Solo es una reflexión que pretende impulsar el
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Para el priismo mexiquense, el proceso para renovar al Poder Ejecutivo del Estado de México es una auténtica bomba de tiempo. Sus esquirlas son parte de los proyectiles lanzados desde sus discursos apocalípticos, en particular los de la candidata de la alianza “Va por el Estado de México”. Sí, intentaremos interpretar a su orientador de cabecera, “Alito” Moreno, diríamos que, es más fácil destruir el territorio mexiquense que, a la corrupción o al caciquismo local que padecemos, desde hace casi un siglo.
Sus crisis, como la credibilidad, confianza, integridad y orfandad política, los ha dejado obnubilados. Ni siquiera son capaces de advertir el fangal donde se encuentran parados. Alrededor de ellos, se torna un impensable futuro inmediato. Ahora sus triunfos solo están dentro de su retórica que, únicamente, alcanza para bloquear su propia imaginación, sobre los nuevos rumbos y horizontes que están por llegar y en donde ellos ya no saldrán a escena.
Encorsetado nuestro futuro a la catástrofe y a la destrucción, despliegan su vieja y ruidosa maquinaria electoral, contaminando el ambiente social y escandalizándose por las circunstancias que los agobian. Se han trazado como objetivo primordial, no ganarse, sino, desalentar la voluntad de la sociedad mexiquense, la que está determinada a consolidar un cambio político y de gobierno en nuestra entidad. Intentan colocar el destino de los mexiquenses, en cualquier otro sitio, menos en el que, la mayoría piensa, el que tiene que ver con el cambio verdadero.
El gran relato construido desde el PRI mexiquense, basado en la comedia de la destrucción y la tragedia para el Edoméx, si Morena gana la gobernatura, develó su mentís. En algunos momentos alcanzó lo inverosímil, hasta para sus propios seguidores. En primer lugar; porque, quedó al desnudo el truco de su alianza, la cual es mucho más delgada de lo que presume. Segundo; porque no están tan fuertes y unidos como lo señala Alejandra Del Moral. El domingo pasado pudimos atestiguar que tan unidos se encuentran, cuando un nutrido contingente priísta, en Toluca, recibía a sillazos, pedradas, botellazos y mentadas a sus mejores aliados, los del PRD. Ninguna de las dos partes, están dispuestas a olvidar los agravios del pasado. Y tercero; porque, se ha logrado demostrar que, durante todos estos años, con el poder en sus manos (94 años), el PRI construyó la idea de que todos los mexiquenses somos sus deudores y que les debemos todo; lo que tenemos y lo que somos.
Se trata de una gran controversia sobre las deudas políticas que desde aquel partido asumen. Lo que no son capaces de entender, es que la mayor deuda que, hoy por hoy, existe entre los mexiquenses y ellos, es de carácter ético, y no corresponden a los conceptos de sacrificio y resignación que, exigen de los demás. El contrato social, que tanto presumían por todo el país, entre el PRI y la sociedad mexiquense, se rompió desde hace ya un buen tiempo, de él solo subsiste una deuda, la de ellos con nosotros.
Ahora, esa deuda es impagable y la moratoria hizo de ellos su presa. Todo empezó, cuando fueron decapitando, uno a uno, los futuros de los mexiquenses, en materia de educación, salud, seguridad, transporte, medio ambiente y por promover una creciente desigualdad social en todo el Estado de México.
No olvidemos, además que, el PRI, fue quien pintó el mapa de las irresponsabilidades y de las verdaderas tragedias que ahora padecemos los mexiquenses por completo. Nadie se escapa de sus consecuencias, ni los niños, ni los jóvenes, ni los adultos, menos aún las mujeres. Nunca como ahora, nuestra entidad había estado en medio de un lodazal tan grande como este en el que nos dejaron, derribada por quienes tenían la obligación de conducirse con absoluta honorabilidad y no lo hicieron. Ahora tenemos la certeza que, en el PRI, la decencia nunca fue su fuerte; por eso, no les importa, ni les interesa en lo más mínimo, obtener una “constancia de buena conducta”.
Van cayendo cada uno de sus relatos políticos. El de la tragedia, el de la destrucción, incluyendo, el de la burla por el optimismo de la mayoría de los mexiquenses. Este último, con una larga tradición priísta. Se trata de una vieja estrategia para deslegitimar a sus adversarios. El deseo de la transformación, junto con la revolución de las conciencias y la lucha contra la injusticia, siempre han sufrido denigraciones de parte de una clase política, enquistada y agazapada, dentro de sus parcelas de poder.
Al final de cuentas, la integridad mexiquense no se destruye por el paso temporal de una clase política determinada o por la expulsión de otra. Los mexiquenses, tenemos la capacidad para abrir los horizontes que deseemos y la inteligencia para pensar el futuro con madurez y comprender el presente con su complejidad. Así es como hemos logrado transformar las injusticias y desigualdades por oportunidades para todos.
La historia después del 4 de junio no será como nos las cuentan desde el PRI. Será una muy distinta, apoyada por miles de personas que piensan y creen que, otro futuro es posible. Entre tanto, los mexiquenses, seguiremos trabajando con el mismo optimismo, la misma fuerza y con la seguridad de siempre. Nadie perderá su empleo y más gente recibirá los apoyos sociales. Con un gobierno o con otro, los mexiquenses seguiremos construyendo un Estado de México, fuerte, sólido y más democrático, siempre que tengamos la oportunidad para hacerlo.
Ahora, mis preguntas finales, ¿Qué es más fácil, destruir al Estado de México o destruir a la corrupción y al caciquismo beligerante? ¿Es verdad que les debemos todo, lo que tenemos y lo que somos? ¿Cuándo nos pasará la factura? Y ¿Cuánto nos costará a los mexiquenses que, Alito, Moreno, haya hecho campaña en nuestras tierras, para sus fines personales?
Hasta aquí con una más de: Mis preguntas finales, nos leemos en la próxima.
Guillermo Calderón Vega. Profesor Universitario, abogado, exfuncionario público, Experto en operación, negociación y concertación política. Twitter: @gmo_calderon / Facebook e Instagram: Guillermo Calderon Vega.
