Nayib Bukele: Eliminar a las pandillas si, denigrar a las personas, no

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Publicado en Opinión

Nayib Bukele: Eliminar a las pandillas si, denigrar a las personas, no

Miércoles, 15 Marzo 2023 01:18 Escrito por 
Jorge Olvera García Jorge Olvera García Inventario

Nayib Bukele es un mandatario que se ha caracterizado por tomar decisiones en materia de seguridad que han colocado a El Salvador en boca de todos, su política se ha edificado a través de la fuerza, de la mano dura, del “ojo por ojo y diente por diente”, de un mandatario que está haciendo hasta lo imposible por prolongar su presencia en el poder, pero violencia no debe combatirse con más violencia porque podrán disminuirse los índices delictivos, pero la realidad tarde o temprano sale a relucir.

El mayor castigo para un ser humano no significa perder la libertad, esta no instituye el hecho de poder salir a la calle, vestirse como quiera, hacer tal o cual cosa. El castigo mayor es perder su dignidad, esa virtud que no se adquiere ni prohíbe por mandato, es un principio que no debe cuestionarse, ni tan siquiera tener una mínima posibilidad de debatirla porque somos entes que caminan, que sueñan, que conquistan, que nos dan esa posibilidad de ser más humanos, de ser seres humanos.

El fenómeno de las  pandillas en la región de Centroamérica es un fenómeno enquistado en lo más profundo del tejido social, los jóvenes, en su mayoría de escasos recursos ven en estos grupos criminales una posibilidad de sentirse integrados, las maras salvatruchas, son una organización internacional de pandillas cuyas actividades criminales incluyen: robos, asesinatos, secuestros, extorsiones, tráfico de armas, drogas, trata de personas entre otros actos delictivos.

El Salvador está escribiendo un capitulo peligroso en su historia, uno donde de acuerdo a las autoridades se están logrando importantes resultados, sin embargo, ese odio y ese resentimiento los está acercando cada día más a lo que se supone están combatiendo. La Amnistía podría ser una posibilidad justa e idónea para la liberación de personas privadas de la libertad que se encuentren en una especial situación de vulnerabilidad, más allá de los tatuajes, veamos el trasfondo de la historia.

La dignidad y la libertad son divisas de alta valía para los derechos humanos de las personas, toda vez que reconcilia y reconforta a la sociedad, vuelve creíble la operatividad de las instituciones, los poderes y autoridades, y facilita la asimilación de una visión más comprensiva de la justicia. Debemos privilegiar la dignidad humana, toda vez que alienta, a través de un trato digno la readaptación social, desarrollando su sentido de responsabilidad y promoviendo su interés genuino y de cooperación en su tratamiento, no nos olvidemos que estamos hablando de personas, ni más ni menos.

Esta situación no se va a resolver con este tipo de conductas emanadas por parte de las autoridades penitenciarias, debemos ver el problema de fondo, reflexionar el origen de sus causas y atendiendo los distintos informes, estudios, pronunciamientos y recomendaciones formuladas por diversos organismos internacionales a fin de impulsar y en su caso fortalecer las políticas públicas en la materia.

Creo fervientemente que debemos derribar la barrera de los prejuicios, porque por mucho que sean delincuentes estamos obviando lo más importante de todo, al final y con todo lo que esto implica no dejan de ser personas y tener derechos, porque como decía Nelson Mandela, el gran libertador sudafricano: “un hombre que le arrebata la dignidad a otro es un prisionero del odio y se está encerrando a si mismo tras los barrotes del prejuicio”.

En lo dicho: Combatir a las pandillas si, denigrar a las personas, no.

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