban en sociedad a las niñas bien de esta década setentera acompañadas de sus apuestos chambelanes), este gran evento se efectuaba en el fastuoso Salón Rojo del Club Toluca, llevándose a cabo el primer baile el sábado 9 de mayo de 1970 precedido ya como jefe del ejecutivo el recién estrenado gobernador Profesor Carlos Hank González acompañado de su esposa Doña Guadalupe Rhon de Hank, quien por cierto su hija Maricela estaba dentro de este grupo distinguidas señoritas debutantes.
Entre las señoritas presentadas en sociedad en este baile estuvieron: Maricela Hank Rhon, Teresita Santín, Esther Ceballos García, María de las Mercedes Madrid Gomestagle, Julieta Guzmán Brunet, Patricia Barrera Trevilla, Josefina Camacho Miranda, Carmelita Zarza Brambila, Lupita Moreno García, Martha Margarita Moreno Ortiz, Gabriela Márquez Pichardo, Ana Elena Zafra, Aida Pérez Pesquería, Teresita Chiquillo Barrios, Leticia Pérez Leyva, Verónica Corona Maya, Flor de María Molina Carbajal, Gloria Salgado Yurrieta, Lolita Salgado Márquez, Alejandrina Martínez Vila, Alejandra Ballina Neidarth, Clara Elisa Ortiz Solalinde, Cecilia Gaxiola, María de las Mercedes Rojas Moreno, Norma Lorena Hernández, Leonor Martin García, Lilia Patricia Cook Martínez y Patricia Calderón. (si omito alguna pido una disculpa).
Las debutantes de otros municipios fueron: por Naucalpan Bertha Mateos Vizcaíno, por San Felipe del Progreso, Leticia Contreras Contreras, por Ozumba, Martha Elena Quiroz Corona, por San Juan Teotihuacán, María Guadalupe Anaya, por Atlacomulco, Dolores Valencia del Mazo, por Temascaltepec, Edith Álvarez y por Ecatepec, Nidia Acela Muñoz P. Todas ellas acompañadas por sus apuestos jóvenes chambelanes (niños bien 70's), entre ellos Víctor Alvear, Germán Muciño Labastida, Germán Gasca Pliego, Enrique Barrios Martínez entre otros.
Otros grandes bailes de gran relevancia lo eran la coronación de la reina del Club de Leones de Toluca donde todo Toluca se daba cita, este gran baile se llegó a efectuar en un principio en el Salón Clarish cito en Avenida Morelos esquina con Felipe Villanueva propiedad de la familia Espinoza, (hoy museo del Deportivo Toluca); tiempo después se empezaron a llevar a cabo en el salón Rojo del Club Toluca, así como también el baile del Club Rotario y de los Caballeros de Colón.
De igual forma en mi memoria existe el recuerdo de las grandes posadas llevadas a cabo y ofrecidas por profesor Hank González y familia (por cierto, grandes anfitriones) efectuadas en su Rancho San Catarino ubicado en el municipio de Santiago Tianguistenco, donde gran parte de los Tolucanos (gentilicio del gran maestro Carlos Olvera), y personalidades del D.F. (hoy CDMX), se daban cita para disfrutar al máximo de ese gran evento donde no había distinción de clases sociales.
Sin embargo, también otros recuerdos que llegan a mi memoria eran las muy conocidas posadas en esta ciudad de familias muy conocidas como: los Zarza Brambila, Nava Barbosa y Gómez de Orosco entre otras, donde gran parte de las adolescentes 70's se daban cita para divertirse o que cupido tocará el corazón de alguna chica toluqueña.
Otra tradición muy setentera para los adolescentes, era ir los domingos a la Alameda, a tomar helado de la famosa “adios tu presumida” (Don Fede), donde se reunían las señoritas y los jóvenes conocidos de esa época a platicar y dar la vuelta tanto por la mañana (saliendo de la misa de 1:00 pm del templo de El Ranchito) y por la tarde, donde para muchos de ellos también cupido estaba a la orden del día. Por cierto, en esta década ya la fuente de sodas “El Park” ubicada en la esquina de las calles de Quinta Roo con Hidalgo desaparecía para empezar la construcción del edificio que hoy alberga las oficinas centrales del ISSEMYN.
Viernes, día de plaza;
Mercado 16 de septiembre (Avenida Lerdo):
Hoy el majestuoso Cosmovitral:
Hasta la fecha no deja de ser conocido, nombrado y popular en todo el país lo que fue en su momento el gran tianguis de Toluca. Los que lo conocimos en otras épocas podemos comentar que muchas de las costumbres de este mercado ya no existen. Todavía hay tianguis ubicado es cierto, pero analizándolo bien, poco queda de su autenticidad en lo que es vendido, en cómo y quiénes eran los que compraban.
