Xóchitl Gálvez ha emergido como una figura destacada en la oposición al posible candidato o candidata presidencial de Morena. Su posicionamiento ha sido tan relevante que por primera vez alguien le marca agenda del presidente Andrés Manuel López Obrador en sus mañaneras.
A pesar de los sólidos números de aprobación que ha mantenido en los últimos meses, con un asombroso 66.8 por ciento, según la última encuesta de junio realizada por TResearch, surge la inevitable pregunta: ¿es posible desafiar al mandatario y superar su gran apoyo popular? Todo parecía indicar que no, que nadie. Pero el propio López Obrador invocó a Xóchitl, quien ahora ha sido atacada hasta por los moneros.
No hay duda, Andrés Manuel ha cultivado una imagen cautivadora para gran parte de la población mexicana. Pareciera que, sin importar lo que haga o deje de hacer, mantendrá niveles de preferencia en los seis años de su mandato. Esto plantea un desafío monumental para cualquier candidato o candidata que se enfrente a él en las próximas elecciones presidenciales. Porque es él. La figura de AMLO nuevamente definirá el resultado electoral desde La Mañanera. Aunque Xóchitl Gálvez se ha convertido en preocupación y lo demuestra la abierta investigación contra ella. El arma más poderosa de Andrés Manuel.
A nivel internacional, solo Nayib Bukele, el mandatario de El Salvador, supera el nivel de aprobación del presidente mexicano, con 93 por ciento de respaldo en su país. En tercer lugar, pero con una aprobación de 15 puntos por debajo de AMLO, se encuentra Giorgia Meloni, la presidenta de Italia, con 52 por ciento. Luego, con 51 por ciento, está Lula Da Silva de Brasil, dejando a Andrés Manuel en un sólido segundo lugar. Estos datos ilustran la magnitud del reto al que se enfrentará la oposición del Frente Amplio por México en el proceso electoral de 2024.
El reciente triunfo de la maestra Delfina Gómez en las elecciones del Estado de México es un claro ejemplo de la dificultad de vencer al partido oficial. Hoy, además, traen su Proyecto de Nación 2024-2030, un ejercicio que servirá para integración firme de estructuras, pero además para hacer una campaña adelantada, disfrazada. Eso es claro. Pero no habrá ninguna manera de sancionar. Ya se había hecho para 2018. El mensaje es claro, “el pueblo es el que manda, el que decide2”.
La oposición no tiene más opción que medir sus fuerzas, reorganizarse y buscar avanzar en las diputaciones federales, las senadurías y las legislaturas locales. Xóchilt Gálvez se ha erigido como la mejor opción de dar una buena batalla contra quien le pongan enfrente, pero el presidente ya está buscando abatirla antes que inicie siquiera el proceso electoral.
Las legislaturas son los espacios donde el presidente también centrará su atención y lo que ha denominado su "Plan C". Su objetivo es obtener una mayoría en el Congreso de la Unión para asegurarse de que todas sus reformas se aprueben antes de dejar el poder. De esta manera, aquellos que asuman la presidencia, seguramente alguna de "Las corcholatas", deberán dar continuidad a la llamada 4T para que él pueda retirarse con tranquilidad.
La tarea que enfrenta la oposición es ardua y requiere de una estrategia sólida y unificada. Necesitarán articular propuestas convincentes que logren persuadir a la ciudadanía y desmitificar la invencibilidad que rodea a López Obrador. Claro, esto parece casi imposible. Mientras tanto, Claudia Sheinbaum, quien ya se sentía la elegida; Marcelo Ebrard, quien ya está arriba en las encuestas; Adán Augusto López, quien se presenta como el más cercano al presidente en su propaganda; Ricardo Monreal, quien tiene la mira puesta en la Ciudad de México. Y Manuel Velasco, que se quedará solo, pero ya veremos que le dan.
