Hace unos días dio inicio el semestre en la Universidad Autónoma del Estado de México, miles de jóvenes se congregan en los distintos espacios de la UAEMex para continuar sus estudios en una de las casas del saber más pertinentes de nuestro país. Los salones de clase son como laboratorios de estudios donde el pensamiento de tanto ser trabajado se convierte en un aporte útil para la sociedad.
Es un privilegio enorme asistir a clases o en su defecto trabajar y desarrollarse día a día en la Universidad, por eso conviene no perder de vista lo que todo ello implica.
Los estudiantes universitarios son la razón de ser de la Universidad, sin ellos, carecería de sentido el papel de estas instituciones, serían poco más que centros de Investigación, por ello, es de vital importancia forjar a los próximos profesionistas que más adelante se desarrollarán en beneficio de la sociedad. Siempre he pensado que la Universidad recibe el regalo más preciado de un tejido social: sus hijos. Al brindarnos ese preciado tesoro tenemos entonces el deber de salvaguardar su presente y allanar su futuro.
En la universidad se enseña, se instruye, se forja un carácter y se cincela una personalidad. En ese espacio de su existencia el alumno conoce y reconoce los distintos escenarios que la vida le presenta. Nos hace humanos, solidarios, empáticos, sensibles. Nos ayuda a entender y a aquilatar que no solo es, sé es.
Como profesor investigador de tiempo completo adscrito a la facultad de derecho y medios alternos de solución de conflictos de la UAEMEX, me siento honrado de compartir con alumnos un semestre más, lo que me motiva y llena de energía para afrontar los retos que nos depara el futuro.
Con los estudiantes vivo, me enriquezco, ellos aprenden de mi como su servidor aprende de ellos, es un círculo virtuoso donde se compagina la experiencia y juventud al mismo tiempo. Coincidir en las aulas es tanto como recordar mis tiempos de estudiante, de donde tuve fascinantes recuerdos y anécdotas que me hicieron convertirme en lo que hoy en día soy.
De manera particular, aprovecho este espacio para desear el mayor de los éxitos a la matricula estudiantil que regresa a las aulas de la Universidad, haciendo extensivo mi deseo a todo el personal administrativo y docente que de igual forma se congrega en los distintos espacios académicos, porque si la Universidad es grande y pertinente es por la calidad de personas que en ella trabajan.
¡Que viva la Universidad Autónoma del Estado de México!