Las adicciones en las mujeres son más recurrentes, la más común es el alcoholismo. Es natural. El tomar alcohol es una idea que siempre ronda en nuestra idiosincrasia. Lo dicen nuestras canciones, lo vemos como algo normal.
A lo largo de mi vida he conocido a personas que han estado cerca de este mal, pero que no probaron ni un mililitro de alcohol, sólo recibieron sus consecuencias.
Ana, así la llamaremos, tenía una mamá que era súper divertida, cocinaba delicioso, bailaba genial y tenía una hermosa sonrisa. El problema radicaba en que siempre se pasaba de “copitas”. Entonces era todo un show sostenerla por las calles, aguantar sus cambios de humor, pero sobre todo aguantar sus comentarios que casi siempre eran hirientes.
Ana muchas veces tuvo que recogerla de la calle y la vergüenza de pedir ayuda la superaba. Un día invitó a todos sus amigos a su casa, para festejar su cumpleaños. El sueño de toda adolescente, es hacer una fiesta, divertirse y que todos le canten las mañanitas. Pero mientras limpiaba su casa rompió una botella de alcohol de su mamá. Cuando ella se dio cuenta no le importó que hubiera gente, ni que estuvieran celebrando a su hija, gritó, golpeó y la dejó llena de pena.
Ahora Ana, es una mujer que odia el alcohol, que es insegura, que mantiene relaciones tóxicas y sobre todo no puede irse del lado de su madre.
Cuando cuenta ese recuerdo del día de su cumpleaños ya no llora.
Los daños colaterales del alcoholismo son inmensos. Sabemos que daño le hace a un ser humano, sabemos los costos en su vida personal, pero a veces descartamos el impacto en hijos, pareja, en amigos.
Un hombre alcohólico por lo regular es violento y hace de la vida de su mujer e hijos un infierno, pero casi siempre es la mamá la que salva la situación o protege a sus pequeños.
Sin embargo, ser atacada verbalmente o físicamente por alguien que ingiere alcohol es lo más traumatizante del planeta, por ello la reacción que obtenemos de esas circunstancias, no es tan simple como parece.
Las mujeres se pueden volver amargadas, violentas o en su caso menos peligroso, pero no por ello bueno, demasiado introvertidas.
Las consecuencias colaterales son seres humanos dañados que no pueden lidiar con su dolor la mayoría de las veces. En un gran número se volverán alcohólicos que reproducirán el papel de sus padres y pensarán que está en su genética.
Es fácil caer en esa trampa. Es otra forma de perder como mujeres, porque logramos la igualdad, pero en tener los mismos vicios, en tomar las mismas malas decisiones.
La historia de Ana es la misma de muchos niños de este país. Y su mamá, como muchas quisieron esconder su dolor en un vaso con hielos, en un momento de risas contagiosas y en la esperanza de que todo fuera tan feliz como parecen los primeros momentos de la embriaguez, pero dura poco y las consecuencias son inmensas.
