El gobierno norteamericano decidió subir la temperatura a las relaciones diplomáticas mundiales. Después de su política de expansión hasta las fronteras de Rusia mediante la anexión de varios países a la OTAN, misma que provocó la invasión de ese país a Ucrania y que desencadenó una severa crisis inflacionaria mundial, ahora el gobierno americano ha decidido alimentar un viejo conflicto entre China y Taiwán para tratar de orillar a los chinos a retirar el apoyo a Rusia en virtud del fracaso de las sanciones económicas que se han impuesto a Moscú.
La visita de Nancy Pelosi a Taiwán y el “apoyo del congreso” norteamericano al gobierno y a la democracia de ese territorio que China reclama como suyo es, en efecto, un viraje en la política diplomática norteamericana pues, si bien es cierto que Washington no reconoce a Taiwán como un país independiente y que en los hechos se ha sumado a la política de integridad del territorio chino, hoy, en medio de la “guerra de sanciones”, el mensaje es que esa política puede cambiar y, si esto escala, la probabilidad del reconocimiento de la independencia de Taiwán por parte de los norteamericanos es una probabilidad que se precipita cada vez más.
Sin embargo, la reacción china no se ha hecho esperar. No habría de pisar territorio de Taiwán la legisladora Pelosi cuando la aviación china ya habría cruzado por los aires de la isla asiática y se anunciaba a la par el inicio de ejercicios militares con fuego real en el estrecho taiwanés.
Soy de la idea de que la guerra siempre es un recurso de los débiles para buscar el equilibrio de fuerza en el contexto internacional. Abrir dos frentes de batalla con dos superpotencias militares y nucleares no es una buena idea. La amenaza nuclear pareciera para muchos una amenaza lejana pero, sin embargo, pudiera no ser distante ni fuera de la realidad como muchos pensarían.
La alianza político-militar de china y de Rusia y de estos con Irán y Norcorea presentan una disposición de armamento de largo alcance muy peculiar, pues esta alianza tendría poder balístico para atacar a Estados Unidos desde Asia y a Europa desde territorio Ruso e Iraní.
La modificación de la alianza comercial China, no estará sujeta a negociación. Hasta el momento esa nación no se ha caracterizado por una política de expansión territorial, pero ha logrado convertirse en una nación comercialmente indispensable en todo el mundo y es, por mucho, la nación manufacturera más importante del planeta. China se ha convertido en una superpotencia productiva y, en todo caso, los norteamericanos deberán de utilizar este amago para echar a andar la “economía de guerra”, que en muchas ocasiones los ha salvado del colapso económico. Ojalá y solo sea eso. Un simple amago.