El presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, se ha acostumbrado a hacer lo que mejor le viene en gana, casi siempre en detrimento de sus opositores y, en ocasiones, aun de sus propios compañeros de partido o de aventura política.
Por eso no es extraño que faltando diez meses para las elecciones, y siete para el inicio de las campañas electorales que la ley estipula, haya decidido violentarla con el propio proceso electoral de 2023 en el Estado de México, al designar como su candidata para tal cargo a la maestra Delfina Gómez Álvarez. Bueno, coordinadora 4T.
La maestra, que aún es titular de la Secretaría de Educación Federal, pues no ha renunciado ni entregado la dependencia, tendrá al menos siete meses, cuatro de ellos con la ley torcida, para recorrer el estado, ventanearse, que la gente la vea y escuche sus propuestas y, lo que seguramente será una constante en toda su campaña, una dura crítica contra el gobierno de Alfredo del Mazo Maza, para posicionarse, o seguirlo haciendo.
Así sucedió hace seis años, cuando AMLO designó a Delfina Gómez Álvarez coordinadora de Morena en el Estado de México, un cargo que no se encuentra en sus estatutos y que fue inventado solo para permitirle realizar campaña con mucha anticipación.
Ese adelantamiento de los tiempos electorales obligó a los demás partidos políticos a emular al Movimiento de Regeneración Nacional, siguiéndole el juego, porque de lo contrario se quedarán atrás.
Una prueba de ello, es que el miércoles de la semana pasada, al conocerse por la tarde que al día siguiente se darían a conocer los resultados de las encuestas mandadas a hacer por Morena y que le daban el triunfo a Delfina Gómez, el gobernador Alfredo Del Mazo Maza se apresuró a convocar esa mismo día en Casa Estado de México a varios exgobernadores para analizar el escenario político.
Allí estuvieron puntuales Alfredo Baranda García, Emilio Chuayffet Chemor, Cesar Camacho y Arturo Montiel. Por obvias razones no asistió Enrique Peña Nieto y Eruviel Ávila seguro de otra forma.
Y es que todos quieren meter mano en la decisión del partido, nadie quiere quedarse atrás; curiosamente, las dos aspirantes que más fuerza han tomado en los últimos días: la secretaria de Desarrollo Social del gobierno estatal, Alejandra del Moral Vela y la diputada Ana Lilia Herrera Anzaldo, guardan buena relación con la mayoría de los exmandatarios, pero es evidente que cada uno de ellos tiene sus propios intereses. Claro, no olvidemos a Laura Barrera. No la olvidemos.
Ana Lilia Herrera se formó al lado de Arturo Montiel Rojas y se consolidó con Enrique Peña Nieto, pero luego su carrera alcanzó un fuerte impulso con Eruviel Ávila Villegas y en la presente administración se ha mantenido como diputada federal.
A través de su padre, Ismael del Moral, Alejandra tuvo y tiene relación con Chuayffet, Camacho y Montiel, con Peña Nieto fue alcaldesa de Cuautitlán Izcalli y luego colaboró con el atlacomulquense tanto en la gubernatura como en la administración federal; luego fue diputada federal con Eruviel Ávila y en la presente administración ha ocupado diversos cargos en el gabinete estatal, hasta la presidencia del Comité Directivo Estatal del PRI.
En el lado de Acción Nacional, el dirigente nacional Marko Cortés, anunció que su candidato sería el diputado Enrique Vargas del Villar, quien después tuvo que aclarar que no estaba rota la coalición “Va por el Estado de México” y que ellos seguían dentro.
Todo este desbarajuste en el gabinete estatal, en el PRI y en el PAN, fue motivado por el adelantamiento de López Obrador, porque todos los demás actores políticos no quieren quedarse cruzados de brazos, mientras que el Movimiento de Regeneración Nacional ya inicia en breve su campaña y de manera abierta.