Caridad del Río, la madre del héroe homicida

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Caridad del Río, la madre del héroe homicida

Miércoles, 27 Julio 2022 01:17 Escrito por 
Raúl Mandujano Serrano Raúl Mandujano Serrano Desde el Sótano

Jaime Ramón Mercader del Río Hernández, conocido por muchos allá por los 30’s, con el seudónimo de Jacques Mornard, llegó desde España a México con una encomienda: asesinar a Leon Trotsky, un político clave en la revolución bolchevique y segundo al mando del propio Lenin. Mercader se entrenó en los estados soviéticos y desde allá, junto a su madre, se planeó la ejecución. Mercader se infiltró en la casa de Coyoacán, donde habitaba Trotsky junto a su esposa, Natalia Sedova, ambos asilados ahí por Frida Khalo y Diego Rivera, quienes habrían convencido al presidente Lázaro Cárdenas de darles asilo, después de que estos fueron exiliados de la Unión Soviética.

Se preguntara usted a que se debe la referencia histórica –charla el periodista mientras fuma un buen Cohiba cubano y en la mano sostiene un vaso con vermut-, Bueno, continúa, quiero afirmarle la importancia de las mujeres en la historia. En este caso, Ramón Mercader enamoró a una inocente y bella joven, Sylvia Agelof, secretaria personal de Trotsky en México. Así logró acercarse y tener la confianza de la casa de Coyoacán. Mercader era minucioso, simpático, atractivo, inteligente y hablaba varios idiomas. Era así que logró ser parte de la denominada "Operación Utka" y su víctima era esa bella dama que ansiaba ahogar sus miedos y soledad con alguien como Jaime Ramón.

Su madre

Stalin había dictado la sentencia y debía cumplirse. El plan urgía ejecutar a Trotsky en 1939 y para ello fueron entrenadas varias células secretas con la misma misión. La primera en intentarlo estaba liderada por el muralista mexicano David Alfaro Siqueiros (mire usted qué cosas), un fiel militante y devoto del Partido Comunista, quien. Acompañado por unos 20 hombres bajo su mando, ingresó a la casa y ametralló las habitaciones. Trostky se salvó. Y es que Siqueiros y su grupo fueron unos ineptos. Este error sería bien aprovechado por una espía soviética, Caridad del Río.

Cuentan los historiadores, documentalistas e investigadores que en los crímenes de Estado, como este y como en casi todos, se encuentra la mano de una madre. Caridad, de origen cubano, era implacable. Así la recuerdan quienes la conocieron. Tenía una mirada seria y fría. Era una despiadada militante estalinista, que idolatraba al comunismo y odiaba a sus detractores. Trotsky, el líder bolchevique que había acusado a Joseph Stalin de traicionar la Revolución Rusa, se le había clavado en las entrañas y deseaba ser el arma que silenciara al fundador del Ejército Rojo, Caridad sabía que su hijo lo lograría.

Al fin, un 21 de agosto de 1940, con la cordialidad de Sylvia Agelof para conseguirle una entrevista con Trostky, bajo la excusa de mostrarle un documento político, entró a su despacho. El espía escondía en su abrigo un cuchillo, una pistola y el famoso piolet, una piqueta de alpinismo, la que usó para asestarle un golpe mortal en la cabeza mientras leía el documento y le daba la espalda. Mercader no se atrevió a rematarlo, huyó. León moriría en la Cruz Verde horas más tarde… Ramón no pudo llegar al auto donde su madre lo esperaba para escapar. Fue capturado y sentenciado a 20 años de prisión.

Caridad fue esposa del empresario Pablo Mercader, quien la engañaba con mujeres en tenebrosos prostíbulos. Quizá por ello se refugió en el anarquismo y la militancia comunista. Por cierto, cuando salió de prisión, Ramón y Caridad fueron condecorados en Moscú con la Orden de Lenin y la Medalla de Héroes soviéticos. El socialismo, el comunismo y el fanatismo, son, sin duda, una extraña devoción por el odio social… Sólo digo. Mi twiter @raulmandujano

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Raúl Mandujano Serrano

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