La transparencia que no le gusta a López Obrador

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La transparencia que no le gusta a López Obrador

Miércoles, 19 Abril 2023 00:44 Escrito por 
Alfredo Albiter González Alfredo Albiter González Lo bueno, lo malo y lo serio

El presidente Andrés López Obrador llegó al cargo que hoy ostenta y que debió haber aprovechado para imponer una nueva, renovada y revolucionaria forma de la vida pública de la sociedad mexicana para alcanzar el anhelo de bienestar y de progreso reclamado durante muchos años por el pueblo mexicano, sin embargo, el país ha sufrido un duro retroceso materialmente en todos los frentes.

El concepto que manejó durante el largo tiempo de campaña López Obrador, enamoró a una muchedumbre, que soñó con un mejor porvenir. Montado el oriundo de Macuspana en una lucha formidable supuestamente para terminar con la corrupción, dio esperanzas a 30 millones de seres humanos que evadieron investigar quien era y qué había logrado en sus cargos anteriores el personaje que tanto les prometía.

Es muy complicado que cualquier promesa pueda verse reflejada en hechos realizados tan solo con un buen propósito, si no se tiene una estrategia que proyecte el camino a seguir para la conquista de la promesa ofrecida, no hay forma en la que se pueda dar con tan solo desearlo, muchos lo sabían.

Pero los mexicanos estaban hartos de escuchar una lista de promesas sin cumplir por gobiernos de distintas banderas; del PRI y después del PAN, sin lograr atestiguar esa gran diferencia que llevaría al país rumbo a la modernización, acompañado de los avances y logros democráticos necesarios para encontrarse con un México mejor que el conocido hasta antes de la llegada del último presidente.

Y no es para menos, la preocupación que se tenía en ese momento, hoy debería involucrar a todos, si tan solo se permitieran darse cuenta que quien despacha en Palacio Nacional, su casa, pretende quedarse de forma vitalicia en el puesto de presidente, cargo por el que fue electo por seis años, y que juraba y perjuraba que cree en la no reelección, invocando hasta el cansancio la expresión adoptada por Madero para su campaña política de 1910, y consigna de la revolución.

Así, presumiendo cada que tenía oportunidad en autonombrarse “maderista”, López Obrador lo ha invocado tantas veces como las que le ha dado la gana, sin embargo, en el lacerante presente ¿quién puede creer tal aseveración del tabasqueño, cuando lo que se observa en su actuar va en sentido opuesto?

El combate a la corrupción tan solo fue utilizado como slogan de campaña que le rindió muchos intereses, aún al día de hoy. Es imposible aceptar la cantidad de ciudadanos que se creyeron el cuento de que iba a acabar con ese flagelo, no que la reduciría o que impediría su crecimiento, sino que acabaría con ella.

Notas periodísticas en las que aún muchos no quieren creer, de aquellos que han sido acusados de adversarios, y que al no ofrecer argumentos para combatir la verdad que exponen, se dedican a señalar al emisario, calificándolo de todas formas posibles para denostar, ofender, humillar, por el hecho de considerarlo contrario a López Obrador, y por ende, lo consideran no digno de credibilidad, como es el caso de Carlos Loret de Mola, quien ha sacado a la luz pública investigaciones que le dan una bofetada en la cara al presidente, bajándolo de su pedestal de impoluto.

No es lo que diga el presidente, son las pruebas que se tienen y que afirman que, como otros antes que él, se despacha con la cuchara grande para saquear las riquezas de la sufrida nación azteca.

Tan es así, que el golpe mortal lo ha asestado al Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI) Una instancia alcanzada por los ciudadanos a partir de muchos jaloneos contra el poder, en beneficio de los mexicanos, para obligar a la administración pública a rendir cuentas. Algunos ya conocían del talante del tabasqueño y comprendieron que era cuestión de tiempo para que se sacudiera al instituto tan estorboso para él, hoy lo ha logrado a través de sus incondicionales, con ello, México pierde.

López arremete contra el INAI continuamente, aprovechando la falta de nombramientos necesarios para que funcione, se ha dedicado a señalarlo diciendo que “no sirve para nada, esté o no completo, pues es un aparato creado para simular que combatía la corrupción”.

Pero ¿Por qué realmente no le gusta al presidente el INAI? Porque a través del mecanismo que puede ser utilizado por cualquier ciudadano común se descubrían todo tipo de gastos en sospecha de corrupción, por eso, es que enloda el prestigio alcanzado por ese instituto, un día sí y el otro también, presumiendo que las mañaneras pueden sustituir sin problema alguno a esa instancia, sí claro.

Por acciones como esta, el gobierno obradorista pinta para ser el más corrupto de la historia, eso es lo que le molesta al inquilino de palacio, que se conozcan todas sus fechorías, es la razón por la que no le gusta la transparencia, porque el slogan del combate a la corrupción, solo fue eso, una fórmula breve de propaganda política.

Pero los ciudadanos siguen adormecidos, son testigos del deterioro del país y, sin embargo, no se observa que haya alguna reacción, es cómico recordar que los defensores del obradorato al inicio del sexenio decían ¿y dónde estabas cuando…?, porque la misma pregunta se revierte, sólo que esta es en tiempo presente, ¿en dónde estás tú ahora que se está destruyendo al país?

El INAI, como consecuencia del veto del presidente, ha quedado inoperante, es, “el mundo ideal” para el tabasqueño, quien se queja de que los ciudadanos piden información de todo tipo de gastos de presidencia ¿será acaso porque se trata de dinero del pueblo? El pretexto es que se gastan mil millones de pesos en el Instituto para que funcione ¿podrá de alguna manera compararse esto con lo que se ha perdido en el aeropuerto de Texcoco, dos bocas, tren maya, Segalmex, o la deuda del país que ha incrementado a niveles históricos?, a eso se le llama cinismo.  

Sin olvidar que fue a través de Transparencia como se logró saber de muchos de los “secretos” en gastos de éste y otros gobiernos.

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Alfredo Albíter González

Lo bueno, lo malo y lo serio