Ahora que luce majestuoso y muy visitado el Cosmovitral símbolo actual de arte, cultura y grandes eventos, en otros tiempos este inmueble porfiriano albergo el comercio en todas sus ramas. Desde 1933, cuando el Presidente Municipal de Toluca Don Manuel Sotelo, mandó construir locales en su interior, los comerciantes llegaban cada día muy temprano a instalar sus puestos semifijos, extendían sus mercancías y, ya tardé las levantaban. Todo esto en el interior.
Afuera en la calle de Juárez, que venía a desembocar a la calle de Lerdo (otrora calle de Tenería) se encontraba la fábrica de hilados y tejidos denominada “La Industria Nacional” y las propiedades del señor Eduardo González y Pichardo y de la señora Juanita Nava de Zenil. Estas propiedades fueron derribadas para dar continuidad precisamente a la calle de Lerdo. (Don Eduardo González y Pichardo nació en Ocoyoacac en 1868 y murió en la ciudad de México en 1935, fue Presidente Municipal de Toluca en varias ocasiones, y entre sus obras más importantes destaca la terminación de los portales de Toluca, que en extensión son los más grandes de nuestro país, esta obra fue inaugurada por el gobernador General José Vicente Villada en 1917), esta composición de dichos portales quien en 1832 el toluqueño José María González Arratia empezó esta magna obra. se constituye por tres secciones: Oriente que cuenta con 37 arcos y estos llevan el nombre de 20 de noviembre, también conocido como Constitución, en el lado sur existen 44 arcos denominado Francisco I Madero, el lado poniente cuenta con 35 arcos con el nombre de portal Reforma y finalmente 4 arcos que se abren hacia independencia, haciendo un total de 120 arcos.
El amplio tramo comprendido entre Lerdo y General Prim, hoy Santos Degollado, estaba todo empedrado, en ese lugar, a diario se instalaban comerciantes de la venta de jarcia (rafias, cordeles, piolas, hilos, cuerdas), con sus tendidos de lazos, canastas y ayates que alfombraban el empedrado. Seguían puestos de sombreros de palma ejemplo de Don Francisco Águila, y junto a él, tan viejo como sus fierros, se ubicaba Don Celedonio Ortega. También se instalaron en ese lugar los puestos de sarapes, de ceñidores, rebozos como los de Tenancingo y Santa María, y el popular rebozo de bolita; en este negocio eran muy conocidos los hermanos Cárdenas, Don Fermín Gaytán y Don Domingo Jiménez. Este giro del rebozo fue muy bueno ya que todas las mujeres de los pueblos lo usaban.
Este era el comercio casi del diario, pero llegado el viernes, las calles que circulaban el edificio porfiriano del mercado: Juárez, Rayón, Lerdo y General Prim hoy Santos Degollado, eran invadidas por los comerciantes que, venidos de todo el estado, muy de madrugada se iban instalando en su lugar de costumbre. En determinadas calles vendían productos de cierta clase; es decir, cada zona se especializaba; por ejemplo, en la calle de General Prim, cerca del templo del Carmen, se vendían nichos de santos de madera corriente, pintados en vivos colores, seguían los puestos de las cucharas, en su mayoría mujeres con toda la artesanía de San Antonio la Isla, donde se trabaja hasta la fecha artesanía de madera; en los tendidos de estos puestos se encontraban cucharas de todos los tamaños usadas en la cocina mexicana, como los molinillos, palas, las hermosas polveras en la que se grababan el nombre o la frase que el cliente solicitara, que decir de los juguetes que ya nadie aprecia, pero que muchos años fueron el entretenimiento de niños y adolescentes (entre ellos yo), quien no jugó al balero, al yo-yo, a los carritos de madera y a las pirinolas ¡
Al llegar la Semana Santa y las fiestas patrias se vendían las tradicionales matracas que, al girarlas, dejaban oír su sonido inconfundible, estos artesanos ocupaban todo el frente de la plazuela del Carmen, donde tiempo después se levantó la Plaza España, adornada con las figuras de Sancho Panza y el Quijote; hoy en día luce esplendorosamente el Planetario y parte del Parque de la Ciencia Fundadores. En esta misma plaza se hacía la venta de animales vivos, llegando comerciantes con grandes huacales repletos de gallinas, patos, guajolotes y uno que otro gallo de pelea; también se llegó a vender puercos y borregos. Aun lado de esta plaza estaba la venta de la loza de barro, llamando la atención las grandes cazuelas para los guisos típicos mexicanos como el mole, taco de viernes etc.
