“Qué injusta, qué maldita, qué cabrona la muerte que no nos mata a nosotros sino a los que amamos”.
Carlos Fuentes.
El pasado domingo murió uno de los grandes exponentes de la plástica mexicana, Rafael Cauduro, el hombre, el artista paradigmático que logró ser un revolucionario en su arte: la realidad aumentada, el hiperrealismo, lo que es, reafirma lo establecido, transformó, transfiguró, deshizo los esquemas impuestos por la plástica tradicional y logró ser un poeta cuyas manos dijeron más que sus cuerdas vocales.
De ojos azules inquisitivos, su voz rasposa, pero manos que aleteaban como colibríes supo de su historia y su momento, siempre leal a su ascendencia italiana y su árbol genealógico, Rafael se convirtió en uno de los artistas más importantes de México para el mundo, su obra admirada y admirable por propios y extraños impactaba, profeta de la naturaleza y su condición humana, cruda, actual; irreverente.
Inspirador de decenas de artistas, Cauduro recibió en 2014 el doctorado Honoris Causa por la Universidad Autónoma del Estado de México. En aquella ocasión siendo rector afirmé:
“Su plástica, brinda visiones transfigurables de algunos referentes culturales; es una prolífica obra que desde la critica, el erotismo y el deterioro nos da cuenta de un arte que se define por su constante apertura, por su siempre abierta increpación a lo establecido".
Conocí a Rafael conjuntamente con mi amigo Arturo Ocaña quien me acompañó a su casa en Cuernavaca, Morelos, aunque ya conocía su obra, el impacto de tenerlo en persona fue brutal; renegado ante los reconocimientos (la UAEMÉX fue el único doctorado que aceptó) nos confió su vida y su obra en una magnífica tarde donde viajamos por toda su vida artística y personal, con un tequila que nos compartió, tuve la gran oportunidad de ver lo que pocos seres humanos verían; su colección de Cauduros y los cientos de explicaciones de vida de coyunturas, de cómo el artista debe ser libre y moverse en libertad, crítico, reflexivo, emocional, inteligente.
La gran explicación en “corto” de los "7 crímenes mayores" plasmada en la Suprema Corte de Justicia, nos dan la dimensión infinita de este polifacético artista, su rebeldía y su tesón para defender su arte como la anécdota del cuadro que le mandó a hacer un presidente de la República y que al ver plasmado en un tren la leyenda de "Cervecería Toluca“ le "recomendó quitarlo", a lo que Cauduro siendo Cauduro dio un rotundo no y el cuadro fue a dar a la secretaría de Comunicaciones y Transportes donde hoy reposa en toda su majestuosidad.
Con Rafael no nos limitamos al acto protocolario de su reconocimiento, sino que acuñamos una gran amistad llena de recuerdos, anécdotas, amigos, amigas y por supuesto vino tinto; su platica, su retórica y su pasión por el arte avasallaba, esa era una pequeña parcela de Cauduro, quienes lo conocieron más, seguro habrán de escribir y plasmar la obra de este hombre universal.
En mi rectorado, el reconocer, avivar y enaltecer a estos humanistas siempre fue con la directriz que nos señala el ADN de la casa verde y oro; de los Altamirano, de los Ramírez, de los Zúñiga, de los Vasconcelos, los Casanova, los Heredia, los López Mateos, los Rivas Mercado…
Proyectar con dardo intelectual flamígero a los que sigan el legado de estos grandes hombres y mujeres fue sin lugar a dudas tatuaje indeleble de mi administración donde se subrayó y se reafirmó que debemos ser la MÁXIMA CASA DE CULTURA DEL ESTADO DE MEXICO. Si bien en la casa de los 100 arcos cultivamos también la formación tecnológica y la ciencia como instrumentos para poder dominar la naturaleza, también debemos replicar, divulgar y difundir a los nuevos hombres que hacen cultura y humanidad, a aquellos que a través de las bellas artes se atreven a decirnos algo y taladran a las nuevas generaciones con reflexiones críticas y autocríticas de la realidad imperante en nuestro mundo.
Así en la galería de doctores Honoris Causa amén de Rafael Cauduro, exacerbaron el sentido humanista, la primera mujer en recibir esta distinción; Karla Hernández, Arturo Marquez, Antonio Gamoneda, José Agustín, Óscar Chávez, Rodrigo de la Sierra, Joan Manuel Serrat, Fernando Cano, Sebastián, Leonardo Nierman.
Paradójicamente hoy en la Suprema Corte de Justicia de la nación conviven dos grandes mexiquenses; Leopoldo flores, Luis Nishizawa y un hijo también de la casa de Altamirano, Rafael Cauduro. Rafael no está ya físicamente en este plano, pero sus ideas y su destreza inigualable seguirá creciendo con el paso del efímero tiempo, vaya un abrazo donde quiera que estés querido amigo.
Cómo decía tu hija Elena:
"En sus obras busca plasmar el paso del tiempo, las tonalidades y texturas que predominan en sus murales reflejan la naturaleza del cambio y su efecto en los humanos”.
Fuiste el escultor, que con su talento hizo estremecer el universo que otro obelisco como Leopoldo Flores definió:
“Universo es el vientre infinito donde nace el hombre, universo sin término donde no existe horizonte, horizonte, todos lo sabemos, en el universo no existe horizonte”.
