Hace unos días, el líder nacional del Partido Revolucionario Institucional (PRI) Alejandro Moreno Cárdenas “Alito”, puso en crisis a la alianza Va por México, al ser presentada una iniciativa de Ley por parte de la diputada priista Yolanda de la Torre que propone ampliar la presencia de las Fuerzas Armadas en las calles hasta el 2028, que, desde luego, está apoyada por Moreno.
Muchos atribuyen el cambio repentino de “Alito” a la presión del gobierno de la 4t a manos de la actual gobernadora de Campeche, Layda Sansores, quien dio a conocer audios que dejaban muy mal parado al priista; a partir de entonces, materialmente no lo dejó ni descansar, pues cada semana durante la noche del Jaguar se esperaba el nuevo material que daría a conocer.
Sin embargo, no fue únicamente Layda Sansores quien arremetió en contra de Moreno Cárdenas para afectar a la alianza opositora; el propio presidente Andrés López Obrador, materialmente ocupó gran parte de su tiempo para destruirla, puesto que los resultados del 2021 alteraron sus planes.
La cuerda se rompe por lo más delgado, y efectivamente, lo más delgado fue Moreno. En una entrega anterior señalé que el priista había aguantado metralla directa, y fue arropado por panistas y perredistas, hasta se había ganado a un buen número de ciudadanos que admiraron la posición que mantuvo, pues representaba a uno de los partidos más cuestionados de la alianza; aunque de alguna manera permanecía en sus conciencias que para ganarle a Morena era necesario esa unión.
De hecho, la alianza no fue obra y magia de la decisión de los líderes partidistas que la conforman, sino de la inercia que les impuso la sociedad civil a condición de hacer frente a las decisiones de un gobierno que se ha destacado por errar en lo más importante y que afecta a todos. Esa es la verdadera causa de todo, el enjambre que hoy Moreno ha puesto en riesgo.
Pero no es únicamente esa, la causa del descontento popular, de quienes no están de acuerdo con la forma de gobernar del originario de Macuspana, sino que, Moreno, al ser objeto de esos ataques, y la forma como había sido exhibido; fue requerido por expresidentes y clase política de su partido para que atendiera el problema que enfrentaba, y que dejara el liderazgo para que alguien más pudiera asumirlo sin la basura que había sido arrojada sobre su persona, pero resultó ser algo muy complicado, se necesitaba de “Alito” un verdadero sentimiento de generosidad, y profundo amor a México, que ya descubrió no tiene.
Moreno ha dejado claro que lo que le importa es su pellejo, pero no es el único que se encuentra en ese contexto; solo basta recordarle, que hay quienes aún a pesar de que se han visto perseguidos como consecuencia de opinar diferente al presidente, han aguantado los embates del mandatario y sus huestes.
De esta forma, Rosario Robles, por ejemplo, bien puede darle clases al priista de coraje y de lucha, sobre todo de aguante, pues su decisión y la determinación con la que enfrentó al poder, lo dejaron claro, vamos, Robles mostró tener más pantalones que aquel que presumió que enfrentaría las consecuencias de su decisión aliancista.
Rosario Robles Berlanga fue víctima de una maniobra torcida, porque si la señora es culpable o no de algún delito, no es lo que se encuentra en discusión, sino que la presunción de inocencia que debe prevalecer en el sistema jurídico mexicano como garantía del respeto de los derechos humanos, quedó en segundo lugar, y esa premisa que es precisamente la que tanto le molesta al presidente. la prisión preventiva oficiosa, privó de tres años de libertad a Robles Berlanga; años que nadie podrá pagarle.
Es a donde emerge la discusión sobre la legalidad de su aplicación, pues se presta a recluir a quien aún no se le ha demostrado culpabilidad de delito alguno. ¿por qué tanto le molesta al presidente que sea retirada esa figura? El delito por el que Rosario fue acusada, le daba la oportunidad de enfrentar su proceso en libertad, hasta que no se comprobara su culpabilidad. En este concepto, la libertad personal se ve sujeta al capricho de una decisión subjetiva y no necesariamente apoyada con los elementos suficientes que hagan presumir que existe un delito y que fue ella que lo cometió, por lo tanto, existe un daño a la libertad personal, que se traduce en una violación de derechos humanos. En donde con descaro, queda de lado la máxima de derecho, todos somos inocentes hasta que se demuestre lo contrario.
Robles, como muchos otros ciudadanos, especialmente los que menos tienen, soportan los daños que ocasiona el precepto legal que los somete a prisión, esa que alega el de Tabasco dejaría salir a delincuentes, manejando la narrativa obscuramente a su favor, porque en el fondo, lo que quiere, es tener la posibilidad de enviar a la cárcel a quien no se someta a su voluntad, como Rosario.
Ahora bien, la señora Robles, no aceptó incriminar a nadie, ni prestarse al juego de culpar a los que se le pedía, a cambio de obtener su libertad, aguantó a pesar de que no es priista, a pesar de que no se sabe si su anterior jefe, por el que muchos presumen, tuvo que pagar con prisión, Enrique Peña, materialmente la dejó sola, quedando en el olvido ese mensaje de “no te preocupes Rosario”, no estás sola, aun así, no traicionó.
Algo debería aprenderle “Alito” a la señora Robles, y debería considerar cuál será su lugar en la historia por haberse doblado ante el tabasqueño, los priistas le dieron la oportunidad de retirarse con honores, no lo aceptó, y ahora, por salvar su pellejo, se lleva con él a toda la coalición por el momento, con una traición imperdonable a los mexicanos que creyeron en ella.
“Alito” Moreno, ya eligió su lugar en la historia, ya eligió qué camino seguir, mientras que los que le dieron su confianza, sentirán el dolor de la puñalada; el tiempo es el único que puede curar esa herida. Las instituciones no son propiedad de una sola persona, y los priistas aún no dicen la última palabra.