La Universidad Autónoma del Estado de México es una institución vigente, pertinente y de excelencia. Reconocer nos reconoce y lo sostengo como un adagio, pues muchas veces no se aprecia lo que no se conoce. Como exrector del palacio de los cien arcos, celebro los resultados obtenidos por nuestra casa verde y oro que de acuerdo con el Latin America University Ranking 2022, la ubican en el primer lugar de todas las universidades públicas estatales.
A lo largo de su existencia se ha constituido como la máxima casa de cultura de nuestra entidad y como una de las mejores universidades del país y de América Latina. Esta institución se toma muy en serio su papel, por sus aulas y pasillos se han cimbrado con orgullo las mentes más preclaras de la patria, entre ellos el último estadista, el hermano mayor de este caserón de piedra, Adolfo López Mateos, así como prestigiosos investigadores y artistas de la talla magistral de Leopoldo Flores al igual que eminentes deportistas que han dejado huella en el olimpo nacional e internacional.
En ella reconocemos la vocación académica y científica que nos legó el pensamiento liberal de José María Luís Mora, el espíritu progresista de Ignacio Ramírez el nigromante y la amplia y reconocida altivez de Ignacio Manuel Altamirano u Horacio Zúñiga Anaya. Es el epicentro de todos los espacios, vértice de donde nacen todas las ideas, espacio común de todas las voluntades.
No podemos comprender ni apreciar en toda su dimensión el origen y el devenir del Estado de México sin el aporte que ha hecho la autónoma mexiquense en el desarrollo de mujeres y hombres que a diario se forman en las aulas que como paneles de abejas generan y cultivan conocimiento, el cual, de tanto ser trabajado se convierte en un aporte útil para la sociedad. Nuestra entidad es coexistencia de nuestra institución y nuestra institución es coexistencia del Estado de México, es un binomio indisoluble.
En la universidad se funde lo esencial del hombre, se estudia para ser mejores, se cultiva el espíritu y trasciende el pensamiento en acción y destino. En ella hacemos patria, generamos ciencia y cultivamos trabajo porque somos congruentes y porque aquí respetamos al mundo, apreciamos su saber y enaltecemos el pensamiento universal.
A esta casa Auriverde pertenecemos, orgullosamente pública y orgullosamente nuestra, que no tiene horizonte y se convierte en perpetua, la que afianza la cultura y la reflexión, la identidad y el sentido de pertenencia. Aquella que nos levantó y nos abrazó, que nos enseñó a construir sueños colectivos y nos cambió para siempre. ¡Que viva la Universidad Autónoma del Estado de México!