Así mismo se vendían los cántaros para el agua o para el pulque, los comales, jarros, los bacines, sin faltar los juguetes para los niños como cazuelitas de colores, las alcancías, y una variedad increíble de loza en miniatura, traída desde distintos puntos del estado como Metepec, El Oro, Valle de Bravo y también de otros estados como Jalisco. Entre estos puestos, se intercalaba alguno que vendía indispensables trasteros o muebles rústicos para colocar loza, y también cuchareros, una especie de repisa para cucharas y molinillos. Entre uno que otro puesto por ahí se vendían molcajetes y metates de piedra negra de Oaxaca antes de que fueran desplazados por la licuadora.
Hay que hacer la aclaración de que la calle que hoy lleva el nombre de Santos Degollado tenía tres nombres en diferentes cuadras: de la iglesia del Carmen al poniente se llamaba Cura Merlín; de la iglesia hacia el oriente, Plaza España; y de la calle de Juárez al oriente, General Prim. Con esta referencia, volvamos a la Plaza España esquina con Juárez, área empedrada de la que ya hice referencia. Ahí los viernes aumentaba el comercio de diario: los de la jarcia, además de lo acostumbrado, traían cinchos, cedazos, chiquigüites, acocotes y uno que otro cuero para el pulque. Los artesanos de San Pedro Totoltepec, tendían sus petates y de hecho alfombraban gran parte del empedrado. Cerca de ahí, la venta de cueros para curtir, de zaleas de lana, negocio que conocía muy bien Don Luis Correa. Ahí también se vendían jícaras y bateas. Ese día los puestos de rebozos y sarapes lucían su policromía.
Siguiendo por la calle de Juárez hacia Independencia, se instalaron puestos más formales, con sus bancos, tarimas y manteados, como si fueran un campamento. Ahí se realizaba la venta de huaraches o de zapato catrín, negocio en el que destacaba don Refugio Mondragón; la ropa de mezclilla, los overoles que vendían los árabes para los obreros. Los varilleros vendían listones, tiras bordadas, paliacates, hilos y gran variedad de adornos, además de muñecos de celuloide.
Entre las costumbres de día de plaza, una muy popular era que las amas de casa, de todas las clases sociales, dedicaban una mañana para hacer sus compras, con lo que se surtían para toda la semana (quién no recuerda acompañar a su mamá hacer esas compras), y era de verse como las señoras, llevando ellas mismas su canastas, otras llevando la gente de servicio para apoyarlas, llegaban por la calle de Juárez a buscar, afuera de las tiendas “El Cairo” del señor Cuevas o el “Crédito” de don Ciro Estrada, a algún cargador que ya con su refino esperaba a su eventual patrona. Lleno el canasto de buen surtido para la semana, el cargador, al lado de la sirvienta, lo llevaba sobre sus espaldas a casa de la señora, mientras esta se quedaba para hacer las compras de la ropa u otro artículo, casi siempre se encontraban con algunos conocidos, pero era muy breve su plática ya que los cargadores al caminar gritan: “! ¡Ahí les va el golpe! ¡hágase a un lado!”.
Costumbre de ese día sin comentar, era que en casi todas las casas se comía el famoso “taco de plaza” con más de 15 ingredientes, ya que se había llevado en el canasto todo lo necesario para elaborarlo.
Que yo recuerde y haya comido eran parte de los ingredientes: pata, nopales, acociles, queso blanco, charales, sardinas, pescados blancos de Lerma, barbacoa, chicharrón, jitomate, cebolla, cilantro, chiles manzanos, chiles en vinagre, papaloquelite y guajes.
Tras ese día de arduo trabajo y tarde de regocijo, por los pulques y chumiates, de regreso de los comerciantes a sus lugares de origen por el lado del río Verdiguel, en ese entonces al descubierto, muchos de ellos se paraban allí a hacer sus necesidades y había una especie de barranca que era muy peligrosa en temporada de lluvia, es por ahí donde muchos caían, resultando golpeados y por lo general, perdían sus sombreros y sus cobijas y eso género tan célebre frase de “Toluca no mata, nomás taranta, quita cobija y avienta a la barranca”.
El tiempo ha pasado y con él, mucho de lo que aquí escribo ha desaparecido.