Al inicio de esta administración, el partido en el poder prometió un cambio disfrazado de esperanza bajo un lema muy cuestionable sobre todo en el contexto actual: Primero, los pobres, fieles a su ideología, hoy han sumado casi 4 millones más a las filas de la pobreza, lo equivalente al estado de Chihuahua o Guerrero, si a esto sumamos que nos enfrentamos a una inflación de casi 8%, la más alta en 20 años, la cual se ha agravado por falta de estrategia y nulidad de apoyos para el rescate de millones de desempleados formales e informales, además de productos como pollo, huevo y tortillas en precios elevadísimos, ha derivado en que 7 de cada 10 mexicanas y mexicanos no tengan acceso a la canasta básica, definitivamente no hay pensión que alcance.
80 muertes al día, más de 2,400 homicidios dolosos en un mes y casi 300 femicidios en 3 meses dejan claro que la estrategia de seguridad de abrazos y no balazos ha sido un rotundo fracaso, situación que se vuelve aterradora cuando abiertamente se brinda protección y permiso para actuar impunemente a quienes tanto daño y dolor dejan en miles de familias.
En materia de salud, hoy 15 millones de mexicanas y mexicanos carecen de un doctor, tratamientos y medicinas que salvan vidas; las ocurrencias y descoordinación que pusieron fin al Seguro Popular se traducen en miles de vidas truncadas y el sufrimiento de millones, entre ellos adultos mayores, que ahora tienen que utilizar su apoyo económico en el pago de medicamentos y estudios médicos que no otorga el ineficiente INSABI. Es importante resaltar que hasta antes de su desaparición este instituto brindaba atención a más de 52 millones de personas, aún más lamentable es que justo en plena crisis de salud se eliminaron 33 mil millones de pesos del Fondo de Protección contra Gastos Catastróficos, el cual daba cobertura a más de 60 enfermedades que generan altísimos costos y que en poco tiempo pueden acabar con el patrimonio de una familia.
Esta misma realidad la sufren nuestras hermanas y hermanos con discapacidad, quienes, con un apoyo económico de 42 pesos diarios, no cubren lo mínimo indispensable para una inclusión digna que contribuya a disminuir una brecha histórica que enfrentan casi 20 millones de personas que viven con alguna discapacidad en nuestro país.
Por otra parte, los grandes olvidados, la infancia mexicana, sector con el que se tiene un gran pendiente y que ha visto vulnerados sus derechos con la desaparición de programas fundamentales para su desarrollo como las Estancias Infantiles y las Escuelas de Tiempo Completo, sumándose a esta indiferencia la negativa a garantizarles la aplicación del tamiz neonatal, prueba que se aplica a los recién nacidos, fundamental para la prevención de enfermedades.
Los programas sociales deben ser transversales, no se trata de cuantos apoyos económicos y de cuantos pesos se han otorgado, sino de los efectos que estos tengan en la meta de disminuir la desigualdad y brindar a las familias mexicanas una mejor calidad de vida. Se puede evadir la realidad, pero no sus consecuencias y hoy la realidad nos ha rebasado.
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