Siempre escuchamos sobre los avances que se han dado en materia de igualdad y sobre los retos existentes, sin embargo, poco se habla sobre la diferencia entre los ingresos laborales de hombres y mujeres, el porcentaje de puestos directivos que ocupa cada género y las tareas que siguen asignándose basads en estereotipos de género.
A pesar de que las mujeres son el 52% de la población en México, la ocupación laboral no responde a los mismos porcentajes, ya que solo el 40% de las mujeres, 4 de cada 10, son consideradas como población ocupada.
Dentro del mercado laboral las mujeres cada día han ocupado más espacios de responsabilidad, en los cargos de elección popular han tenido un crecimiento notable gracias a las reformas en favor de la paridad, no obstante lo anterior, en los cargos de designación gubernamental -con mayores ingresos y poder de decisión-, su presencia sigue siendo notablemente menor a la de los hombres.
La medición de la brecha salarial tiene su sustento en la metodología que plantea la ONU Mujeres y que gracias al estudio publicado por el Instituto Mexicano para la Competitividad A.C. (IMCO), “Brecha salarial de género, un comparativo internacional y sectorial” , nos permite tener información actualizada de México.
El estudio revela que “entre 2005 y 2010, se observa una mejoría en la brecha de ingresos por género, ya que esta disminuyó cuatro puntos porcentuales. Sin embargo, en los siguientes nueve años, del 2010 al 2019 la brecha se estancó entre 15% y 16%. El punto más bajo se observó durante la pandemia derivada del covid-19, cuando la brecha de ingresos se estrechó hasta un 11% debido a que la recuperación del empleo para las mujeres fue más lenta. A partir de 2021 se observa cómo la brecha de ingresos regresa lentamente al nivel previo a la pandemia, a la par del regreso de las mujeres al mercado laboral”.
Durante la pandemia se observó un retroceso en los avances, entre otros motivos, debido a que existe una carga desproporcionada de trabajo no remunerado, lo que se conoce como “el deber de cuidado”. Ya que erróneamente se asume que el rol preponderante de las mujeres es el cuidado de los hijos, padres o incluso familiares enfermos.
“Las entidades federativas con mayor disparidad de ingreso laboral entre sexos son Oaxaca, Colima e Hidalgo. Estos tres estados también tienen una proporción alta de participación laboral femenina en comparación con el resto del país. El porcentaje de mujeres ocupadas alcanza 43.3%, 43.1% y 42.2%, respectivamente.”
“En contraste, las entidades con menor brecha de ingresos son Chiapas, Veracruz y la Ciudad de México. Respecto a la Ciudad de México, tiene la mayor participación laboral femenina (43.9%) del país y a su vez es la entidad que ofrece mejores condiciones laborales para las mujeres. Sin embargo, como se observó a nivel sectorial, a nivel estatal también se observa una relación negativa entre la participación de mujeres ocupadas y la brecha de ingresos. Una mayor participación de mujeres no necesariamente garantiza mejores condiciones de empleo ni mayores ingresos para ellas.”
Para lograr que la brecha salarial de género se disminuya, debemos partir de la concientización familiar, buscando el equilibrio del trabajo no remunerado entre ambos géneros, procurar condiciones equitativas en el mercado laboral y eliminar la discriminación salarial.
El estudio del IMCO es obligada referencia para iniciar una nueva ruta en favor de la igualdad laboral y salarial.
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