El pasado domingo se vivió un día histórico, por segunda ocasión cientos de miles de mexicanas y mexicanos unidos por una misma causa: EL AMOR A MÉXICO. Desde la emblemática Plaza de la Constitución, dejamos clara nuestra inconformidad de que se transgreda lo establecido en ella, cientos de ciudades fueron testigo del compromiso por la libertad, la democracia y la defensa de las instituciones que tantos años de esfuerzo y trabajo ha costado construir.
Lo manifestamos desde la tribuna de la Cámara de Diputados, defender al INE es defender la posibilidad de un futuro libre, más allá de un ahorro dentro de una mal entendida “austeridad”, el llamado Plan B obliga al Instituto Nacional electoral a eliminar 300 juntas distritales y reducir la estructura de las 32 juntas locales, lo que representa despidos masivos y en consecuencia el debilitamiento de una organización que hasta hoy ha funcionado bien y gracias a la cual, hoy, quienes lo desacreditan son gobierno y tienen mayoría en el Congreso, ¿irónico no?
Hoy lo que está en manos de la Suprema Corte de Justicia de la Nación es trascendental y marcará el destino entre un avance o un retroceso significativo. El poder decidir a quienes queremos como nuestros representantes es fundamental para la vida democrática de nuestro país, no podemos permitir ningún retroceso en este sentido, no es el poder lo que está en juego, es el México que vamos a heredarle a las futuras generaciones, ellas y ellos son quienes deben inspirarnos todos los días.
Hago votos para que lo vivido sea el parteaguas para entender que todos somos responsables de todos. Más allá de la lamentable división que han sembrado desde el púlpito mañanero y la desacreditación de un movimiento por demás legítimo, queriendo reducir cifras cuando las imágenes hablan por sí mismas, el domingo se demostró lo que la organización y la responsabilidad ciudadana pueden lograr, somos más los que queremos un México mejor, de verdadero progreso, paz y oportunidades. La marcha del pasado 26 de febrero no fue una marcha contra una persona, fue la unión de conciencias a lo largo y ancho del país, retumbó en el corazón de millones un VIVA MÉXICO, de unidad, solidaridad, congruencia y profundo amor a nuestra tierra.
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