A pesar de las diversas estrategias para que las personas no asistieran el pasado domingo 13, a la marcha por la defensa del INE y las leyes que lo rigen y con las que cumple, ésta se llevó a cabo con éxito.
La voz ciudadana se expresó en las calles, en las redes y en los medios con consignas como “el INE no se toca”, “vine aquí a defender al INE” que se escucharon en el Paseo de la Reforma y el Monumento a la Revolución. La mayoría de la gente con los colores del INE, institución que en 2018 llevó gracias a su respeto a la ley a AMLO a la presidencia.
El domingo 12 marcó un hito desde la primera reforma política de Jesús Reyes Heroles en 1977 y de las ocho posteriores realizadas entre 1988 y 2014, hasta lograr la institución que es hoy.
Guillermo Valdés Castellanos, ex director del CISEN hizo un cálculo de asistentes con base en los espacios ocupados y la capacidad de éstos. Estimó que asistimos 600 mil personas. Otros más conservadores hablaron de 400 mil y un satélite norteamericano que registró la marcha señaló 810,378, a los que habría que sumar los de 63 ciudades más en el país y las de otros cuatro países en el mundo, lo que frente a la declaración de Martí Batres, en el sentido que sólo habían asistido entre 10 y 12 mil personas, lo dejaron en ridículo.
Estuve ahí, lo vi. Había familias enteras con niños. Había jóvenes. Había más mujeres que hombres, por cierto, así como ancianos y discapacitados. Todos por un México democrático. No hubo violencia ni destrozos. No hubo barbarie. Hubo civilidad.
Algo quedó claro que lo que movió a los que marchamos, independientemente de la ideología de cada uno, es el profundo amor que se le tiene a México, que no acepta la tiranía.
Con un discurso impecable José Woldenberg, único orador de la concentración, habló acerca de que no podemos permitir que una sola voluntad cambie las leyes que construyeron la democracia moderna del país que ha luchado por ella 30 años, por instituciones que garanticen democracia y pluralidad, menos en vísperas de las elecciones del Estado de México y Coahuila en 2023 y en 2024 la batalla de todas las batallas: la elección presidencial.
