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El pasado jueves hubo debate. Los temas acordados fueron seguridad y justicia, economía y empleo, educación, medio ambiente y desarrollo sustentable. Cada una de las candidatas debatientes los abordó con particular estilo. Por un lado, reiteradamente se escuchaba el yo. “Yo le voy a entrar”, “Yo sí tengo capacidad”, “Yo, su servidora”, “Yo estoy aquí para cuidarlos y respaldarlos”, “Yo estoy convencida”. Y, por otro lado, la conversación siempre giró en torno a la primera persona del plural: nosotros; “Todos somos la solución”, “tenemos que trabajar y caminar juntos”, “nuestro Estado”, “nuestros apoyos”, etc.
Vinieron, entonces, las preguntas y Alejandra del Moral aparentaba conocimiento, ya que, en sus lecturas, resaltaban los conceptos y datos abundantes que le proporcionaron. Dijo que daba “propuestas informadas, para dar resultados”. Y culminaba su intervención repitiendo, una y otra vez, con tono de amenazante bravata, “compara y elige”; pero, como una mala canción, terminó sin ser escuchada. Su intento por encontrar cierta complicidad velada, entre el electorado mexiquense y ella, fracasó. Sin embargo, lo hizo a sabiendas de que todo lo que propone el PRI, desprende cierto tufo sospechoso.
Fue ese el motivo que la obligó a deslizar una recomendación más, al finalizar su exposición; pero, esta vez, tenía destinatario, el electorado mexiquense: “cuando tengas la boleta en tus manos, te pido que no pienses en un partido político”. Sus palabras descubren, cuanto le incomodan las siglas de su partido y todas aquellas que componen su alianza. Estar tan abajo en las encuestas solo se puede entender, a través del daño que le causa la marca PRI, y su dirigente nacional, el auténtico creador de la frase “no necesitamos constancia de buena conducta”, “Alito” Moreno.
En su turno, la candidata del lado izquierdo, la maestra Delfina Gómez Álvarez, recurre, una y otra vez, a la palabra nosotros en cada intervención que realiza. Por ejemplo, al referirse al cambio, decidido ya por la mayoría de los mexiquenses, dijo que, “tiene que iniciar con escucharse al pueblo y fortalecer el trabajo en equipo, porque todos somos la solución”. Cuando miraba a la cámara para dirigirse al público, mantenía el uso del mismo pronombre, “Tenemos la oportunidad de lograr la transformación”, “deseamos tener un estado con visión, con inclusión y participación”. Para el tema seguridad y justicia, mencionó que, “proponemos atender las causas que generan la violencia”. En materia económica, manifestó que, “debemos hacer acciones para convertir a nuestro Estado, en un líder y motor económico”. Durante el desarrollo de sus últimas intervenciones nunca intentó desprenderse de la expresión: NOSOTROS. La ocupó siempre para todos los temas, hasta su cierre; “les vamos a dar una lección de dignidad”.
Podemos decir que, entre un mensaje y otro, se distinguían tiempos distintos. Lo que me hizo recordar aquella ocasión, cuando la candidata de la alianza “Va por el Estado de México”; dijo sobre el contrastarse con su adversaria, mencionó que, “el contraste entre ella y la maestra Delfina Gómez, era la edad” y después de escucharla, en ambos debates, debo decir que tiene toda la razón, si es que se refiere a la edad de su retórica, porque, justamente proviene de una herencia que ronda en casi un siglo de existencia.
En el debate, también, hubo congruencia de las candidatas y fue reveladora. Mientras que, como ya lo expresé, una de ellas, abusaba del pronombre “Yo”, su contraparte recurría al “nosotros”. Pero hay una explicación muy sencilla, por qué lo hacen.
Porque, entre las candidatas, hay una que no genera ninguna influencia sobre el electorado y otra que sí lo tiene; era la que aplicaba constantemente el término: NOSOTROS. Y había una que se mostraba segura de lo que decía y otra que mostraba inseguridad, la que recurría, una vez sí y la otra también, al YO. Seguramente, por una necesidad por reafirmarse a sí misma.
En resumen, quien ocupó el pronombre: “nosotros”, (la maestra Delfina), transmitía que existe un gran número de personas que la sigue y coincide con ella. Por eso mostraba tal seguridad, porque sabe que los demás, están de acuerdo con ella. Al usar reiteradamente ese vocablo, también, intenta decir lo que piensa, como soluciones para los grandes problemas del Estado, es lo que desea la mayoría de los mexiquenses.
No fue así, en el caso de Alejandra del Moral, pues incesantemente parafraseaba al pronombre, yo. Es natural actuar de esa manera cuando no existe la seguridad de alcanzar los objetivos. Si estás inseguro de ti mismo y lo que se desea es reafirmarte, entonces empleas, constantemente, a la primera persona del singular, como lo notamos que se hizo. “Yo, su servidora”
Ahora, mis preguntas finales, ¿Estás dispuesta a respetar el resultado de la elección? ¿Hay autoestima desmesurada o debilidad de liderazgo? ¿Quién escribió el guion de los Yo?
Hasta aquí con una más de: Mis preguntas finales, nos leemos en la próxima.
Guillermo Calderón Vega. Profesor Universitario, abogado, exfuncionario público, Experto en operación, negociación y concertación política. Twitter: @gmo_calderon / Facebook e Instagram: Guillermo Calderon Vega.
