¿Qué es deconstrucción? Este término se ha puesto de moda para explicar otro modo de ser.
El vocablo surgió a partir de la estrategia de Jacques Derrida, filósofo francés, que intentaba reorganizar el pensamiento ante un surtido de contradicciones y desigualdades. Bajo este contexto, la deconstrucción machista busca lograr nuevas masculinidades que reflejen un cambio donde la equidad sea el principal eje.
¿Por qué estoy hablando de esto? Considero que es fundamental que antes de hablar de paridad de género generar un cambio drástico en la forma de ver a las mujeres, pero también a los hombres. En los partidos políticos se les debe instruir sobre generar nuevas masculinidades.
Las cualidades de las nuevas masculinidades, según Inmujeres son aquellas que:
- No utilizan el poder para imponerse sobre otros.
- Compartir el control de la realidad con las mujeres.
- Buscar el equilibro entre su trabajo y su hogar por igual.
- Compartir las labores domésticas y la corresponsabilidad del cuidado de los hijos e hijas.
- Ejercer la crianza positiva e igualitaria entre hijos e hijas.
Entender y llevar a cabo acciones que propicien estos puntos nos mejorará la vida a todos.
En este entramado de la sociedad no solo las mujeres son quienes sufren o son violentadas. Los hombres ejercen violencia porque sus historias están plagadas de abusos no dichos. Y algunos, aunque no sean parte de quienes lastiman a las féminas, no se atreven a hablar de lo que a ellos les ocurre.
Pero volviendo al tema electoral. Paridad y equidad son dos palabras que parecen sueños inalcanzables si antes de todo ello, no se piensa y actúa de otra manera.
No importa que las mujeres ganen elecciones, si al momento de tomar decisiones estarán sujetas al escrutinio de los hombres en el poder.
Las mujeres en la política han demostrado que tiene capacidad para dirigir un Fondo Monetario, un país, un juzgado, un municipio, un estado sin titubear.
Angela Merker, Hilary Clinton, Michel Obama, Michele Bachelet, etc. son solo algunos ejemplos de lo que pueden lograr las mujeres en los puestos de poder. Sin embargo, los ejemplos no pueden equipararse a los de los hombres, porque, a pesar de ser mayoría, esto no se ve reflejado en esos puntos claves de la estructura social.
No es una dádiva, una concesión, es un derecho. Podemos ser el lado suave, pero eso no significa que sólo nos dedicaremos a reforzar los voluntariados, también somos parte de este engranaje político.
Emprender una cruzada para deshacer los machismos puede darnos excelentes resultados, porque ya no se trata solo de buscar un lugar para las mujeres, se trata de ir tomados de la mano para lograr los más altos objetivos nacionales.
¿Es una utopía que los hombres no aplasten los sueños políticos de las mujeres?
¿Es una utopía que no les pongan trabas para ser parte de una boleta en la urna?
Reflexionemos seriamente si los que en este momento dirigen los partidos ejercen una masculinidad sana y si esto se ve reflejado en sus acciones y apoyo a sus compañeras de partido.