En el marco de la conmemoración del 1 de mayo, el tema es obligado como pregunta para evaluar dónde están parados los sindicatos y hacía dónde pueden ir durante los próximos años, un contexto dónde tratar de prever en cada caso qué entienden por unidad y qué por solidaridad, nos podrá ayudar a dimensionar su actuación y los alcances de la acción sindical que conciencia o sin ella, al final del día están implementando como el vehículo para alcanzar los objetivos que dicen tener.
Desde principios del siglo pasado, los estados liberales tuvieron que entrar casi de manera generalizada, a reconocer la desigualdad económica y social inmersa las relaciones laborales, en consecuencia emitieron diversas disposiciones, no para resolver estos problemas naturales de ese intercambio económico y social que es el trabajo, sino solo para reglamentar la disputa cotidiana entre los intereses del capital y la fuerza de trabajo.
Legislaciones van y vienen, reformas a ellas también se dan y la tónica es la misma, en cada cambio son los trabajadores los que sufren alguna perdida cuantitativa o cualitativa en sus derechos, sobre todo después de la Segunda Guerra Mundial, que con la implementación de la moderna teoría de los Derechos Humanos se firmó desde la ONU la sentencia de muerte del Estado de Bienestar, así es que esta lamentable constante, no puede ser sino un signo inequívoco de que existe una deformación o ausencia en la visión de mundo que guía la acción sindical.
Con las redes sociales tan en boga, leía el otro día una publicación acerca de una acción que como parte de la logística de un sindicato, se estaba llevando a cabo para dar cumplimiento a uno de los requisitos para la legitimación del contrato colectivo de trabajo de esa organización, una figura que en México se incluyó en la legislación laboral desde el año 2019 y que nace del resultado en la negociación del tratado comercial que nuestro país tiene con Estados Unidos y Canadá.
El comentario me alarmó; quien lo escribió criticaba a los agremiados de este sindicato que participaban en la entrega física de los ejemplares de su contrato colectivo de trabajo, sin que los voluntarios ocuparan un cargo de representación sindical, y digo que me alarmó, pues para esta persona son los dirigentes los que se deben preocupar por alcanzar los objetivos legales que su organización tiene y los demás agremiados no se deben involucrar, seguramente pensará: “para eso los elegimos”.
Existen demasiados elementos para concluir que el modelo ha alcanzado uno de sus objetivos: romper la idea e inercia de la solidaridad sindical y con ello de la unidad. Creo que cada vez más los trabajadores piensan como ciudadanos-consumidores en la lucha por la defensa y mejoramiento de sus intereses, tal y como lo hacen cuando definen por quién votarán como sus gobernantes, solo que el problema es que en el ámbito laboral la lógica es distinta, aunque los ciudadanos no somos tan iguales, si no vemos las desigualdades económicas y sociales que existen dentro de la sociedad, como trabajadores no sabremos sí en efecto estamos defendiendo nuestros derechos y mejorando nuestros intereses, o somos víctimas de un dirigente que comportándose como político partidario, engaña y obliga, entregando los derechos de sus agremiados al patrón.
En la idea de solidaridad y unidad sindical, está la necesidad de que todos los agremiados sean parte de la toma de decisiones y no que como en el sistema de partidos, sean quienes los representen los que en completa opacidad y clandestinidad, los usen como capital político para su beneficio personal y esto lleva a 2 cuestiones: a participar en todas las tareas aunque no seamos representantes sindicales y a tener una idea más o menos clara de lo que se discute y decide, participando también junto con todos los demás, en la responsabilidad en esa toma de decisiones, sea bueno o malo el resultado.
Antes que los sindicatos determinen qué nuevas formas de manifestación implementarán, para hacerse escuchar frente a sus inconformidades ante las decisiones gubernamentales, deben preocuparse por politizar a sus bases, seguir actuando como una masa amorfa, tal y como lo describe José Ortega y Gasset en la “Rebelión de las Masas”, muestra que las manifestaciones en las calles son cada vez más inútiles, lo que se necesita es una verdadera acción racional, que permita actuar con antelación y no salir a gritar y querer incendiar el país, cuando ya nada se puede hacer.
ADDENDA
- Todos los presidentes, de México o cualquier otro país del mundo, sueñan con esos momentos donde el 1 de Mayo encerraba la realización de un desfile en el que se agradecía al presidente el apoyo a la clase trabajadora, en el caso del presidente de México no es la excepción, sueña con lo mismo, más cuando prácticamente se ha entrado en la recta de la sucesión presidencial.
Al viejo estilo priísta, el 1 de Mayo han convocado a todos los dirigentes sindicales a un encuentro en palacio nacional. El presidente se equivoca, el Día Internacional del Trabajo no es un día de fiesta presidencial, es un día de reflexión para los trabajadores sobre la situación que viven en torno a sus derechos y ese día los trabajadores más que estar con la clase política, deben estar en sus propios espacios hablando y escuchándose.
- ¿Qué sí habrá elección en el Estado de México?. Pensé que la habían suspendido, algo que jurídicamente es imposible, pero las candidatas son tan malas, que por más mitote que hagan el asunto no prende. Alguna de ellas tendrá que ganar, por supuesto, este es el mal diseño del sistema electoral mexicano, pero el hecho de que alguna gane, no significa que haya sido la mejor.
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