Debatir es discutir, entender, vamos, luchar hasta las últimas consecuencias. Dejar el alma y el corazón en el foro. No se trata de una pasarela. El pasado 18 de mayo el debate entre las candidatas a gobernadoras del Estado de México dejó mucho que desear. Nos quedaron a deber amor a la entidad, propuestas, soluciones y altura. Alejandra del Moral y Delfina Gómez fueron de bostezo y la moderadora, igual: acartonadas, con propuestas que se perdieron en medio de la nada. No fue un debate.
La grandeza mexiquense no se vio en ningún momento. Delfina Gómez hablando como mujer de clase popular, lo que seguramente cae bien a algunos, pero no como la gobernadora del estado más importante del país. Alejandra con una cortesía no acostumbrada en estos ejercicios, identificada con su traje sastre con el color de la tarjeta del salario rosa del gobierno mexiquense. No hubo confrontación. Perdieron la oportunidad de ganarse a la opinión pública.
Los temas a abordar conocidos de todas y todos, al tratarlos, no tuvieron una sola inflexión de voz, no se alteró su lenguaje facial o corporal que diera cuenta de la importancia. Algunas propuestas interesantes pero, como siempre, faltó el cómo. Solo Alejandra abordó algunas y cuánto costarían.
De acuerdo con la encuesta Enkoll publicada por El Universal, el 68 por ciento afirma que Delfina Gómez ganó el debate, mientras el 32 por ciento dice que fue Alejandra del Moral. Y a la pregunta expresa de si después del debate algún o alguna mexiquense cambiaron su decisión de por quién votar: el 10 por ciento respondió que sí y el 87 por ciento no la modificó, además de un 3 por ciento que no sabe.
En 2017, Alfredo del Mazo Maza obtuvo 2 millones 040 mil 709 votos, el 33 por ciento, Delfina Gómez, un millón 871 mil votos, el 30.78 por ciento, para Juan Zepeda un millón 084 mil 571 votos, y el resto para otros candidatos: en total 5 millones 864 mil 913 votos con una participación electoral del 53.7 por ciento.
Ninguna de las dos candidatas se vio a la altura de los grandes problemas que enfrenta la entidad. Se requiere de una gesta gigante para el desafío por venir: la inseguridad, los feminicidios, la salud, el empleo, la pobreza, como lo gritan los mexiquenses.
