No imagino el dolor que siente una madre al perder a su hijo. De sobra sé la angustia que se siente cuando uno de mis hijos se enferma o pasa por una situación difícil. Cualquier madre quisiera sufrir en carne propia todos los males si eso mantuviera a los hijos lejos del dolor y de la tristeza, pero es imposible.
En la televisión vemos constantemente a todas las mujeres que buscan a sus hijas y que su única misión es saber su paradero.
También hemos visto como los padres levantan las piedras y hasta las alcantarillas para lograr un poco de justicia, por lo que les ha pasado a sus hijos e hijas.
Ahora la muerte de improviso tocó las puertas del hijo de Maribel Guardia, una mujer dedicada completamente a la farándula y que dicho sea de paso, siempre tuvo a su hijo a la vista de todos. Nadie dudaba que al ser hijo de dos famosos, un cantante y una actriz, Julián tuviera el mundo a sus pies.
Pero la vida no siempre es injusta, no importa quién seas, ni de dónde provengas, solo atesta un fuerte golpe sobre quien se le da la gana.
Julián con apenas veintisiete años, murió de un paro cardíaco y todo empezó a girar en torno al cómo, dónde, por qué, pero lo que para otros solo es mera morbosidad por el dolor ajeno, para una mujer es una tragedia.
No ha habido día que no se dediquen a perseguir a la actriz, a sus hermanos, conocidos e incluso a su mujer.
El colmo fue cuando se dice que la novia del hermano filmó desde el funeral para dar los pormenores.
Parece un chisme más, pero me hizo reflexionar sobre la privacidad en un momento tan terrible como ese. ¿Por qué desgajarlo? De acuerdo con algunos sociólogos, este morbo es inherente al ser humano, dado que siempre se solaza del dolor ajeno.
Según un artículo del País, Susan Fiske, habla de este “Schadenfreude” que es el placer por el dolor ajeno, ya que en el cerebro del ser humano se activa algo visceral que hace que en lugar de empatía se desarrolle una comparación, por lo que le pasa al otro, que dicho sea de paso, no nos está ocurriendo a nosotros.
Así que todos aquellos que están intentando saber cómo se siente, en realidad quieren saber si en realidad fue un paro cardíaco o un suicidio o incluso empiezan a especular sobre un montón de absurdos con tal de alargar más el escarnio de una muerte.
Qué difícil debe ser para ella encontrar la calma, el consuelo en medio de ese circo mediático.
Ese duelo se ha convertido en el alimento de ese monstruo del entretenimiento. Así como todos los pleitos, divorcios, pérdida de custodia, demandas e infidelidades que para los que lo viven es un infierno en vida, pero para todos los espectadores es mejor que una telenovela, que una película e incluso que una serie.
Es el dolor de otros. Y sí. Todo esto nos recuerda lo más oscuro del ser humano, pero al mismo tiempo, si logramos hallar la empatía y ponernos en los zapatos de esa mujer que está destrozada, sabremos que es momento del silencio y de agradecer a nuestros hijos y vivirlos, quererlos, besarlos, amarlos con todas las vísceras, porque eso también está en el ser humano, amar incondicionalmente, porque seas católico o no, estos días recordamos a una madre que perdió a su hijo, como muchas todos los días en este país.
Como dice en un pasaje de la Biblia en estos días de Pascua:
“Porque he aquí vendrán días en que dirán: Bienaventuradas las estériles, y los vientres que no engendraron, y los pechos que no criaron”.