Los tiempos políticos absurdamente se encuentran por delante de los que el gobierno debería dar prioridad a partir de los problemas que azotan a los mexicanos, entre ellos: seguridad, economía, inversión, recuperación de empleos, salud (lejos, muy lejos de Dinamarca), etcétera, nada es más importante para la clase política, empezando desde luego por el principal promotor de ello, el presidente Andrés López Obrador, que hablar de la sucesión presidencial.
Y bueno, tal vez de alguna manera se entienda, para cuestiones prácticas este gobierno ya hizo lo que tenía que hacer para mejorar las condiciones de los mexicanos, es decir, nada o muy poco. Por lo demás, se le ha ido en destruir y acabar con los recursos de la administración pública; mientras que se imponen los temas que piden ser abordados, y que, regularmente, no aportan beneficio alguno al pueblo.
Aún, tal vez, a consideración de lo que piensa el propio presidente, le falta por destruir al Instituto Nacional Electoral (INE), de la forma en como hasta ahora lo conocemos, los ataques son constantes y continuarán, el instituto le estorba para terminar por controlarlo todo, sí, incluyendo las elecciones.
Entre tanto, la deuda pública crece a niveles nunca antes vistos, el crimen organizado se sigue adueñando de grandes zonas del territorio nacional, cada vez hay más pobres, no hay más y mejores fuentes de empleos, la inversión extranjera y local prefiere guardar su dinero en lugar de invertir pues ve a un gobierno que no respeta contratos y que constantemente está faltando a su palabra, en resumen; no hay nada que pueda pronosticar alguna mejora, nada.
¿Qué hacer entonces?
Bueno, pues desde la tribuna mañanera se colocan cuentos que, mientras más exagerados parecen más creíbles, los cuales, son utilizados como cortinas de humo para distraer a la mayoría de mexicanos, dejando lo verdaderamente importante de lado. Lo increíble, es dar testimonio de cómo esa gran parte de ciudadanos sigue cayendo en el juego eterno del tabasqueño.
Dentro de estos síntomas, expone a sus preferidos para sucederlo en el trono, y al ver la poca movilidad de la oposición, incluso; se atreve a sacar una larga lista de 43 posibles candidatos que cree pueden contender para el cargo, y claro, lo hace con toda la intención, para que se siga hablando de lo que le conviene, y no de lo que carece de respuestas, o, de lo que lo obliga a ofrecer más mentiras que, entre más grandilocuentes, mejor para él, porque, de hecho, no tiene problema lguno para hacerlo.
En esa tesitura, algunos de los que aspiran al cargo, se mueven para descubrirse como posibles candidatos por parte de la coalición “Va por México” o la que se le parezca, o, la reemplace para hacer frente a la aplanadora de Morena. Y es que el Movimiento del tabasqueño contará con todo el poder y recursos del Estado; no porque en realidad tenga tantos seguidores como alardean, de hecho, ni el mismísimo presidente con toda su carisma, aceptación y popularidad, alcanza la suma de votos, en caso de necesitarla, como la que lo hizo ganar en 2018.
El problema, es que, aferrado al poder, no lo quiere soltar, y pretende seguir teniendo el control si se ve obligado abandonar palacio Nacional a través de uno de sus elegidos, porque nadie puede dudar que el que decidirá quién va a participar para abanderar a Morena, es él mismo. Y participar, es objetivo, ya que el que seguirá en campaña no es otro u otra que no sea López Obrador.
Los demás morenistas, no le quitarán una coma a lo que decida el gran Tlatoani, no lo han hecho y no lo harán, por eso, parece hasta cómico observar a Marcelo Ebrard o Ricardo Monreal coqueteando con la alianza opositora a Morena para encabezarla, sí, cómo no, morenista en contra de morenista, vaya elección, ni para dónde hacerse, para que no salpiquen.
Por esta misma razón, surgen personajes que, si no tienen el arrastre que se requiere para hacerle frente a la figura de López Obrador, se presentan como una opción simplista para vender la idea de ser mejores de lo que hay por el momento; intentan hacerse de la simpatía de quienes no comulgan con la 4t, especialmente de aquellos que pretenden conservar sus beneficios; como un sistema de salud digno, medicamentos, estancias infantiles, becas (las que premian el esfuerzo, no la sumisión), refugios, etcétera, de ellos, identificados como “los conservadores”, surgen personajes como la senadora Lilly Téllez, que si aún no la conocen, pueden ir a la plataforma Latinus y ver la entrevista que le hizo Carlos Loret de Mola.
El caso es que la entrevista fue enriquecedora, descubre gran parte de lo que en realidad mueve a la periodista, hoy política, y, desgraciadamente para su causa, y de sus seguidores, sus limitantes, pues aparentemente todo lo concentra en una razón de ser de la esperanza de su postulación, “meter a la cárcel a López Obrador”. Puede ser que muchos de los que han sido afectados por este gobierno consideren que eso es suficiente. Pero no lo es.
Don Ángel Verdugo, analista, comentó, que el presidente no puede meter a la cárcel a nadie, que la Constitución determina las condiciones que a cada quien le corresponde. Únicamente una pequeña pregunta, ¿es en serio? ¿de verdad nada tiene qué ver el presidente para que se encierre a alguien? Me parece que el respetado analista habla de otro país, y si no, que se lo pregunte a Rosario Robles, a la maestra Elba Esther, o tal vez a Pio López Obrador, a Marcelo Ebrard, Manuel Bartlett, entre muchos otros, para que nos digan si es verdad o no, que mucho tiene que ver el presidente.
El problema de Téllez, es que cree que todo se resume en ir en contra de quien dejará el poder, y no pensar en cómo se tendrá que gobernar a partir de entonces, ¿quiénes la acompañarán?, ¿qué experiencia tienen? ¿Cuál es su plataforma?, ¿cuáles son sus objetivos en seguridad?, ¿en economía?, etcétera. No todo es quitar a Morena del poder y meter a la cárcel a medio mundo, lo que requiere el país, es rumbo, que hoy lo ha perdido, y con la ligereza del objetivo de la senadora, no parece su ofrecimiento muy responsable que digamos.
Es decir, caería el pueblo en aquello de salir de “Guatemala para …”, si la senadora o cualquier otro aspirante a ser el elegido para representar a una gran coalición tiene el método para unir al país y para integrar a lo mejor de lo mejor de connotados especialistas; para revertir el deterioro que dejará a su paso por la presidencia el inquilino de Palacio Nacional, tal vez se asome la esperanza que desea provocar, pues, será un verdadero reto, y las decisiones que deberá tomar, serán muy, muy dolorosas y antipopulares,
Suerte con eso.